Capítulo 33 [Perrie, mierda, nena, lo siento tanto]

413 41 4
                                    

Zayn

—Dónde está, Bethy? —Demandé, saliendo de la habitación de Perrie sosteniendo su teléfono celular.

Lo había dejado aquí.

Bethy me gruñó y azotó la puerta de uno de los gabinetes de la cocina.

—El hecho de que tu penoso trasero no sepa dónde está solo me hace odiarte más.

¿Qué demonios estaba mal con ella? Había tenido un día del infierno. Diciéndole a mi madre que tendría que conseguirse otra casa y diciéndole que iba a pedirle a Perrie que se casara conmigo los había mandado a todos a una rabia salvaje. Bueno, no a todos. El padre de Perrie se había visto bien con ello. Nan y mi madre se habían vuelto locas. Habíamos pasado varias horas gritándonos los unos a los otros y había hecho amenazas que planeaba mantener. Se suponía que Nan iba a irse de vuelta a la escuela el lunes. No iba a estar hasta vacaciones de invierno y estaba seguro de que ella terminaría en Vail con amigos entonces. Eso era lo que hacía cada año. Normalmente yo también, pero no este año.

—He tenido que lidiar con mi madre y hermana por las pasadas cuatro horas. Correr a Georgianna de la casa e informarles a ella y Nan que planeo pedirle a Perrie que se case conmigo no es exactamente una batalla sencilla. ¡Así que perdóname si necesito un poco de ayuda recordando donde esta Perrie!

Bethy golpeó la botella de agua en la barra y su gruido molesto se convirtió más en un ceño de disgusto. Creí que una vez que escuchara que iba a proponerme a Perrie iba a estar feliz. Aparentemente no.

—Espero que no le hayas comprado un anillo —fue su única respuesta.

Estaba cansado de sus juegos

—Dime donde esta —bramé.

Bethy puso ambas manos en la barra y se inclinó hacia delante dándome un ceño furioso, no sabía de lo que era capaz la chica

—Vete. Al. Carajo.

Joder.

¿Qué había hecho?

La puerta se abrió y Perrie entró caminando sonriendo hasta que sus ojos se encontraron con los míos. Entonces su sonrisa se desvaneció. Estaba molesta conmigo también. No era bueno.

—Perrie —dije mientras caminaba hacia ella y comenzó a hacerse hacia atrás.

—No —replicó, sosteniendo en alto ambas manos para detenerme de acercarme más. Estaba sosteniendo algo. Se veía como fotografías. ¿De qué demonios tenía ella fotografías? ¿Algo de mi pasado? ¿Estaba molesta por una chica con la que había hecho algo una vez?

—¿Eso es lo que creo que es? —Bethy preguntó empujándome para pasarme y corriendo hacia Perrie.

Perrie asintió y le entregó las fotografías.

Bethy se cubrió la boca

—Oh Dios mío. ¿Escuchaste el latido del corazón?

Ante las palabras latido del corazón mi pecho cayó como si acabara de ser rasgado de par en par. La comprensión llegó mí. Hoy era jueves. Era la cita de Perrie con el doctor. Me había llamado para recordármelo y le colgué.

—Perrie, mierda, nena, lo siento tanto. Yo estaba lidiando con mi...

—Tu familia. Lo sé. Nan me lo dijo cuando llamé de vuelta. No quiero escuchar tus excusas. Solo quiero que te vayas —su voz era plana. No había emoción en ella.

Regresó su atención de vuelta a las fotografías y señaló algo.

— Justo allí. ¿Puedes creer que eso está dentro de mí?

Bethy volvió su ceño de odio de mí a la fotografía y una suave sonrisa tocó su rostro.

—Es asombroso.

Estaban paradas ahí mirando las fotografías de mi bebé. Perrie había escuchado su latido hoy. Sola. Sin mí.

—¿Puedo ver? —pregunté, asustado de que me dijera que no o peor, me ignorara.

