Capítulo 25 Buenas nuevas, malas nuevas

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  Pasó una semana: nada. Siete se convirtió en diez: sin noticias. No fue sino hasta alrededor de veinticinco días después cuando por fin llegó otra carta. Está de menos decir que Aozora estaba desesperada. Y esto es lo que recibió:

  Aozora:

  La base está en la ciudad de Eramthgin, en los alrededores. Bajo tierra. La superficie es una casa. Blanca. Aparentemente normal pero descuidada.

  Todavía no vengan. Es muy peligroso. El invitado está aquí. Aumentaron la protección. Les diré cuando se valla. Sean pacientes.

  Yozora

  La letra, que antes era elegante y suave, ahora estaba entrecortada, temblorosa incluso. El papel era pequeño, al igual que la carta, y esto preocupaba a Aozora. Además, la redacción, la forma de escribir, reflejaban miedo, preocupación, agitación. La rubia no dejaba de preguntarse qué había pasado. O mejor dicho qué estaba pasando allá.

  Su pecho comenzó a sentirse pesado, y dentro del mismo empezó a revolotear la urgencia de hacer algo. No pudo dormir, pensando en qué podía hacer. Marco la observaba, arqueando una ceja.

  —Cariño, ¿estás bien?

  —Tenemos que ir.

  —¿Qué?

  —Tenemos que ir —repitió, volteándose para encontrarse sus ojos marrones. 

  —¿Puedo leerla?

  —Sí, ten —Aozora le dio el papel a su maestro mientras volvía a su posición original, determinada. 

  Los ojos de Marco leyeron rápidamente el mensaje. Lo releyó un par de veces. ¿Ir? Aquí decía claramente que no.

  —Aozora...

  —Mande.

  —Aquí dice que no vayamos...

  —No sabemos hace cuánto escribió eso.

  El chico suspiró. 

  —Hay que consultar al resto. Y al director. Él nos dirá qué hacer.

  En cuanto empezó el receso, la rubia se fue con el director. Le dio la carta y le pidió permiso para empezar la misión lo más pronto posible, siendo ese día o el siguiente el día de partida. Lord Death sólo suspiró y negó con la cabeza. 

  —¡Pero...!

  —Aozora, tu hermana dijo que aún no. Así que no.

  La rubia torció la boca y se fue.

  —¿Estás bien? —Preguntó Matthew.

  —No. No me dejaron empezar la misión —respondió.

  El pelinegro miró a su amigo, confundido. El castaño suspiró.

  —Recibió una carta de Yozora —los ojos de Matthew se abrieron un poco más—. Y dice que le transmite una mala vibra, así que quiere ir a buscarla ya.

  —¿Puedo verla?

  Aozora le dio el papel. El chico la leyó. Y la leyó. Y la volvió a leer. 

  —¿Qué?

  Las comisuras de la boca de Marco se tornaron hacia abajo.

  —¿Y por qué no te dejaron?

  Aozora levantó la cabeza al oír que Matthew la apoyaba. Marco los miraba, dudando de si en realidad era él el único pensante en estos momentos.

Soul Eater: Eclipse entre AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora