No sé si era tan necesario mandarnos a nuestros dormitorios sin saber nada acerca de lo sucedido. Todavía tengo la garganta rasposa y los ojos llorosos cuando camino junto a los demás ignisios de regreso a nuestras habitaciones. Por más que lo intente, la imagen del muchacho no abandona mi cabeza. Hasta puedo, todavía, distinguir la sangre que brotaba de él y su brazo que seguramente se quebró por la caída. De hecho, no hubiera pensado siquiera en que se hubiera caído si no fuera por tan tremenda fractura.
Cuando las mujeres volvemos a nuestros dormitorios, me separo del grupo y voy al baño para lavarme los dientes y quitarme el horrible aliento a vómito. Al parecer no soy la única, porque cuando levanto la cabeza noto que hay algunas que otras ignisias haciendo lo mismo.
Corro a mi habitación y me cambio, todavía sin poder despejar mi mente. ¿Qué le habrá pasado al pobre chico? ¿Se cayó? ¿Resbaló? Es lo que quiero creer, pero... ¿y si alguien lo empujó?
Ashley entra y enseguida me clava la mirada. Supongo que trata de parecer indiferente, o como si lo que acabamos de ver no le afectara demasiado. Pero, a pesar de que es seguro que haya presenciado cosas peores, algo en su mirada me dice que también ha quedado atónita.
—¿Llegaste a verlo? —me pregunta.
Me calzo la última bota y me giro hacia ella.
—Sí —respondo, aunque un poco confundida— ¿Por qué no habría llegado?
—Se lo han llevado lo más rápido posible, aunque fueron muy pocos los que no vieron aquello...
Ash rebusca en su rincón del dormitorio y se pone una chaqueta de cuero, viéndose con prisa.
—¿A dónde vas? —pregunto, poniéndome de pie.
—Afuera —contesta, a punto de salir al pasillo—. Necesito ver cómo está todo por allí... —suspira— Y también necesito un poco de aire.
Reacciono saltando como un resorte.
—Voy contigo.
Ella me espera mientras mantiene abierta la puerta. Afuera, todo sigue como si el tiempo se hubiera congelado. Hay un silencio pesado que hasta puedo sentirlo sobre los hombros. Sigo a Ashley hasta que bajamos las escaleras en espiral y traspasamos la puerta principal.
—Tenías razón —suelto, y Ash voltea para verme mientras seguimos caminando—, puede tratarse de un traidor. ¿Cómo puede haber un hawa escondido dentro de la academia? ¿O que el muchacho haya caído solo, habiendo una baranda tan grande en los balcones?
—Supongo que esto puede confirmarlo —murmura.
La miro con curiosidad, y entonces me doy cuenta de que cambia de rumbo. Cuando las personas se mueven de nuestro camino, noto a Fénix hablando con Jota cerca de una columna. Apresuro el paso para estar a la par de Ashley, y entonces me percato de que también están con Marshall.
Cuando llegamos a su encuentro, Fénix deja la conversación y alza los ojos hacia mí. Está tan serio que parece fastidiado por algo. ¿La búsqueda del tal Xander, quizá?
—Hola —saluda Jota. Tiene una expresión muy triste; es seguro que se ha de sentir muy mal con lo sucedido esta mañana. Pasa los ojos oscuros por todo el patio—. ¿Ustedes también notan lo decaído que está todo?
Repaso la mirada por el lugar: hay muchísima gente afuera, pero todos están hablando poco, en voz baja, y en pequeños grupos que se extienden desde la puerta principal del Gremio hasta el gran portón.
—Sería difícil no notarlo —susurro.
Marshall se apoya sobre la columna con los brazos cruzados. Él también tiene una mirada molesta; todavía debe sentirse furioso por cómo le arruinaron su habitación y por cómo, básicamente, lo arrastraron por el pasillo mientras todos lo veían.
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Hawa: Debemos salir a flote | #2 |
FantasyCOMPLETA - PRONTO EN LIBRERÍAS. Tras los intensos acontecimientos que han ocurrido últimamente, Audrey recibe la noticia de que deberá asistir al Gremio de los Ignisios para aprender a controlarse y a dominar sus inestables poderes... aunque quizás...