Capítulo 14

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Me di la vuelta para incorporarme y ver el rostro de la persona que se encontraba de pie frente a mi, pero sabía muy bien de quien se trataba. Mi corazón latía rápido y mi cerebro intentaba decirme que hacer, pero no lo lograba.
Lo miré fijamente y traté de mantener una postura que no me hiciera ver indefensa ni demostrar el pánico que me recorría todo el cuerpo. Tragué saliva y me atreví a responderle intentando no tartamudear.

-¿Qué haces aquí? – No me miró, simplemente se paseaba por toda la habitación observando cada detalle, cada foto que había en los distintos muebles y por fin se encontró con mi cara.
-No hay una razón en particular. Solamente pasé a ver como estabas. – Sonrió y un escalofrío me sacudió.
-Estoy bien, no necesito que me cuides.
-Lo sé, imagino que Sam te cuida muy bien. – Intentó tomar un mechón de mi pelo y me aparté. Observé el móvil que estaba en la mesita de noche. Tal vez en algún descuido podría llamar a Sam y decirle lo que había pasado.
-¿Qué hacías en ese restaurante?
-Solo hay una cosa que quiero decirte Lindsay Berry, y es que Sam no es alguien en quien deberías confiar.
-¿Debería confiar en ti? Hasta dónde sé buscabas matarme.
-Buenas noche. – Se acercó a la ventana y desapareció.

Ya era tarde y no pensé llamar a Sam. No dudaba de él, pero su manada ya no confiaba en que estuviera de su lado. Necesitábamos un plan para que ellos dejaran de seguirme o las cosas no terminarían muy bien para mi.

Intenté dormir pero las cosas en mi cabeza no me lo permitían. No eran visiones, ni siquiera pesadillas. Tenía un pequeño reloj del tiempo en mi mente, y pronto llegaría a cero. No me importaba lo tarde que fuera, necesitaba asegurarme las cosas ahora.

Agarré el teléfono y marqué el número de Sam. Para mi sorpresa atendió en el segundo pitido. Su voz demostraba sorpresa.

-¿Qué sucede?
-Tuve una visita esta noche. Gregg entró por mi ventana.
-¿Qué quería?
-Decir que no eres alguien en quien confiar.
-No me importa lo que piensen. – Dejó un silencio unos segundos. – Me importa que tu confíes en mi.  – Imaginé una sonrisa en su rostro.
-¿Qué vamos a hacer?
-Algo se nos ocurrirá.


A la mañana siguiente Hanna no paraba de contarme todos los mensajes que se había mandado con George después de la cena. Estaba bastante emocionada y feliz, todo lo contrario a mi. Ella se veía relajada y yo intentaba concentrarme en caminar, ya que el sueño y el cansancio se apoderaban de mi.

-¿Qué te sucede? – Me preguntó algo preocupada
-Nada, tuve una mala noche. – Intenté sonreír pero no me salió. Requería más fuerza de la que tenía.
-Ver a tu chico malo quizás te saque una mejor sonrisa. – Me golpeó el brazo y miró hacia el lado que él venía.

Sam se dirigió a nosotras.

-Sherlock, Lindsay. – Ambas le devolvimos el saludo.
-Debo ir a clases, pero nos vemos en la cafetería. – Me guiño un ojo y se fue.

Era un buen momento para hablar con Sam sobre lo que había pasado la noche anterior a solas. Necesitábamos pensar un plan rápido, algo que me permita dormir por las noches sin pensar que alguien se va a meter a mi cuarto por la ventana. Urgente. Supuse que él pensó lo mismo porque me tomó del brazo y nos dirigimos hacia la puerta del Instituto. Ninguno de los dos esbozó una palabra.
Me hizo una seña para que me suba al auto y lo seguí.

-George necesita hablar contigo.
-¿No era más rápido un mensaje de texto?
-¿Y que Hanna te vea hablando con él?
-No, creo que ir a su casa y que ella se entere es mucho más leve. – Me reí, pero casi no se notó. Necesitaba descansar pero cuando cerraba los ojos me sentía indefensa.
-También es mi casa. – Me sonrió y volvió a posar sus ojos en el camino. – No debería decirlo, pero te ves terrible.
-No pude pegar un ojo en toda la noche. Necesito deshacerme de Gregg.

El camino hasta la casa de Sam se me hizo eterno. Trataba de caminar siguiendo su paso, pero siempre estaba por detrás de él. En cuanto entramos pude ver todos los libros esparcidos en el piso y a George sentado con las manos en su rostro.

-Lindsay está aquí. – Sam me señaló el asiento que estaba en frente de nosotros y George me saludó. Parecía tan cansado como yo. Habían estado investigando, eso demostraba que de verdad querían ayudarme.
-Estuvimos toda la noche intentando encontrar algo. – Su rostro me decía  que no habían tenido éxito. – No hay ninguna novedad. Pero creo saber quienes si pueden ayudarnos.
-¿Alguien en quien podemos confiar?
-El clan de hechiceros. Ellos son los encargados de la magia que existe en el mundo.
-Lo más probable es que sepan sobre el collar y decidan ayudarnos. – Me explicó Sam. El sueño hacía que tardara el doble en procesar la información.
-¿Cómo llegaremos hasta ellos?
-Tengo un contacto, pero ellos deciden el día y el lugar del encuentro. – Asentí, tenía algo a lo que aferrarme pero debería esperar.

Nos habíamos perdido la primer clase, así que teníamos que esperar hasta la hora del almuerzo para volver y arriesgarnos a que nadie note que nos habíamos ido. Si no llegábamos, Hanna sí se daría cuenta.

El Sol Y La LunaWhere stories live. Discover now