ÉL

3.2K 485 60
                                    

Al profesor de historia no se le ha ocurrido una mejor idea que dejar un trabajo grupal de tres integrantes por equipo.

Alentado por Miguel, uno de mis mejores amigos, me he unido a él y a Luisa, su novia.

Soy yo el que redacto el texto encomendado, mientras que mis otros dos compañeros hacen una que otra corrección.

Sin embargo, mientras escribo, noto un par de miradas tristes sobre mí. De inmediato, levanto la cabeza y hago una mueca de extrañeza.

— ¿Hasta cuándo vas a seguir así? —me pregunta Miguel.

— Disculpa, no estoy entendiendo...

— Sabes perfectamente a lo que me refiero. Ya hace un tiempo que te separaste de Gema y, al contrario de lo que pensé, cada día que pasa estás peor.

Me quedo pensativo por unos segundos. No sé qué responder ante esas palabras.

— Y tampoco creas que no nos damos cuenta de que a cada instante volteas a verla —continúa Miguel—. Por favor, Darío, te lo digo por tu bien: olvídala ya.

Luisa asiente y yo solo atino a agachar mi cabeza.

De reojo, te vuelvo a observar, pero esta vez me encuentro también con la mirada agresiva de Victoria.

Las cosas parecen cada vez más complicadas. Reconquistarte sería la más anhelada de mis proezas, pero mis esperanzas de que eso suceda, se van desvaneciendo lentamente con el pasar de los días.

Esto es una agonía. Mi corazón está moribundo y la única medicina para él... eres tú.

— La olvidaré cuando se seque la última gota del mar —digo, ante la mirada atónita de mis dos acompañantes.


Y sin embargo, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora