Jazmín

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Pequeña historia que hice para un concurso.

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Aquel dulce aroma comenzó a embriagarle, desoriéntale por momentos, nublándole la vista en otros, y en algunos, aunque estos eran los menos, otorgándole lucidez. Extendió la mano izquierda hacia el cielo, mas no pudo distinguirla a pesar de que esta se encontraba justo frente a su rostro, ¿se debía asustar? Esto era lo más seguro, lo lógico en una situación como aquella, sin embargo, la desesperación y el pánico no acudieron a su cuerpo. Haciendo acopio de fuerzas se giro sobre si, quedando de espalda arriba, apoyo todo su peso sobre sus antebrazos, y haciendo nuevamente un gran esfuerzo se elevo sobre sus cuatro extremidades, separando de este modo el torso del frio suelo, el cual suponía debía ser tierra por su textura, y por el aroma que desprendía debía estar húmeda.

Gateaba con lento ritmo sin aun recuperar su sentido de la visión, por lo que debía guiarse solamente por el tacto; aquella embriagante fragancia había desaparecido algunos instantes atrás, negándole la posibilidad de seguirla o siquiera de poder identificar a que correspondía. Sus manos estaban magulladas, cortadas y sangrantes, mas el dolor no la detenía, debía saber donde estaba, que era aquello ¿estaría en una habitación oscura? Esa parecía ser la opción más adecuada tomando en cuenta sus nulos problemas de visión, sin embargo, esto mostraba una nueva pregunta ¿Por qué estaría ella en una habitación oscura?, y además, ¿Por qué era el suelo cubierto por tierra? Continúo con su tortuoso andar con aquellas interrogantes rondando por su cabeza, las cuales en vez de confundirla y paralizarla, le entregaban más fuerzas, motivadas por aquella característica tan particular del humano. La curiosidad.

Finalmente logro distinguir un destello anaranjado, permitiendo que su principal duda, si se encontraba ciega o no, fuera disipada. Haciendo un esfuerzo sobre humano, sabiendo que este podría ser el último, acelero su gateo y se aproximo hasta el origen de aquel destello, que ahora en vez de ser solamente luz, se había convertido en respuesta y esperanza. Al parecer aquello que había visto tan cercano en un principio, se encontraba mas lejos de lo imaginado, debía haber estado gateando sin rumbo un par de horas previamente, y ahora se le sumaban otro par mas, aunque no podría estar segura, ya que su percepción del tiempo se había esfumado desde el principio, por lo que perfectamente aquellas "horas" podrían ser minutos o incluso segundos, mas no permitió que esto la desalentara y haciendo caso omiso a las constantes peticiones de su exhausto cuerpo por un descanso, siguió adelante.

Jadeante se detuvo frente a una gran puerta roja, sobre la cual se encontraba un pequeño farol alumbrando con una tenue luz anaranjada. Se permitió sonreír por un momento y descansar bajo el amparo y cobijo de aquella acogedora y reconfortante luz, estaba en lo correcto, esa era una habitación, y aquella era la salida, podría volver a casa y curar aquellas heridas con tan solo atravesar la puerta que ahora le servía de soporte. Luego de aquel revitalizante descanso se intento colocar de pie con la ayuda de la roja madera de la ya mencionada puerta; comenzó a deslizar el cuerpo hacia arriba prácticamente incrustando las uñas en la madera para no caer, y extendió con cuidado sus piernas. Una vez logro mantenerse en pie sin clavar sus uñas, se dio cuenta que aquella tarea fue más agotadora de lo que pensaba, ahora debería descansar un poco más, y estando la salida ahí a su espalda, no le importo tomarse otro tiempo.

Aspiro hondamente todo el oxigeno que sus pulmones pudieron aguantar, para luego soltarlo en un suspiro calmo y cargado de júbilo. Ya se encontraba frente a frente con la roja puerta, el tiempo de descanso había llegado a su fin, dando paso al momento de la despedida entre ella y aquel lugar; dirigió la mano derecha hasta el pomo dorado y lo sostuvo con firmeza, asegurándose de su consistencia y solidez, dándose el mensaje a sí misma "es real"; giro el pomo y cerro sus ojos al momento que abrió la puerta, suponiendo que la luz del exterior le lastimaría la vista si chocaba de golpe contra sus ojos. Con una radiante sonrisa atravesó aquel portal salvador y aun sin separar sus parpados o siquiera soltar la manija, se quedo ahí de pie unos minutos esperando que su alegría por verse libre no le hicieran actuar de manera eufórica frente al mundo que estaba frente a sí.

