Capítulo 34 [¿Quieres ser mi esposa?]

431 39 4
                                    

Perrie

La escuela había comenzado. Los turistas y los visitantes del verano se habían ido a casa. El club tenía mucho menos tráfico y debido a esto las propinas también decayeron. Lo más importante era que Zayn no había mencionado lo del matrimonio de nuevo desde la noche en el apartamento, cuando me había contado que era lo que había dicho a su madre, su hermana y mi padre. Ni siquiera los mencionó de nuevo. A veces me preguntaba si había cambiado de opinión o si me lo había imaginado.

Si no fuera por Bethy preguntándome cada semana si Zayn había sacado el tema a colisión, volvería a pensar que había sido un invento de mi imaginación. Cada vez que le decía que no lo había hecho, se ponía más y más agitada. Por no hablar de que mi corazón dolía un poco más. Tenía miedo de que lo hubiese pensado y decidido que era un error. Antes de que lo hubiese mencionado esa noche ni siquiera me había dejado creer que querría casarse conmigo. Pensé que criaría al bebé desde dos casas diferentes. Si mis pensamientos volaban hacia el futuro, los bloqueaba. No era algo que quería esperar.

Mis horas se estaban reduciendo debido a la cada vez más lenta temporada, y me preguntaba si necesitaría conseguir un segundo trabajo. No había mucho para elegir por aquí. Y también era muy probable que Zayn no se lo tomara bien.

Cuando entré en mi habitación había dos cosas que me llamaron la atención. Había pétalos de rosa sobre la cama y en el centro de ellas había un sobre con mi nombre escrito claramente en la parte delantera. Lo cogí y lo abrí. El papel se sentía caro y tenía un Finlay en relieve sobre la parte superior.


Encuéntrame en la playa.

Con amor

Zayn


Su letra anormalmente perfecta me hizo sonreír. Fui a mi armario y saqué un vestido blanco que tenía dos rayas negras a lo largo del dobladillo. Si había planeado algo romántico en la playa no iba a usar mi ropa de trabajo.

Después de cepillar mi pelo y retocar mi maquillaje me dirigí hacia las puertas francesas que daban al abismo y me dirigí a la playa. Zayn estaba vestido con unos pantalones cortos color caqui y una camisa de botones. Me alegró haberme cambiado. Estaba de espaldas a mí y tenía las manos en los bolsillos mientras miraba el mar. Quería detenerme y admirarlo mientras observaba el agua, pero también estaba ansiosa por verlo. Se había ido cuando me desperté esta mañana.

Bajé por el camino hacia la arena. Estaba extrañamente desierta excepto por nosotros dos. A pesar de que las multitudes se redujeron, aún estábamos a treinta y un grados, y era soleado fuera. Al mirar hacia abajo me di cuenta de algo en la arena. Alguien había escrito en ella. Había un palo acostado a un lado.

Me detuve y leí en voz alta

—Perrie Edwards, ¿quieres casarte conmigo? — Mientras las palabras me calaban, Zayn caminó a través de ellas, y se arrodilló sobre una rodilla delante de mí.

Una pequeña caja apareció en su mano y la abrió lentamente, mostrando un anillo de diamante que capturaba los rayos del sol. Parecía que cobraba vida, ya que brillaba. Estaba sucediendo. ¿Quería esto? Sí. ¿Confiaba en él?... Sí.

¿Estaba él preparado? No estaba segura. No quería que esto fuera algo que hacía porque se sentía presionado. Sería fácil llegar abajo y poner el anillo en mi dedo. Pero ¿era lo que Zayn realmente quería?

—No tienes que hacer esto —me obligué a decir con la mirada fija en él. No había hablado con su hermana o su madre en las últimas semanas. Por mucho que me disgustaran... no las odiaba y no quería ser lo que se interpusiera entre él y su familia.

Zayn negó con la cabeza.

—No, no tengo que hacer nada. Pero quiero pasar el resto de mi vida contigo. Nadie más que tú.

Sus palabras eran las adecuadas. Todavía sentía como que algo andaba mal. No podía realmente querer esto. Era joven, rico y hermoso. No tenía nada que ofrecerle. Lo ataría. Cambiaría su mundo.

—No puedo hacer esto. No puedo arruinar tu futuro. Puedes ir a hacer cualquier cosa. Te prometí que dejaría que formaras parte de la vida de nuestro bebé. Eso no va a cambiar cuando sientas que estás listo para irte. Siempre te dejaré.

—No digas una palabra más. Lo juro Perrie, estoy a segundos de tirar tu culo en ese océano. —Se levantó y su mirada firme sostuvo la mía—. Ningún hombre ha amado a una mujer tanto como yo te amo. Nada vendrá antes que tú. No sé qué más tengo que hacer para demostrarte que no te fallaré de nuevo. No voy a hacerte daño. No tienes que estar sola nunca más. Te necesito.

Tal vez esto no estaba bien y tal vez estaba cometiendo un error, pero sus palabras tiraron de los rincones de mi corazón que de alguna manera no había logrado tocar hasta ese momento. Tomé la caja de su mano y levanté el anillo libre.

—Es hermoso —le dije. Debido a que lo era. No era demasiado llamativo o exagerado. Era perfectamente simple.

—Nada menos que eso sería digno de tu dedo —respondió y tomó el anillo de mi mano.

Luego volvió a arrodillarse y sus ojos se encontraron con los míos.

—Por favor, Perrie Edwards, ¿quieres ser mi esposa?

Quería esto.

A él.

—Sí —le dije y puso el anillo en mi dedo.

—Gracias a Dios —susurró cuando se puso de pie de nuevo y capturó mi boca en un beso hambriento.

Esto era real y tal vez no sería para siempre, pero era mío por ahora. Me gustaría encontrar una manera de dejarlo ir si quería. Pero lo amaba. Eso nunca iba a cambiar.

—Múdate conmigo —rogó.

—No puedo. Tengo que pagar mi mitad del arrendamiento —le recordé.

—He pagado el contrato de arrendamiento en su totalidad durante un año. Cada centavo que has dado, Liam lo ha metido en una cuenta de ahorros con tu nombre en él. Lo mismo para Bethy. Ahora, por favor, vive conmigo.

Quise enojarme, pero ahora mismo no podía. Apreté otro beso en sus labios y asentí.

—Y por favor, deja de trabajar —agregó.

—No —le contesté.

No haría eso.

—Eres mi prometida ahora. Vas a ser mi esposa. ¿Por qué quieres trabajar en un club de campo? ¿No quieres hacer algo más? ¿Qué pasa con la universidad? ¿Quieres hacerlo? ¿Existe algún título que quieras? No estoy tratando de quitarte tus opciones, quiero darte más.

Iba a ser su esposa. Esas palabras se hundieron en mí mientras lo miraba a los ojos. No tenía que renunciar a la universidad como había hecho con la secundaria. Podría obtener un título y tener una profesión.

—Quiero eso. Es sólo que... deja acostumbrarme. Es mucho, demasiado rápido —le dije, envolviendo mis brazos a su alrededor.


Nunca es demasiado lejos [2da Temporada]Where stories live. Discover now