Capítulo 15

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Mi amiga había elegido uno de los bares a los que siempre nos escabullíamos cuando faltábamos a clases. Nos recorríamos las calles a escondidas mirando cada persona que pasaba cerca nuestro e imaginando sus historias. Pensábamos que cuando estábamos en nuestras clases nos perdíamos algo interesante de la vida, un secreto de algún vecino, un acto heroico de alguien a quien conocíamos. Así que cuando caminábamos por esas veredas buscábamos ese hecho que siempre inventábamos en nuestras cabezas, y que por supuesto nunca descubrimos.

Le dije a Sam a dónde ir y lo guíe por el camino que siempre hacíamos con el auto de Hanna. Le conté de nuestras aventuras y él sonreía como si hubiera sido parte de todo eso. Si George es como él, sé que mi amiga está en buenas manos.

-Hasta que por fin llegaron. – Nos dijo apenas entramos por la puerta. – Pensamos que nos iban a dejar plantados.
-Lo siento, mi culpa. – Le respondí con una sonrisa, tratando de evitar sus preguntas y no entrar en detalles. No podía contarle que había dormido un rato porque debería decirle que fui a lo de Sam para hablar con George sobre un tema que nunca le había mencionado a ella.
-Todavía no pedimos – Avisó George cuando nos sentamos en la mesa junto a ellos.

No podía evitar ver la sonrisa que tanto él como mi amiga tenían. Cuando ella hablaba, él la miraba profundamente, con admiración. Y cuándo él hablaba ella lo observaba detalladamente, concentrada en cada palabra, cada gesto, cada cosa que hacía. Podría haber pasado muy poco tiempo, pero uno puede notar cuando dos personas están destinadas a estar juntas, y ellos dos lo estaban, aunque tenía un poco de miedo por todo lo que estaba pasando.

-¿Y bien?¿A qué se debe esta invitación? – Preguntó Sam metiendo un bocadillo en su boca.
-Simplemente porque quisimos invitarlos. No tenemos un motivo especial. – Le respondió mi amiga sonriéndole con complicidad a George.
-Hanna, te conozco. ¿Qué pasa? – Sabía que esa sonrisa significaba algo.
-Oficialmente estamos juntos. – Dijo casi saltando de la silla.
-¿Oficialmente? – Preguntó Sam como si algo no estuviera bien.
-En una relación. – George tomó de la mano a Hanna y le esbozó una sonrisa.

Mi mejor amiga estaba de novia con George, que a su vez era el tío de Sam. Era un cazador. Amaba a Hanna y yo lo sabía, pero ¿Estaba bien incluirla en esto del mundo sobrenatural?

-¿No vas a decir nada? – Me preguntó tornando su rostro a un gesto triste, sin entender.
-Si, lo siento… yo solo, es que estoy sorprendida por lo rápido que pasó todo. – Lo cual era verdad. - Pero hacen una hermosa pareja y me alegro que estén juntos. – intenté sonreír, y parece que funcionó porque Hanna volvió a estar alegre.

Comentó varios detalles sobre la propuesta, cosas como que “pensaba que no iba querer estar con ella”, “que no iba a querer estar en algo serio y estable”, “que todavía estaba en el instituto y él tenía vida adulta”. Había pensado en todos los posibles inconvenientes de su relación, pero claro, no sabía nada acerca de lo que la “vida adulta” de George implicaba. Pero tampoco sabía lo que mi vida adolescente implicaba. ¿Estaba bien ocultarle todo eso?

Yo ya no era la única que le mentía acerca de lo que pasaba, quien ahora es su novio también formaba parte de esto, que aún no había decidido como llamarlo porque “Licántropos que quieren matarme por un collar mágico” me parece algo largo y me genera más terror del que siento.

Cuando terminamos de almorzar Sam, mi amiga y yo volvimos al instituto en el auto de ella, mientras que George dejó la moto de Sam en el Instituto y luego se llevó su auto. Hanna tenía una sonrisa que le duró todo el día, y yo intentaba estar feliz por ella, pero las cosas que estaban ocupando espacio en mi cabeza no me lo permitía.

-¿No es genial? – Me preguntó mi amiga volviéndome a la realidad.
-Disculpa, ¿qué?
-Lind ¿qué sucede contigo? Últimamente estás distraída. – Si supiera..
-Lo siento. – Le respondí sonriendo.
-Te preguntaba si no es genial que ambas estemos de novia. – Me soltó una sonrisa. – Y encima son familia.
-Sam y yo no somos novios Han. – Su expresión cambió totalmente, iba a decirme algo pero frenó cuando Sam y el profesor de historia se acercaron a nosotras. Mi amiga le entregó el trabajo a nuestro profesor y Sam se sentó junto a nosotras. Me pasó su celular y vi escrito en la pantalla un mensaje de George

“Dile a Lindsay que se prepare. Mañana a la noche veremos a los hechiceros.”

Mi corazón se detuvo. Sabía que iba a ir en algún momento pero que se suponía que iba a decirles, aún no terminaba de entender todo lo que pasaba y seguía sumando piezas extra al rompecabezas.

-No son novios pero se muestran los mensajes en sus teléfonos, muy lógica su relación. – Dijo mi amiga con tono irónico. - ¿Crees que sería muy rápido si hago lo mismo con George? No es que sea celosa ni nada por el estilo…
-No, claro que no lo eres. – Le respondí con la misma ironía.

El profesor comenzó la clase y mi amiga me sacó la lengua mientras Sam reía y le contestaba por lo bajo que George no tendría problemas con mostrarle los mensajes siempre y cuando lo hable con él. No podía dejar de pensar en todo lo que estaba pasando, miré por la ventana del aula para intentar despejarme y me paralicé.

Gregg estaba observándome desde afuera y tenía una sonrisa, donde mostraba sus dientes, en su rostro. Tomé el brazo de Sam sin dejar de observar a mi acosador,  pero intentando que nadie se diera cuenta lo que sucedía. Sam dirigió su vista a donde se posaba la mía y tomó mi mano.

-Todo va a estar bien. – Me susurró y lo miré a los ojos provocando que perdamos de vista a Gregg.



-¿Cómo puedes decir que todo va a estar bien? – Le reclamé aprovechando que Hanna estaba lejos y no podía escuchar. – Corremos el riesgo de poner a todos en peligro. – Tal vez exageraba, o quizá no. Pero si eran capaces de matarme, podían hacer cualquier cosa.
-Lindsay no voy a dejar que nada te pase. – Tomó mi rostro y apoyó su frente con la mía. – Te lo prometo. No van a lastimarte ni a ti ni a nadie.
-Lamento interrumpir este momento de “no novios”, pero me cansé de estar parada sosteniendo la bandeja con comida. – Sonrió y se sentó junto a nosotros.

Temía por ella. Si Gregg y los otros miembros de la ex manada de Sam se enteraban de ella, el haberle mentido no servía,  porque igual estaba en peligro. No podía dejar que algo le pase por mi culpa, ni a ella ni a nadie.

Tomé mi celular y le mandé un mensaje a Sam. Lo tenía a mi lado, pero también estaba Hanna y no podía escucharnos.

“Llama a George, que busque a Hanna y la saque de aquí.”

Sam me miró extrañado y supe que había leído lo que le pedí. Le respondí con un gesto haciéndole entender que era por lo de Gregg y el asintió. Agradecí que mi amiga estuviera concentrada leyendo en voz alta una nota que le parecía interesante pero que ninguno de los dos estaba prestándole la mínima atención.

-¿A dónde vas? – Le preguntó Hanna a Sam cuando él se levantó de la mesa.
-Sherlock, la gente tiene necesidades. – Le hizo una mueca y luego me guiñó el ojo.
-Así que... ¿Qué interrumpí? – Me preguntó moviendo sus cejas de arriba abajo.
-No interrumpiste nada Han. – Entrecerró los ojos. Conocía esa mirada de mi mejor amiga mejor que nada. Sabía que le estaba ocultando algo, pero mientras solo sospeche de que se relaciona con mi relación amorosa aún no especificada con Sam, me sentía tranquila. Sam volvió a sentarse junto a nosotras y pasó su brazo por el respaldo de mi silla. – Entonces esto no es nada. – Movió su dedo índice en círculos señalando nuestra posición.
-¿De qué habla? – Preguntó Sam riendo.
-De nosotros y nuestra relación indefinida. – Hanna dejó de mirarnos para concentrarse en su celular y una sonrisa iluminó su rostro.
-Lind, cariño, no voy a poder llevarte hoy. George acaba de mandarme un mensaje. – Asentí con la cabeza y sonreí. – Y Sam, cuida a mi amiga, sino realmente voy a hacer que sufras. – Nos saludó y se fue.

Hanna no tenía ninguna clase después del almuerzo y solo iba a quedarse para esperarme y alcanzarme hasta mi casa. Siempre hacía esos grandes gestos que me hacían pensar que tenía mucha suerte en tenerla como amiga y que no quería perderla nunca. Me quedé tranquila de que George iba a cuidarla bien. Agradecí de que estuviera en buenas manos.

-Gracias por esto. – Le dije a Sam y suspiré. El tomó mi mano. – Ahora ¿cómo saldremos sin que nos sigan? – Me miró fijo unos segundos en silencio y luego respondió.
-No saldremos.

El Sol Y La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora