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Después de aquel día con Jimin sólo hemos compartido unos besos fogosos y unos cuantos sueños. No puedo negar que he querido llegar más allá de esos besos, pero el pervertido dentro de mí se está conteniendo.

Abrí los ojos después de otra noche compartida de sueño a su lado. Me levanté en silencio para no despertarlo. Me puse una camisa cualquiera y junto con Min salí a la sala. Encendí la televisión para algo de entretención. Estaba tranquilamente disfrutando de mi televisión basura cuando Jimin sale de la habitación con una de mis camisas y absolutamente nada debajo. Venía de refregar sus ojos debido al sueño pero a la vez se movía muy malditamente bien.

—Buenos días Min —se agachó para tomar al perro y sostenerlo en sus brazos para un saludo matutino.

Yo sólo estaba respirando con fuerza, recordando como se llenaban los pulmones de aire, porque estaba a punto de morir. Y es que al agacharse Jimin mostró todo su hermoso trasero.

¿Y adivinen quién no pudo evitar mirar? Sí, yo.

Dejó a Min en el suelo y movió sus pies a la cocina. Preparó agua caliente para un café y tostó el pan, un excelente desayuno para él.

—¿Y para mí no hay un beso? —murmuré levantándome del sofá y siguiendo sus pasos a la cocina.

Pero no respondió.

—Oye Jim —lo llamé, esperando por sus ojos brillantes y una risotada pero nunca llegó—. ¿Pasa algo?

Ni me miró.

—¿Estás enojado? —insistí.

Pero el seguía sin inmutarse por mi persona.

—Bebé —murmuré más suave.

Pero nada. Ni me miraba ni me hablaba. Y pareciera que tampoco me escuchaba.

—Ya bast, Jimin, es molesto —dije pensando que se trataba de una broma muy mala.

Me acerqué más a él. Lo iba a tomar del brazo y voltearlo, pero mi mano pasó por el mismo como si de aire se tratara.

—Qué mierda...

Entonces Min ladró, llamando la atención de mi novio quien fue a mirar que le pasaba. Min me ladraba a mí desde un rincón, pero no como si atacara, me movía la colita y orejas.

Jimin palideció.

Nuevamente se agachó a la altura del perrito, dejándome ver más de su piel pero ignoré eso por el rato.

—Min, yo también lo extraño. Tranquilo, bebé —besó su nariz y se abrazó a él mientras las lágrimas caían por sus mejillas al suelo.

Un dolor paralizante me dejó en el piso, Jimin y Min ya no estaban ahí. La habitación se quemó rápidamente con las llamas alcanzado mis pies y de ahí todo mi cuerpo. Grité, tanto que mi garganta se rompió. El olor a quemado, a mierda, a muerte me mareaba y entonces recordé donde estaba.

Todo desapareció y mi cuerpo anteriormente calcinado volvió a su forma. Respiré profundamente y me quedé ahí, esperando que todo volviera a empezar para ver a Jimin otra vez y quemarme otra vez.

KEEP ME FEAR ✿ YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora