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Llegaste a mi casa, borracho a más no poder. Te ayudé a pasar y te pedí que te sentaras en el sofá y que esperaras a que fuera a la cocina por un vaso de agua. Cuando regresé, la puerta estaba abierta y no dudé en ir a buscarte. Cuando salí, vi que tu mejor amigo bajaba de su automóvil, en el mismo estado que tú. Te gritó para que lo acompañaras por combustible, no lo pensaste ni un segundo y fuiste hacia su auto. Traté de detenerte pero no me hiciste caso, te subiste en el lado del copiloto y bajaste la ventanilla. Te supliqué muchísimas veces que te quedaras, que no te encontrabas en buen estado y Oliver tampoco, que era peligroso. Dijiste que todo estaba bien, que no me preocupara. No pude decir nada más, pues empezaste a gritar que me amabas, que era lo mejor que la vida te pudo dar y que un idiota como tú, no merecía tener a alguien tan valiosa como yo.

En ese momento no le tomé importancia a tus palabras. Me enojé y regresé a toda prisa a mi casa. Cerré la puerta de un gran golpe y me fui a mi habitación. Pasaron unos minutos cuando fui a la cocina por un poco de agua y observé el reloj.

Eran las 10:45, entonces escuché que golpeaban fuertemente la puerta. Fui enseguida y me encontré con el mecánico de la esquina. No tuve tiempo de preguntarle qué sucedía cuando dijo que habías tenido un accidente a 4 cuadras de mi casa.

Corrí lo más rápido que pude cuando vi el automóvil volteado en la orilla de la carretera. Dejé de respirar por un momento, pero reaccioné cuando Oliver salió del auto confundido y con sangre escurriendo de su cabeza.

Me di cuenta de que tú seguías dentro, así que fui hasta tu lado y traté de abrir la puerta. Estaba atorada.

Grité como histérica para que alguien me ayudara, el mecánico llegó a mi lado unos segundos después y logró abrirla.
Oliver llamaba a una ambulancia y las personas se acercaban a ver qué sucedía.

Llegaron algunos vecinos dispuestos a ayudar y minutos después lograron sacarte. Te pusiste de pie y lograste dar algunos pasos desequilibrados, pero después caiste y rápidamente fui a ayudarte. Dijiste que tenías un dolor insoportable en la cabeza y que no podías seguir. Te rogué que aguantaras, que la ambulancia ya venía en camino. Entonces me dijiste que me amabas, besaste mis labios y acariciaste mis mejillas bañadas en lágrimas. Te pedí que no me dejaras, que te amaba y que no podría soportar la idea de perderte.

Dijiste que todo estaría bien.

No podía parar de llorar, gemias de dolor. Te sostenía en mis brazos cuando te empezaste a mover bruscamente.

Te estabas convulsionando.

Te hablé pero no reaccionabas. Estaba tan alterada que le grité a todos que te ayudaran, pero nadie sabía qué hacer. Al final poco a poco dejaste de moverte y gracias al cielo la ambulancia habia llegado.

Un hombre me hizo a un lado para que 2 paramédicos te ayudaran. Mi corazón se tranquilizó y las lágrimas cesaron.

Observé mientras uno buscaba tu pulso y el otro traía la camilla, entonces uno de ellos habló: "Hora de muerte, 11 pm"

Para MatthewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora