―No entiendo por qué nos tienen que hacer esto ―dijo Cath, caminando hacia el bus de la escuela, ese que solo usábamos para los paseos o visitas de estudio―. Digo, si hubiera sabido que iríamos a la universidad, me habría puesto algo más decente.
Alcé una ceja y crucé los brazos sobre mi pecho, mientras nos poníamos en la fila para subir al autobús.
―¿Y eso que se supone que significa? ―le pregunté―. Estas perfectamente.
―Mia ―dijo ella, resoplando, como si le estresara el hecho de que le dijera aquello―. Que para ti el etilo vagabundo sea decente, no significa que para todos lo sea, también ―explicó, muy diplomáticamente.
La fulminé con la mirada y deslicé mis ojos hacia abajo, por mi atuendo. Estaba usando un buzo o algo así, compuesto por pantalones negros muy, muy sueltos, un polo blanco que decía "soy lectora" gigante y en rojo y una chaqueta gris. Mis zapatillas eran blancas. No había nada malo con mi atuendo. Solo me gustaba estar cómoda.
―No es estilo vagabundo ―repliqué, avanzando en la cola, mientras los alumnos empezaban a subir.
―Bien, bien. No quiero discutir sobre tu extraña selección de ropa ―dijo, agitando la mano en el aire.
―Estas decente ―le aseguré, entonces, porque realmente lo estaba―. Tu pantalón te saca trasero y tu espalda queda un tanto al descubierto por el polo que traes puesto. Créeme, estas más que decente.
Cath me miró y finalmente sonrió.
―¿Si? ―preguntó, mirando hacia atrás lo mejor que pudo―. ¿Realmente me saca trasero?
―Definitivamente ―escuchamos a nuestro lado y no pude evitar reírme cuando Cath se sonrojó, al ver a Sam situándose a nuestro lado. Yo seguí riéndome y Cath se concentró en la fila, aun increíblemente avergonzada―. Señoritas ―dijo Sam, entonces, mientras rápidamente se ubicaba entre nosotras y ponía sus brazos sobre nuestros hombros―. No sé ustedes, pero estoy listo para ver a muchas chicas calientes hoy ―mencionó. ¿Acaso no acababa de decirle a Cath que su pantalón le sacaba trasero?
ESTÁS LEYENDO
Adorablemente, Mia [PUBLICADA EN AMAZON]
Teen Fiction―Mia ―me llamó, en un susurro, forzándome a girarme―. Te quiero, ¿de acuerdo? ―preguntó―. No lo olvides ―pidió, sus ojos verdes completamente centrados en los míos. Sentí que mi corazón se aceleraba y, a pesar de que no quería reaccionar ante sus pa...