—Sí que es alguien importante para ti. —habló David después de largo silencio en su oficina.
Habían pasado tres días, donde a Rubén le dieron el alta y por fin pudo salir de esas cuatros paredes blancas que le encerraban entre sueños. Ahora estaba en una de sus sesiones, la quinta, para ser más claros. Rubén resopló hundiéndose en el cómodo sofá de la oficina, mirando por la pequeña ventana de esta, perdiéndose nuevamente. Trató de leer lo que David pensaba en ese momento, pero no podía, algunos sí que eran de mente fuerte y, por ahora, no había forma de entrar en la cabeza de Azahar. Se hundió más si se podía, recordando los labios de Miguel en los suyos por segunda vez hoy en la mañana, claro, después de haber terminado.
— ¿Qué estas tratando de decir? —preguntó, con voz ronca. David soltó una risita que casi obliga a Rubén pararse y romperle la cara con su puño. Sonrió ante el pensamiento. —Sí, si es alguien especial. —admitió. David volvió a sonreír, más contento de poder tratar con Rubén y que este, se abriera. Carraspeó anotando en su libreta.
—Hablé con él, ¿si te dijo? —Rubén recordó la mañana de ese martes.
*
Se separaron jadeantes después del beso que ambos habían compartido. Miguel relamió sus labios con parsimonia, viendo como el castaño tomaba asiento en su cama: tan fría como siempre. Entrar nuevamente a esa casa había sido algo triste, pero se sentía feliz de volver a estar con Rubén, de esta forma. Se sentó a su lado y comenzó a frotar con suavidad la espalda tensa del castaño.
— ¿Por qué no me has contado que tienes un psicólogo? —preguntó. Escuchó a Rubén gruñir por lo bajo, mientras se levantaba. Era un tema que Rubén, jamás quería tocar, pero como siempre, llegaba Miguel curioso y arruinaba todo.
—Eso no era necesario de contar, además, supe que tú también tuviste una charla con él. —indagó, con una ceja alzada. Miguel suspiró por segunda vez y caminó hasta estar frente al castaño.
—Sobre ti, hablamos sobre ti. —aclaró, enredando sus brazos detrás del cuello de Rubén. —Tú eres muy cerrado con él, deberías comenzar a apreciar su ayuda. —denotó, uniendo sus labios por segunda vez esa mañana. Se estaba volviendo adicto a los labios de Rubén, pero no le preocupaba, se sentía tan fuera de todos cuando ambos se besaban, sentía también ese burbujeo en su estómago que, casi siempre, quería volver y hacerlo, una y otra vez.
Rubén jadeó, apretando la cintura de Miguel, moviendo sus labios expertos sobre los otros, ladeando su cabeza para encajar mejor. Pero se detuvo, no podía llegar a más, bajo las manos por su cintura, acariciando por debajo de esta, mirando como Miguel acomodaba sus anteojos en su lugar.
—Me gustas, siempre me has gustado. —confiesa el castaño, ante la atenta mirada de Miguel, quien sonríe coqueto empujando sus labios hacia adelante, volviendo a tocar los cálidos labios de Rubén.
—Tú también me gustas mucho, Rubén...
*
David lo miró por unos segundos tratando de descifrar aquella media sonrisa de Rubén mientras miraba, casi sin parpadear, la ventana.
—Sí, me lo dijo. —mencionó, después de un rato. Volvió su mirada hasta Azahar, quien anotaba en su libreta.
...
Después de toda su sesión, se encontraba en su alcoba, mirando el techo sobre el colchón grande en su cama. Era muy tarde, pero no quería dormir, no quería intentarlo si quiera, temió, temió el volver a soñar con eso y prefirió levantarse y mirar por la ventana hasta qué el sol saliese, pero cuando iba a sentarse por fin en el pequeño banquillo frente a la ventana, su teléfono comenzó a sonar sobre su buró. Lo miró con las cejas enarcadas, ¿Quién llamaba a esa hora? Se preguntó, mientras caminaba hasta él y atendía.
— ¿Bueno? —pudo escuchar unos fuertes sollozos que venían del otro lado de la línea. Agudizó el oído para entender mejor los murmullos que se escuchaban. Pero, aún así, no entendió nada. —Bue... —Rubén.. —le cortó la voz aquel susurró. Era él, era él, se repetía. — ¿Miguel? ¿Qué pasó? ¿Estás bien? —cuestionó ansioso, apretando el móvil en su mano. —Eres tú... —escuchó el murmullo salir con voz temblorosa. ¿Qué estaba pasando? — ¿De qué hablas? ¿Quieres que vaya a tu casa? ¡Miguel responde! —un silencio largo lo dejo temblando nervioso, se aferró a la pared para no caer ante el susurró de Miguel. —Eres tú el del sueño... tú mataste a... a... a tu padre...
El tiempo se detuvo, y la llamada se cortó.
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Un poco de """"suspenso"""" nunca viene mal <3
