Capítulo 6

191 38 5
                                    

"Una persona sorda puede hacer cualquier cosa igual que un oyente, excepto oír".
—King Jordan.

"Cuando se es sordo, es cierto que no se puede oír, pero todo lo demás se puede hacer, e incluso más".
—Carlos Michaud.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Adam había pasado todo el resto de la semana dándole clases de lenguaje de señas a Grace. Tuvo que aceptar que la chica aprendía increíblemente rápido, pero también era cierto que hacía señas increíblemente lento comparándola con cualquier persona que conocía. Él sabía que ella estaba al tanto de eso, y la admiraba por sus ganas de aprender.

Grace le contó de la interminable cantidad veces que había empezado lecciones de señas para nunca acabarlas, pero aún así, la calificaba como perseverante. Le gustaba que tuviera interés por su mundo, que no se hubiera acobardado después de lo que pasó en el restaurante... Después de aquello la culpa lo había golpeado un poco, pero nadie se sentía culpable de que ese tipo de cosas le sucedieran a él, por lo que pudo superar su culpa rápidamente.

Era lindo además, ver cómo arrugaba la nariz cada vez que se frustraba porque no podía deletrear su nombre a la velocidad que le gustaría, o porque armaba mal una frase. Y tenía que aguantar la risa en cada ocasión  que se trababa en la misma letra una y otra vez; no por burlarse de ella, sino porque realmente sus expresiones no mentían.
Con Grace no había necesidad de usar el lenguaje corporal, era como si tuviera escrito en la frente con letras luminosas lo que sentía, y le agradaba eso. Las personas que conocía eran expresivas porque formaba parte de su idioma y cultura el serlo, habían aprendido hasta el punto de volverlo parte de ellos, pero Grace parecía simplemente haber nacido así.

Se regañó a sí mismo, y se dijo que eso no tenía nada de lindo, que solo le alegraba porque ser tan expresiva le ayudaba a darse a entender con los signos... Le hacía feliz que poco a poco se estuviera integrando a su mundo. Ya le costaba imaginar cómo era que una semana atrás no sabía nada de ella aparte del color de sus ojos y ahora estaba aprendiendo tanto... tal vez incluso más de lo que ella aprendía de él.

Había preparado tres lecciones para ella, la primera, sentir vergüenza, no salió tan mal como solía ser para ellos y había gozado cada momento. Él no trataba de ser cruel, no disfrutaba viéndola sufrir porque era oyente y ahora sabía por lo que él pasaba, no, disfrutaba que ella viera cómo era ser él, que por lo menos en eso pudiera entenderlo.

Adam jamás había deseado ser nadie más que no fuera él, no consideraba que se perdía de la capacidad de oír, más bien sentía que había ganado la sordera; le encantaba ser sordo. Él sabía lo que era realmente poder sentir la música, y consideraba que los oyentes no eran capaces de hacerlo porque se pasaban más tiempo escuchándola que sintiéndola. Tampoco le apenaba que las personas le miraran raro, siempre había curiosos, pero en lo personal, más que verlo habría deseado que le preguntaran sin miedo a ofenderlo —como si fuera algo de lo que no estuviera al tanto— para romper con su ignorancia. Como el pensar que son "sordomudos" cuando señores, solo son sordos, si no hablan es porque no quieren o no saben como; o pensar en lo pobres y desdichados que deben ser porque ¿cómo pueden vivir sin escuchar? Bueno, ¿cómo ellos podían vivir con tanto ruido todo el tiempo y sin poder tener verdadero silencio nunca? No. Él era orgullosamente Sordo. Había tenido tiempo suficiente para conocerse a sí mismo ya que sus pensamientos era lo único que oía, ¿cuántos oyentes podían tener la suerte de poder decir que realmente se escuchan a sí mismos cuando están tan ocupados escuchando todo lo demás incluso inconscientemente?
O el hecho de que creyeran que el lenguaje de señas era universal en lugar de estar al tanto de que cambia en cada país aunque se tenga el mismo idioma.

Adam no juzgaba a los oyentes, al igual que él, aunque a la inversa, el ruido era todo lo que habían conocido y no podían imaginar un mundo sin el sonido, pero tenía muchos amigos a los que realmente les molestaba que las personas no se dieran el tiempo de siquiera saber lo mínimo sobre ellos, cuando ellos debían saber todo de los oyentes para poder adaptarse. Creían que no era justo, y no lo era.

Tal vez para las personas era solo una de esas cosas que o sabes o no sabes y da igual, después de todo "somos ignorantes pero no todos ignoramos las mismas cosas", pero para él, era triste el hecho de que existieran tantos no-oyentes viviendo entre ellos y no se hicieran un momento en su vida para aprender a decir "hola". Eran tan egoístas... Su comunidad era genial, automáticamente tenias un nuevo amigo si te topabas con algún sordo. Los oyentes no tenían el bello privilegio de identificarse por su capacidad de oír, pero ellos sí. Eran una comunidad, una familia, y se ayudaban unos a otros; eran más unidos que los oyentes, porque unos a otros eran lo único que realmente tenían.

Por desgracia no a todos se les podía enseñar cómo era su vida, pero él tuvo la oportunidad con Grace, y tal vez esa fue la razón por la que se ofreció mostrarle en primer lugar —eso, la intriga y sus bellos ojos, claro— y no iba a desaprovecharla.

Cuando le semana acabó, Adam decidió que Grace estaba lista para la siguiente lección.
Esperó que no fuera demasiado y se viera obligada a salir corriendo; porque realmente, realmente deseaba que pudiera de verdad entenderlo...

Mundo Onírico (#WOWAwards2017 ganadora)Where stories live. Discover now