Octavo poema.

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Y supo entonces

que había momentos en la vida

en los que el papel en blanco ganaba,

que la justicia se quedaría atrapada en la mente

porque la boca

se volvería muda,

y otras solo serían capaces de susurrar.

Los oídos sordos nunca quisieron escuchar

porque preferían seguir viviendo en la ignorancia

antes que morir derrumbados por todas las verdades

que les explotan en el pecho.

Pero llega el día en el que las bocas quieren gritar

y esa vez,

más fuerte que nunca.

Soledad fría.Where stories live. Discover now