XIV

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Cerró con un fuerte portazo, sus piernas tiritaban y lágrimas se confundían fácilmente con gotas de lluvia. Intentó calmar su respiración y olvidarse de todos los sentimientos anteriormente encontrados.

Vio como Hugo y su padre la observaban atónitos. Habían puesto pausa a su videojuego para voltearse a verla. —. ¿Hija? ¿Te encuentras bien? — Tom angustiado, la observo con preocupación, Hugo tenía la misma expresión en su rostro.

No podía demostrar debilidad ante ninguno de los dos, por lo que finalmente sonrío. —. Claro, solo estoy cansada, corrí para evitar la lluvia... —. Lentamente comenzó a sacar las capas de ropa que traía encima. —. Por cierto, conseguí el empleo

Tom se levantó de un salto. Desde pequeña, Marinette hablaba de lo maravilloso que sería trabajar para Gabriel Agreste. Elevó a su hija por los aires con un gran abrazo. —. ¡Lo sabía! ¡Felicidades cariño! —. El pequeño Hugo saltaba a un lado, reclamando la misma atención que se le daba a su madre. — ¡Creo que alguien quiere sumarse! — En el mismo instante imito la acción con el pequeño, todos rieron, felicidad era una palabra muy pequeña en estos momentos. Mientras, desde el marco de la cocina, Sabine presenciaba satisfecha la escena, orgullosa de la mujer que había criado, suspiro en silencio, con algo de nostalgia y volvió a su quehacer.

— ¡He preparado un pastel para celebrar! — Anunció y complacidos por el logro de su hija, ambos padres la invitaron a tomar asiento en la pequeña mesa llena de postres.

El despertador sonó, pero Adrien ya se encontraba en pie hacía treinta minutos

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El despertador sonó, pero Adrien ya se encontraba en pie hacía treinta minutos. ¿era normal estar ansioso por aquel primer día de trabajo que ni siquiera era suyo?

No lo sabía con exactitud, incluso comenzó a imaginar cuál sería el Outfit que llevaría su amada y estaba tan inmerso en aquel pensamiento que ni siquiera se despidió de Lila.

Una pelea la noche anterior habría causado que su sueño, otra vez, se depositará en el sillón del primer piso.

Pero para la mañana, ya nada le importaba. Este día sería perfecto.

Condujo con cuidado hacia el edificio, todos los empleados lo saludaban amistosamente, como cada día. Aunque estaban desconcertados por la inusual y temprana llegada del joven.

Normalmente acudía bastante tarde a su trabajo.

Más hoy, sin titubear, se encontraba a las ocho en punto, acordando los últimos detalles de la nueva oficina en el edificio.

Ella entró temerosa, pero a tiempo.

Asomo su frágil cuerpo a travez de las grandes puertas, y se quedó paralizada viendo el gran letrero que definía el nombre de la marca y adornaba el excéntrico vestíbulo, intimidándola.

• Le Secret • (Corrigiendo)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon