Capítulo 16

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Pude sentir como mi cara se volvía pálida. ¿Qué significaba que no íbamos a salir? No entendía muy bien el plan de Sam. Ni siquiera sabía si se refería a pasar toda la noche dentro del Instituto. ¿Qué iba a decirle a mi madre o mis hermanas? O incluso a Hanna. No podía decirle que había pasado la noche con Sam en el Instituto porque la gente que me quería muerta estaba esperándome afuera. Sentía desesperación y no sabía por donde empezar a preguntar. Sam debe haberlo notado porque comenzó a hablar.

-Al menos hasta que Gregg se vaya. No va a esperarnos toda la noche. – Parecía demasiado calmado. Realmente tenía un plan, el cual no conocía completamente y me ponía nerviosa.
-¿Cómo sabes que no lo hará? – Entiendo que Sam conozca a Gregg por la manada, pero si estaba esperándome no se iría fácilmente sin mi ni el collar.
-Seguramente tienen que alimentarse, no lo hacen en la mañana, y muy pocas veces se separan en grupos. – Decía las cosas con tanta naturalidad que me provocaba confianza. No es que antes no confiara, sino que no me resultaba el mejor plan del mundo. Pero si él estaba seguro, yo también.
-¿Qué hay de ti? – La duda sobre si él se había alimentado o no vino a mi cabeza y solté las palabras sin pensar dos veces.
-Yo si me alimenté a la mañana. – Sonrió. Dejé de investigar sobre el asunto de la alimentación porque se me resolvía el estómago de tan sólo pensarlo.




Miraba el reloj colgado en la pared de la clase de derecho y el corazón me latía cada vez más rápido. Sam iba a esperarme al lado de mi casillero y luego nos esconderíamos en una de las aulas del segundo piso hasta que todos se vayan. Una vez que el Instituto estuviera vacío cortaríamos la electricidad para desactivar las cámaras y observaríamos (y Sam olería) si Gregg seguía allí o no. Por mi parte le diría a mi madre que haría un trabajo en lo de Hanna, y a mi amiga que me cubra con esto porque saldría con Sam. Parecía un buen plan. Habíamos pensado en todo.
La campana sonó y me dirigí hasta mi casillero lo más lento posible, cuanto más tiempo pierda mejor. No estaba tranquila en lo absoluto. Mis manos transpiraban y no podía calmar a mi corazón, que cuando pensaba que no podía ir más rápido, lo hacía. Vi a Sam y sonreí, una vez que estuviera con él me calmaría. Solo me quedaban dos metros para llegar cuando alguien me agarró del brazo y me puso frente a él.

-Ya no puedes negar que eres amiga del nuevo. – Jack Trevor me estaba mirando fijamente. – O quizás algo más.
-¿Qué quieres? – Está bien que necesitaba perder tiempo, pero no de esta manera. Si alguien más se involucraba, nuestro plan fracasaría.
-Quiero saber si estás con él. – Me soltó y se separó unos centímetros de mi.
-¿Qué?
-Matt quiere saber. – Otra vez Matt involucrándose en mi vida. No le había bastado con intentar besarme, sino que también quería saber sobre mi relación aún no confirmada con Sam.
-Dile a Matt que deje de meterse en mi vida. – Me di vuelta para irme pero Jack tomó mi brazo y volvió a ponerme frente a él.
-No puedo irme sin una respuesta.
-¿Todo bien Lindsay? – Sam se paró a mi lado y le dirigió una mirada fulminante al amigo de Matt. Asentí con la cabeza y me solté bruscamente de Jack.
-Debo irme. – Tomé a Sam por el brazo y nos dirigí a mi casillero.

Jack nos siguió y se apoyó en la pared frente a nosotros y susurró que nos esperaría. Genial, el amigo del idiota de mi ex iba a provocar que nos maten a todos. Miré a Sam buscando algún plan B que nos salve pero no teníamos nada en mente. Se quedó pensando a mi lado y apoyando su cabeza en el casillero de al lado. Sabía que no se le ocurría nada.

-¿Y si le decimos que no nos iremos? – Sam me miró sin entender mi idea. Así que intenté explicárselo. – A Jack casi lo expulsan por entrar una noche, no creo que quiera arriesgarse otra vez. – Ahora su rostro había cambiado y parecía entender lo que yo le decía. – Y si nos pregunta diremos que fue una apuesta con Hanna.
-Podría funcionar… - Sam me miró y sonrió. Pero luego miró a Jack y volvió hacia mi. – Pero no le diremos nada. Confía en mi.

Nos dirigimos hacia el lado contrario a la puerta en cuanto Jack nos perdió de vista. Sam me guiaba por los pasillos tomándome de la mano. Para tener pocos días en el Instituto parecía conocerlo mejor que yo, y eso me dio una mala sensación. Miré de reojo y no había señales de nuestro seguidor así que frenamos y entramos a una de las aulas que estaban frente a nosotros apagando automáticamente la luz.
Sam observó por la ventana por si se encontraba Gregg, pero no habían noticias de él. Yo observé por la cerradura si alguien quería entrar al salón, pero también estaba vacío. Ambos nos sentamos apoyando la espalda en la puerta y nos quedamos en silencio. Si todo salía bien, podríamos seguir con el plan y mantenerme a salvo.
Estuvimos allí un rato. La panza me crujía del hambre y necesitaba ir al baño. Estaba inquieta y nerviosa, pero Sam parecía tranquilo. Se había acercado a la ventana unas cuantas veces más, pero no perdía la calma.

-Nunca pensé que iba a quedarme aquí una noche. – Le dije porque no soportaba más el silencio.
-Y menos con un chico. – Me dijo riendo.
-Y menos que menos con alguien afuera que quiere matarme. – Reí pero él volvió a estar serio. Se acercó hasta mi y tomó mi rostro con sus manos.
-Nadie va a matarte. Ni hoy, ni nunca. No voy a dejar que lo hagan.

Un ruido en la puerta provocó que nos precipitemos. Nos paramos en silencio y nos quedamos quietos a un costado de la puerta. Habíamos puesto la traba, pero la persona no dejaba de intentar abrirla, y lo logró. Sam puso una mano en mi boca para que no hiciera ruido. Si bien ya estaba oscuro, lo poco de luz que entraba por la ventana nos iluminaba. Mi corazón dejó de ir rápido y se paralizó completamente. Una mano apareció por la puerta y prendió el interruptor. Me arrepentí de no haber puesto en el plan que primero debíamos cortar la electricidad y luego escondernos.
Quedamos detrás de la puerta, pero ya estábamos perdidos. Quien quiera que fuese, nos iba a ver. Avanzó hasta el medio del salón pero no cerró la puerta. Pude distinguir que se trataba del conserje, un hombre bajito, de unos cuarenta años, que trabajaba allí hacía varios años. Estaba con una escoba y, gracias a Dios, con unos auriculares puestos. Sam me hizo una seña de que saliéramos por la puerta despacio y sin hacer ruido.
Primero fui yo, Sam me soltó lentamente y caminé en puntitas de pie para no hacer ruido. Si bien estaba escuchando música no quise arriesgarme a averiguar a que volumen lo hacía. Traté de no mover la puerta, inhale para hacerme más flaquita y pasar por el espacio libre. Cuidadosamente deslicé primero el pie derecho, luego mi cuerpo y por último el pie izquierdo. Una vez afuera caminé para atrás sin hacer ruido.
Alguien me tomó por la espalda y puso su mano en mi boca. Quise llamar a Sam, pero no se escuchaba nada. Traté de zafarme, pero tampoco tuve éxito. Vi como Sam salía del aula lentamente y me estiré para tocar su brazo, pero tampoco llegaba. Finalmente se dio vuelta y nos vio a mi y a quien quiera que sea que me estaba agarrando.

-¿Puedes soltarla? – Sam se acercó y me tomó por el brazo para ponerme junto a él.
-Sabía que no habían dejado el lugar. – Cuando escuché su voz me calmé. Dentro de todas las posibilidades, era la menos grave.
-¿No vas a dejarnos en paz? – Le susurré a Jack para no hacer ruido. Él nos hizo señas para que lo sigamos, y eso hicimos.

Caminamos por el pasillo todavía iluminado, no estaba segura de a dónde nos dirigíamos, solo seguía a Sam y a Jack, que no emitían ningún sonido.
Nos detuvimos y la puerta del gimnasio se abrió. La luz que entraba por los ventanales de arriba iluminó el lugar. Jack cerró la puerta y se paró para quedar en frente de nosotros.

-¿Qué hacen aquí? – Ya no hablaba en voz baja.
-No es algo que te importe. – Le respondió Sam.
-No te estaba preguntando a ti.
-No es algo que te importe. – Le respondí lo mismo que Sam sonriendo irónicamente.

La sensación que el collar me da cuando estoy cerca de algo sobrenatural estaba aumentando. Sabía  que no se trataba de Jack porque había estado con él antes y nada había pasado, incluyendo que cuando entramos en contacto, ninguna imagen había venido a mi cabeza.
Comencé a caminar por el lugar mirando hacia todos lados. Gregg o algún otro, debía estar cerca, el problema es que no sabía dónde. No creo que la sensación aparezca si están fuera del Instituto. Sam me siguió y Jack nos miraba sin entender. Me aseguré de que la puerta estuviera bien trabada, y luego me aleje y abracé a Sam.

-¿Qué sucede con ustedes? – Jack estaba acercándose a nosotros cuando el ruido nos hizo mirar hacia las ventanas que estaban arriba nuestro en las tres paredes largas del lugar. El cristal se esparció por el lugar y Sam me cubrió para que no llegue hasta mi.
-Están aquí. – Le susurré. Él me miró y pude notar como salía sangre de varios sectores de su cuerpo, incluyendo de detrás de su oreja. – Estás lastimado. – Pasé mi mano por el lugar donde sangraba.
-Tranquila, voy a curarme. – Tomó mi mano y me ayudó a pararme. Buscamos a Jack con la vista y lo vimos hecho un ovillo cerca de las gradas. Corrimos hacia él y lo tomamos del brazo. – Debemos salir de aquí.

Tardamos unos segundos en llegar a la puerta del gimnasio y destrabarla. Sam ya no parecía tan calmado y Jack estaba totalmente asustado. Nos preguntó varias veces que estaba pasando, pero ninguno de los dos le respondió. Caminamos por el pasillo totalmente oscuro sin ir a ningún lugar específico. Me paré unos segundos y los chicos volvieron hacia mi.

-¿Qué sucede? – Me preguntó Sam buscando si estaba lastimada en algún lugar.
-No cortamos la electricidad. – Señalé una de las cámaras que estaban arriba nuestro. Con el hecho de que Jack estuviera con nosotros había olvidado por completo el tema de las cámaras - ¿Por qué no tenemos luz? – Ninguno de los tres era culpable, y eso sólo significaba una cosa.
-Vamos. – Sam tomó mi mano y volvimos a correr. Por un lado agradecía que no teníamos que ocuparnos de las cámaras, pero sabiendo cual era la razón, el pánico se apoderaba de mi.

Entramos al aula del laboratorio. Un error sabiendo que tiene ventanas por todos lados. Nos sentamos detrás de uno de los asientos y nos quedamos allí sin hacer ruido. El collar se había calmado, así que le hice una seña a Sam para que se quede tranquilo. Miré mi celular y no tenía señal. Eran las ocho, mi madre no había contestado mi mensaje e intentaba que eso me preocupara más que estar encerrada con un licántropo que quiere matarme en el Instituto. Pero no funcionaba.

-¿Alguno puede explicarme qué sucede aquí? – Jack se había puesto de pie y no paraba de caminar de un lado a otro. Miré a Sam y éste asintió.
-Jack, tienes que prometerme que no le dirás nada a nadie. – El chico me miró y puso cara de no entender. Pero luego cerró los ojos, suspiró y asintió con la cabeza. – Alguien está intentando matarme. – Quizás fui muy directa, pero no podía explicarle con detalle cosas que ni yo terminaba de entender. Jack soltó una carcajada y con Sam nos miramos.
-¿De que te ríes, idiota? – Le preguntó acercándose a él.
-¿Alguien quiere matarte? – Jack me señaló mientras seguía riendo.
-¿Es gracioso? – Le pregunté ahora acordándome también. – No le veo la gracia.
-¿Por qué alguien querría matarte Berry? Eres una nerd sin remedio, no eres importante. – Sam lo agarró de la remera y lo amenazó, haciendo que la risa de Jack termine.
-Juro que te partiría la cara, pero no es el momento. -Lo soltó y se alejó unos centímetros.
-Ambos están locos. No debería haberme quedado aquí. – Jack se dirigió a la puerta y en ese instante el collar comenzó a hacer arder mi pecho. Tomé la mano de Sam y detuve a Jack agarrando su brazo. – Suéltame, quiero irme. – El chico gritaba y aunque intentaba hacerle señas para que se callara, era imposible. Sam se acercó a Jack y puso una mano en su boca. Las lagrimas caían por mis mejillas, estábamos perdidos.
La puerta del laboratorio comenzó a hacer ruido. Los tres nos quedamos quietos a su lado. Jack parecía calmado y se veía el terror en sus ojos. Sam estaba atento y no despegaba su vista del lugar por donde Gregg iba a entrar, y mi collar seguía ardiendo. La puerta se abrió y tomé a Sam de la mano. Los tres miramos, pero nada pasó. Nadie entró y no entendíamos que había pasado. Sam soltó a Jack y nos hizo una seña para que esperemos sin hacer ruido. Se acercó a la puerta y temí por él. Se quedó allí quieto, así que no esperé y caminé a su lado, seguida por Jack.
Miré hacia donde él miraba y no pude creer lo que vi. Puse mis manos en la boca para no gritar. Una linterna iluminaba una figura en el suelo. Me acerqué un poco más y vi que el cuerpo del conserje estaba tirado en el pasillo. La sangre salía de su cuerpo y el olor que provenía de allí me daban ganas de vomitar. Me di vuelta para no seguir observado esa imaginé y vi a Jack sentado en el piso. Estaba en shock. Me senté a su lado intentando parecer calmada, pero estaba peor que él. Estábamos encerrados en el mismo lugar que un asesino. Y con una persona asesinada por él.

-Está muerto. – Dijo sin siquiera mirarme.
-Lo sé. Está muerto por mi culpa. – Suspiré. Casi ni lo conocía, pero eso no me hacía sentir menos culpable de su muerte. Si yo no hubiera estado allí escondiéndome, se hubiera salvado. Si hubiera salido Jack no habría pasado por todo esto. Seguía en shock.
-Entonces era verdad… alguien te busca para matarte. Pero ¿por qué? – Giró para mirarme. Su rostro había dejado de ser el del Jack que siempre veía, confiado y creído. Seguía siendo un idiota, pero se veía como uno bueno y lleno de pánico.
-Eso no importa ahora. – Sam interrumpió. – Tenemos que ver como deshacernos de él. – Se dirigió a mi y me señaló al conserje.
-¿Deshacernos?
-No podemos dejar que lo encuentren. Sería exponernos. – Por un lado Sam tenía razón, pero por otro lado, deshacernos sería prohibirle a su familia y amigos despedirse de él. Había muerto por mi culpa, no podía sacarle eso también.
-¿Crees que lo notarán? – Era claro de que si, el hombre tenía la mayoría de sus órganos fuera de su cuerpo. - ¿No hay otra opción? – Sam negó con la cabeza. Miré a Jack por si tenía alguna idea, pero parecía más desorbitado que yo. - ¿Cuál es la idea? – Pregunté finalmente.
-Sacarlo de aquí sin que lo vean y enterrarlo.
-No voy a ayudarlos hasta que alguien me explique qué es lo que está sucediendo aquí. – Jack salió de sus casillas y comenzó a caminar en círculos. -¿Quién le hizo esto?¿Por qué quiere hacerlo contigo?
-Sencillo, yo lo hice.

El Sol Y La LunaWhere stories live. Discover now