Descuidos

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[JungKook]

Ella sabe mi nombre... ¡lo sabe!  Y por fin, conozco el suyo.

_____, es un nombre muy hermoso, aunque nunca lo había escuchado, es único como ella.

Estoy tan perdido en mis pensamientos que no me doy cuenta de el momento en el que desaparece. Busco por el gimnasio pero no encuentro nada, salgo a los pasillos y tampoco hay rastro de ella, ni siquiera en el estacionamiento, el cual está completamente vacío.

De nuevo me ha dejado. Hago un gesto de fastidio y camino directo a casa. El día está bastante soleado, las personas caminan con suma tranquilidad por las calles y el viento sopla tenuemente, alborotando mi cabello.

Estoy por cruzar la calle cuando un olor a quemado llega a mis fosas nasales, giro mi cabeza en diversas direcciones mientras busco algún incendio o local de comida, pero no hallo ninguno, entonces ¿de dónde proviene ese olor?

Camino unos cuantos metros más hasta la otra acera y siento un escozor en mi brazo derecho, distraído toco aquella zona y un quejido sale de mi boca cuando mis dedos hacen contacto. Miro, y me doy cuenta de lo irritada que esta mi piel, y pocos segundos después tengo la misma sensación de ardor pero en el rostro... después en mis manos... y al final en el resto de mi cuerpo a pesar de mi ropa.

Es como si me hubiese ido a asolear a la playa y no me hubiera puesto bloqueador, mi piel adquiere un tono rosado y con el viento arde de sobremanera, el olor a quemado se hace más y más fuerte y comprendo que soy yo. Me estoy quemando.

La desesperación comienza a apoderarse de mí, y lo único que puedo hacer es correr directo a casa. Choco con un par de personas y durante el tenue contacto me siento morir por el dolor, no entiendo a qué se debe esta sensibilidad. Paso por debajo de una enorme sombrilla y el ardor disminuye hasta que de nuevo me expongo al sol, sin pensarlo dos veces regreso a aquella enorme sombrilla y me resguardo, sintiendo un alivio casi instantáneo.

Aún faltan siete cuadras para llegar hasta mi casa y no pienso enfrentarme de nuevo al sol, que ahora entiendo, es el que me provoca esa reacción en mi piel. Encuentro una pequeña zona de sombra en dirección a mi hogar y no tengo de otra más que seguirla.

Parezco un payaso de circo, con la espalda pegada a la pared y las manos extendidas tratando de conservar el equilibrio, mientras intento caminar por una línea de sombra con un grosor menor a veinticinco centímetros. Las personas que pasan me miran de manera extraña, incluso una viejecita se detiene a verme, parece divertida y trae con  correa a un chihuahua muy feo, el cual no me deja de ladrar y gruñir.

Detengo mi show, fastidiado y molesto, una niñita vestida de niña exploradora pasa frente a mí con una sombrilla de pingüino, se la arrebato y esta comienza a lloriquear, le lanzo una mirada intimidante y de inmediato se da la vuelta y corre lejos de mí, trato de cubrirme lo más posible con aquella cosa diminuta, pasando a un lado de la anciana y pateando lejos a su rata cuando intenta morder mi pantalón.

Llego a casa, con los pies ardiéndome junto a algunas otras zonas de mi cuerpo, tiro lejos aquella sombrilla y entro azotando la puerta. Camino hasta la cocina en busca de mi padre y descubro una nota pegada en el refrigerador:

"Kookie:

Tuve que salir de viaje por unos días, pero deje comida congelada y dinero en tu mesita de noche, si me necesitas llámame, estaré de vuelta lo más pronto posible.

Te quiero.

Papá"

Suspiro, cansado y un poco decepcionado de no encontrarlo, pero no puedo hacer nada, él ama su trabajo, es como su segunda esposa... una que no lo abandona.

CenturiesWhere stories live. Discover now