Aun con la curvatura simbólica de la felicidad adornando sus labios, se decidió al fin a abrir los ojos, quedando estupefacta sin comprender que sucedía, abordándola por primera vez el pánico, la desesperación, no lo entendía. Ahí se encontraba, pegada a uno de los muros de una nueva habitación, la cual a su parecer se asemejaba mucho a un tablero de ajedrez, debido a los colores de los cerámicos y la distribución de estos, sin embargo, no fue el detalle de que aquella puerta no fuese una salida, sino que la entrada a una nueva pieza, lo que había desatado aquel terror incontrolable dentro de sí había sido la escena que se desenvolvía frente a sus ojos en medio de aquel gran "tablero": el suelo se encontraba manchado de sangre formando un gran círculo, aunque no podría considerarse como tal debido a la nula uniformidad de sus bordes; sobre esta mancha o charco, se encontraba un grupo conformado por lo menos por unos veinte individuos, todos completamente negros, como lo sería el carbón, calvos y de grandes y alargadas manos ensangrentadas; sin duda lo que llamaba más la atención y convertía aquella imagen en escalofriante, era que justo en medio de todo aquello, y rodeado por aquellos individuos, se encontraba un cuerpo sin vida siendo devorado con ferocidad por las negras figuras. Presurosa se dio media vuelta intentando huir por la puerta roja, sin embargo, solamente se encontró con un muro negro con líneas blancas verticales, la puerta había desaparecido, y por más que rasguño y golpeo, la muralla no cedió o dejo ver nuevamente la roja madera que en algún momento significo esperanza.

Estaba asustada, mejor dicho aterrada y desesperada, no entendía que sucedía ¿la habrían traído de alimento a ella también? ¿Por qué a ella? Nunca fue de llamar la atención, o de problemático comportamiento, se había resignado a la rutina y no le molestaba la falsa tranquilidad que esta le otorgaba, entonces ¿Por qué? Nuevamente giro sobre si, aunque con mayor cuidado y sigilo que en un principio, y observo nuevamente aquella grotesca escena, provocando que algo surgiera dentro de ella nuevamente. La curiosidad. Oh maldita curiosidad, muchas veces motivo de grandes descubrimientos y otras tantas la propia condena de aquel que por ella se deja guiar.

Dio un paso hacia el frente, seguido de otro y otro más. Tambaleante y temblorosa se acerco hasta quedar solo a unos metros de distancia del grupo que practicaba el canibalismo, aunque no estaba segura de que aquello lo fuera, después de todo ni siquiera podía asegurar que fuesen humanos. Se empino un poco sobre la punta de sus pies, y observo con verdadero horror, el cuerpo que devoraban, la persona que se encontraba con el vientre rasgado y los intestinos regados, era ella misma.

Sin poder evitarlo soltó un sonoro grito cargado de terror y confusión. Comenzó a pasar una y otra vez sus uñas por su rostro, rasgando la piel y haciendo que escurrieran finos hilos de sangre mientras se repetía con desesperación "despierta, despierta", sin embargo, todo intento era inútil, nada cambiaba excepto el inclemente y punzante dolor que iba en aumento por cada vez que ella rasgaba nuevamente su piel. Aquellos seres negros ya se habían percatado de su presencia gracias al desgarrador grito que ella había proferido, y motivados por su insaciable apetito y el exquisito aroma de su sangre, se colocaron de pie y se abalanzaron sobre ella, comenzando a desgarrarla y comerla viva mientras ella gritaba y lloraba sin descanso. En un momento dado aquellas pocas fuerzas que le quedaban se esfumaron, dando paso a la inconsciencia y la oscuridad nuevamente, dando como final lo que temió desde que vio aquella habitación de ajedrez, su muerte.

Abrió los ojos con la respiración agitada y el cuerpo sudoroso. Con los parpados separados en su totalidad e incluso más, observo la habitación color damasco por completo, cada rincón y cada objeto, se encontraba en su pieza, todo había sido un sueño y aquel dulce aroma que había sentido en un principio era el jazmín que se encontraba fuera de su ventana. Se dejo caer sobre la cama y con una sonrisa en los labios cerró los ojos esperando tener esta vez un descanso correcto, sin reparar que en una de las esquinas más oscuras del cuarto, se encontraba una figura que no pertenecía a aquel lugar, ya se daría cuenta al despertar.

Cuentos cortosWhere stories live. Discover now