19. -SúperKay.

2.1K 221 53
                                    

Cuando desperté y abrí los ojos, estaba mirando hacia el techo y no podía moverme.

La cabeza me dolía con muchísima intensidad, tenía los labios secos al igual que la garganta, el estómago me ardía y el cuerpo me pesaba como si cargara muchos kilos de más.

Luego me di cuenta de que el cuerpo me pesaba tanto porque realmente tenía kilos de más encima; los de Ian por un lado y los de Néstor por el otro, pues ambos estaban durmiendo con la mayor parte de sus cuerpos sobre el mío.

No quería despertarlos, pero tenía que hacerlo porque necesitaba levantarme y no solo para ir a vaciar la vejiga, que tenía a nada de reventar, si no porque tenía que respirar para poder seguir viviendo y con ellos dos asfixiándome no podía.

Me moví un poco, como mínimamente pude, pero ni se inmutaban. Tomé una gran bocana de aire como mis aplastados pulmones pudieron y me escabullí hasta que salí por la parte de abajo de la cama.

"Gracias, genética, por al menos hacerme pequeña", pensé.

De rodillas sobre la alfombra respiré hondo y me levanté mirándolos. Estaban muy graciosos y tuve que reprimir una carcajada para no despertarlos, porque ahora estaban abrazándose entre ellos en ropa interior.

La situación era un poco...

Era bastante gay, sinceramente, y recordé lo que les dije anoche riéndome en silencio mientras iba al baño para hacer mis necesidades fisiológicas, lavarme un poco y volver a la cama.

No quería perder la oportunidad de ser aplastada por ellos dos.

Cuando me volví a meter en medio, Ian besó mi sien inconscientemente y Néstor me abrazó más contra sí, lo que hizo que Ian frunciera el ceño y me apretara contra él. Todo lo hacían durmiendo.

Así fue cómo empezó una pequeña guerra sobre quien me abrazaba más que el otro. Tuve que hacer una exagerada aspiración porque me iban a matar asfixiada y ambos se despertaron a la vez mirándome mientras se incorporaban.

—Mierda... Buenos días. —Respiré profundamente y lo agradecí.

—¿Estás bien? —Preguntó Néstor.

—¿Qué pasa? —Ian también.

—Me estaba muriendo por asfixia. —Me reí.

Se miraron sin saber de qué estaba hablando y luego a mí, pero me incorporé, agarré el cuello de Néstor con una mano y lo besé. Mantuve mi otra mano en el cuello de Ian así que, después de eso, hice lo mismo con él y me dejé caer sobre el colchón.

—Quiero más. —Dijo Ian mimoso acostándose casi sobre mí.

—Yo también. —Néstor lo imitó de forma más pícara.

—Si no me asfixian hay Katie para los dos. —Bromeé y los tres nos reímos con cierta complicidad.

Ian se escondió en mi cuello y dejó un húmedo beso ahí. Yo tragué saliva nerviosa por ese punto sensible en mi cuerpo que él conocía bien y me estiré un poco hacia el lado contrario para que siguiera.

Por mi acción de darle un mejor acceso a Ian miré a Néstor, quien besó mis labios agarrando mi cara con su vehemencia, y yo no me iba a quejar por la situación que estaba viviendo, así que me dejé llevar por ellos dos.

Ian hizo un poco de fuerza con sus labios y dientes, que seguro que me dejaría marca dentro de unas horas, y eso me llevó a soltar un pequeño gemido sobre los labios de Néstor, quien gruñó de excitación como respuesta.

Después se cambiaron los roles. Era Néstor quien estaba mordiendo mi cuello por el otro lado para dejar su marca e Ian era quien estaba besando mis labios con su extrema delicadeza y cuidado.

Kay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora