Noche roja en Pekín

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De a poco se iba acercando, podía escuchar su propia respiración agitada a causa del pánico; cada vez oía mas cerca los pasos, tanto que ya la sentía a su lado.

Los tacones de la chica resonaban dentro de la gran bodega junto con la incesante lluvia.

Ya no aguantaba, sentía como su corazón latía desbocado, con ese ritmo que llevaba en cualquier momento se podía detener y morir allí mismo de un paro cardíaco. Sin duda eso sería lo mejor en ese momento.

Se preguntaba como termino todo en eso, de qué modo se había convertido su  mundo onírico y utópico en una pesadilla, todo se derrumbaba con cada paso y segundo que transcurrían. De pronto todo sonido se detuvo, los pasos ya no se oían, respiro aliviado, levanto la vista y en medio de la oscuridad la pudo ver, completamente vestida de rojo con esa característica sonrisa suya. Estaba estilando, y en su mano derecha llevaba un gran cuchillo. Se agacho frente a él, extendió su mano izquierda y le acaricio el rostro.

-aquí estabas mi pequeño lobo, te estaba buscando- dijo tranquila con esa gran sonrisa suya, rompiendo el silencio al instante-

El no respondía, estaba atónito, sin desearlo comenzó a recordar hasta llegar al principio de todo.

Había viajado a China, Pekín, por motivos de trabajo. Al llegar se topo con un carnaval, y sin pensarlo mucho se interno dentro de él maravillado por la hermosura de todo aquello. De pronto en medio de la multitud algo llamo su atención, una chica completamente vestida de rojo estaba frente a él, sonriéndole de una forma tan hermosa que lo cautivo de inmediato.

Se acerco de a poco, abriéndose paso entre las personas y se coloco a su lado algo tímido.

-por lo que veo usted no es de por aquí- dijo ella tomando la iniciativa de la conversación-

-correcto, no lo soy, me encuentro aquí por motivos de trabajo, aunque admito que no me desagrada- responde de manera alegre al momento que suena su celular- disculpa, tengo que contestar

-no hay problema- dice de forma amable con esa gran sonrisa-                            

-coloca el celular en su oído, se aleja un poco mientras contesta, siendo observado en todo momento por la chica de la bella sonrisa- está bien, ya voy  -corta y se acerca nuevamente a ella- lo siento, me tengo que ir, me gustaría hablar más contigo pero no puedo

-no se preocupe, no hay problema- contesta mientras lo ve alejarse-

De este modo el chico se retiro a paso rápido de aquel lugar para encontrarse con aquel que lo llevaría hasta donde se hospedaría y le mostraría posteriormente el lugar en el cual iba a trabajar durante el tiempo de su estancia.

Una semana después se vuelve a encontrar con la misma chica,  a la que identifico de inmediato por su roja vestimenta. Llevaba en la muñeca izquierda una pulsera con un cascabel y en la mano una canasta; se acerco hasta ella y camino a su lado.

-me alegro de encontrarme nuevamente contigo- dice el joven mientras camina a su lado-

-hola- saluda alegre- tiempo sin verle, ¿y se ha acostumbrado ya a Pekín?- pregunta amable-

-claro, no me ha costado mucho –la observa- por cierto, ¿Dónde va con esa canasta?

-levanta la canasta produciendo que el cascabel de su pulsera sonara notoriamente- voy a la casa de mi abuela, esta vieja y vive sola, por lo que la voy a ver todos los días, la cuido y le doy de comer

-que amable de tu parte-mira hacia un restaurante desde donde un hombre gritaba fuertemente desde hacía ya un rato "¡Pasen a probar nuestro exquisito pato pekinés!", gira hacia la chica nuevamente- ¿te gustaría ir a comer algo?

Cuentos cortosWhere stories live. Discover now