III

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Logró alcanzarla en una azotea cercana, supuso que había notado su presencia, así que lentamente dio pequeños pasos, temeroso de que aquella mujer fuera solo un juego más de su subconsciente.

— No sabes cuánto extrañé esta ciudad, Chat Noir. — La esbelta figura dió media vuelta sobre sus talones, quedando frente a frente con el felino y este divisó de inmediato cómo gruesas gotas caían de los brillantes azules. —. No sabes cuánto te extrañe a ti. — Sintió como sus ojos se llenaron de lágrimas también y no dio tregua a retenerlas. Su mente quedo en blanco, su boca no podía articular ni una sola palabra. Atinó a correr hacia ella y abrazarla, abrazarla como jamás lo había hecho y no dejarla escapar jamás, pero cuando se dió cuenta, era ella la que cumplía esa labor, envolviéndolo entre sus delgados brazos. —, no sabes cuanta falta me has hecho. — escondió su cabeza en el cuello del rubio, temblando junto al cúmulo de emociones que ese preciso instante despertó en su interior. —. y sobre todo, no sabes cuánto me mata que no digas ni una sola palabra.

Fue ese momento donde el felino no pudo retener nada más y dejó su rostro en el cuello de la chica, cautivado por el aroma que tanto había extrañado, dejando que una que otra traicionera lágrima escapara de sus verdes y enterrando su vergüenza se aferró al ajustado traje de su compañera. —. No puedo creerlo... N-no puedo creer que-e... que estés de vuelta.

Se separaron y ella seco sus lágrimas para luego tomar el rostro del chico quien ante tan cálido tacto solo cerró sus ojos, descansando su mejilla en la palma de ella. —. Vamos, no hay porque llorar... — dijo, limpiando las gotas con la yema de sus dedos y sonriendo levemente —. No estés triste, esta vez no me iré.

"No me iré"

Tres palabras que le devolvían toda razón de existencia.

— ju-juro que son lágrimas de felicidad my lady, jamás estaría triste po-por tu regreso... — ella rió ante tal reacción e inconscientemente pensó en Hugo y sus berrinches.

— Hora de calmarnos y ponernos al día ¿no crees? — revolvió un poco su cabello, él solo asintió con rapidez y sin previo aviso la tomo en brazos cual princesa.

LadyBug se aferró a él junto a una boba sonrisa, su aroma estaba intacto, casi juraría que no había cambiado su perfume en años e inundados en el grato ambiente, saltaron juntos hasta las alturas de la gran estructura que daba portada a París; La Torre Eiffel.

Ya en aquella obra de arte tomaron lugar sobre las vigas de metal, ella cerró sus ojos, disfrutando el aire que soplaba débilmente en su cara —. Dime chat... — hablo con los ojos cerrados —. ¿Qué ocurrió en los últimos cinco años?

— Seis. — corrigió de inmediato.

— Supongo que tú mejor que nadie los lleva contados, ¿no gatito? — Y por primera vez en años, él percibió el calor en sus mejillas.

— Tienes razón — Susurró y dio una sonrisa a su acompañante cayendo cuenta que ella también exhibía un notorio carmín que con vergüenza se asomaba tras el antifaz. —. Bueno, en resumen, Desde que desapareciste Hawkmoth también lo hizo y... y yo estuve a punto...

¿Desaparecerás ahora que volví? — preguntó, apoyándose en su hombro.

Imposible. — sentenció, cerrando los ojos e imitando su actuar. —. ¿Dónde fuiste?

Shanghai. — Se abrazó a si misma producto del frío. —. Es una cuidad tranquila, pude estudiar diseño y además...

— ¿Además? — Inquirió, esperanzado de que no anunciara nada relacionado con bodas o novios chinos.

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