Epílogo.

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10 años más tarde el despertador sonaba y una pálida mano se aventuraba fuera de las cobijas para intentar apagarlo sin mucho éxito, el estridente aparato terminó en el suelo.

- Tommy, por favor, apaga eso...

- No quiero, hace frío fuera - se enreda aún más en las mantas.

- Pareces un crío.

- Por eso me quieres.

Una mano morena más fuerte y con más callosidades se abre paso por encima de su marido y apaga el despertador, aunque no lo recoge del suelo, sino que sus brazos envuelven el delgado y cálido cuerpo de Thomas.

- Tenemos que levantarnos.

- Lo sé, pero tengo la sensación de que en breve vendrán a buscarnos - beso la coronilla rubia con devoción.- Disfrutemos de este breve instante de...

- ¡PAPI, PAPÁ!

- Tranquilidad.

Asoman las cabezas sin destaparse demasiado y miran en dirección a la puerta donde una niña de tres años de ojos azules y pelo oscuro les mira impacientes.

- ¡PAPI, ES NAVIDAD! ¡PAPÁ, LEVÁNTATE YA O SANTA CLAUS NO TE DARÁ REGALO!

- Clara, el regalo lo dejó anoche. Estoy en mi completo derecho de seguir en la cama - masculló.

- ¡PUES NO TE DEJARÁ EL AÑO QUE VIENE!

- Ya, ya. Basta los dos - el rubio decidió que era momento para incorporarse y salir al mundo frío.

La pequeña O'Brien se dispuso a saltar sobre sus padres, pero unas manos algo mayores la detuvieron en el momento indicado y se la colocaron en el hombro como si fuera un saco de patatas.

- Enana, no molestes, ¿no ves que ya están viejos?

- ¿¡A QUIÉN LLAMAS VIEJO, RETACO!?

- Papá, soy más alto que tú.

El adolescente de ojos verdes y cabellos rubios sonrió con superioridad, aunque la pequeña Clara se estuviera revolviendo para soltarse.

Thomas sonrió con ternura ante aquella estampa.

  - Ethan, no incordies a tu padre.  

- Viejo dice... a mis hermosos 33 años - masculla Dylan, levantándose de la cama junto con Thomas.

Se encogió de hombros a la vez que le da un beso de buenos días a cada uno de sus padres, no sin recibir un coscorrón por parte de Dylan.

- ¡ES NAVIDAD, ES NAVIDAD! ¡VAMOS A ABRIR LOS REGALOS! 

Clara consiguió soltarse de los brazos de su hermano mayor y fue corriendo hasta Dylan para tomarlo de la mano y jalar de él escaleras abajo hacia el salón.

- Espera, no tan rápido... a ver si nos vamos a caer por las escaleras.

- Seguro que llego a tiempo de pedirle a Santa que te cure, papá - respondió la niña con alegría, trepando por el cuerpo de Dylan hasta colocarse sobre sus hombros.

- Sí, prefiero los renos a tu papi histérico conduciendo el coche.

- Haré como que no he oído eso - declara Thomas, posando su brazo sobre los hombros de Ethan en un pequeño abrazo.

- Oye, papi.

- Me encanta que me sigas llamando así aunque hayas crecido - le pellizcó la mejilla con cariño.

- ¿Eres feliz?

Thomas se extrañó ante la pregunta de Ethan, pero lo guió justo detrás de su padre y su hermana.

¿Si era feliz?

Ver como los ojos de los dos hijos, que tanto trabajo les costó adoptar, brillaban ilusionados por la cantidad abrumadora de regalos que había debajo del árbol. Ver a Dylan apoyado en el marco de la puerta, observándolos con discreción mientras los hermanos se entregaban los regalos mutuamente. Sentir su brazo alrededor de su cintura, reposar su cabeza sobre su pecho. Observar juntos la familia que habían creado.

Recordar que el timbre comenzará a sonar en unas pocas horas y que la casa estará llena de sus amigos, de su familia y de sus sobrinos.

Sí, definitivamente era feliz.

Fin.

Y, finalmente, hemos llegado hasta aquí.

Muchas gracias por el apoyo constante, por las críticas constructivas, por la paciencia, por los comentarios hechos desde el cariño; muchas gracias por acompañarme en esta aventura que finaliza.

Espero que nos sigamos leyendo en un futuro, ahora tengo más historias que continuar y terminar.

Siempre vuestra,

MakeUpSmile!

Entre líneas #DylmasNewtmasAwardsWhere stories live. Discover now