En su lugar, tomó las fotografías de Bethy y me las pasó.

—Es la cosita pequeñita que se ve como un chícharo. Ese es... nuestro bebé —terminó.

Se había visto renuente a llamarlo nuestro bebé. No podía culparla.

—¿Su corazón está bien? Quiero decir, ¿late apropiadamente y todo? — pregunté, mirando fijamente la fotografía en mi mano.

—Si. Dijeron que todo está perfecto —replicó—. Si quieres puedes quedarte con esa. Tengo tres. Pero ahora me gustaría que te fueras.

No me iba a ir. Bethy haciendo guardia no me iba a detener tampoco. Iba a decirlo todo delante de Bethy si tenía que hacerlo, pero me negaba a dejar este condominio.

—Mi madre y tu padre se aparecieron sin avisar hoy. Nan se va a la universidad el lunes. Mamá pensó que me iría también así que regresó para mudarse por el resto del año. Le informé que no me iría y que necesitaba encontrar otra casa. También les dije que iba a quedarme hasta que decidieras que nos mudáramos a cualquier otro lugar. Que tenía la intención de pedirte que te casaras conmigo —hice una pausa y miré su rostro pálido. No era la reacción que estaba esperando—. Eso no salió muy bien. Hubo muchos gritos. Horas de gritos y amenazas. Cuando me llamaste acababa de anunciarles a los tres que me iba a casar contigo. Todo el infierno se había desatado. Iba a llamarte de vuelta una vez que tuviera a mi madre y Abe de vuelta en sus carros y encaminados de vuelta al pueblo. No quería que tuvieras que encararlos también. Pero mi madre no se va sin una pelea. Nan empacó todo y se fue a la universidad esta tarde. Se niega a hablarme nunca más —me detuve y tomé aliento—. No puedo decirte cuanto lo lamento. El hecho de que olvidé la cita de hoy es imperdonable. Tengo que disculparme contigo. Desearía que pudiera dejar de joderlo todo.

—¿No ibas a tener un almuerzo con tu familia? —preguntó.

—¿Mi familia? ¿Qué? ¡No!

La rígida postura se relajó.

—Oh —dijo con un suspiro.

—¿Por qué creías que almorzaría con ellos? No te dejaría colgada para ir a pasar tiempo con ellos.

—Nan —replicó con una triste sonrisa.

—¿Nan? ¿Cuándo demonios hablaste con Nan? —había estado hablando con Nan toda la mañana.

—Cuando te llamé de nuevo. Nan respondió y dijo que no tenías tiempo para mí porque ibas a comer con tu familia.

Mi mentirosa hermanita mejor se alegraba de que su trasero estuviera encaminado de vuelta a la costa este porque si no iría a anillar su cuello si pudiera poner mis manos en ella.

—¿Te fuiste a esa cita pensando que los había mandado a volar a ti y a nuestro bebé por ellos? ¡Joder! —Empujé a un lado a Bethy y tiré de Perrie hacia mis brazos—. Eres mi familia, Perrie. Tú y éste bebé. ¿Me comprendes? Me perdí de algo hoy de lo cual nunca me perdonaré a mí mismo. Quería estar allí y escuchar el latido de su corazón. Quería sostener tu mano cuando lo vieras por primera vez.

Perrie inclinó su cabeza atrás y sonrió hacia mí.

—Sabes que puede ser una niña.

—Seh, lo sé.

—Entonces deja de llamar a nuestro bebé un Él —replicó.

Seguiría llamando al bebé un él.

Sonriendo, besé su frente.

—Podemos ir a tu habitación y me cuentas de la cita. Quiero saberlo todo.

Asintió y miro hacia Bethy.

—¿Vas a seguir frunciéndole el ceño o vas a perdonarlo?

Bethy se encogió de hombros.

—No estoy segura aún.

Nunca es demasiado lejos [2da Temporada]Where stories live. Discover now