Un paso más cerca del paraíso

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*Visión de Carol*

Un agradable olor a comida me despertó de mi profundo sueño, junto a unos cuantos ruidos procedentes de la cocina. Entreabrí los ojos levemente y desde mi posición podía ver a través de la ventana gran parte de la ciudad de San Francisco en completo movimiento. Pude escuchar en aquel momento que, de fondo, se escucha música a un volumen muy bajo. Puse atención y distinguí inmediatamente que se trataba de Led Zeppelin. Sonreí inconscientemente y me acurruqué entre las mantas que tenía cubriéndome. Justo entonces una figura delante de mí colocó algo sobre la mesa de cristal.

-Buenos días. –respondió Alex mientras cuidaba que todo lo que se encontraba en la bandeja que había traído estuviese perfectamente. –Te he hecho el desayuno. Bueno, para ambos.

-No hacía falta, Alex. –dije mientras estiraba mi cuerpo y emitía un bostezo. –Pero muchas gracias, tiene todo muy buena pinta.

Me incorporé sobre el sofá quedando sobre éste sentada. Al ver aquel manjar se me hizo la boca agua, pues si no era en los buffets de los hoteles que parábamos durante la gira nunca podía desayunar aquello que había preparado Alex: bacon, huevos revueltos, tostadas, croissants, café, zumo natural, fruta, jamón, tortitas...

-Oye... ¿De dónde has sacado todo esto? Hay cosas que hiciste que no tenía en la cocina. –dije mientras daba un bocado a una de las tostadas.

-He ido al supermercado mientras dormías. –dijo sonriendo.

-Joder, Alex. No sé cómo agradecerte tal detalle. –respondí con la boca llena mientras comía sin parar.

-Con una sonrisa tuya me vale. –dijo él dando un sorbo al café.

Yo le sonreí ampliamente como una niña pequeña al que acabas de darle un caramelo. Continuamos desayunando con las vistas de San Francisco que teníamos frente a nosotros. Tras estar charlando un rato tranquilamente Alex pareció recordar algo y cortó la conversación que estábamos teniendo en ese momento.

-¿Sabes? Creo que hay algo con lo que sí que puedes compensarme. –dijo él mientras miraba hacia un lado inocentemente.

-¿Ah, sí? ¿De qué se trata? –pregunté terminando aquel delicioso zumo.

-De algo que a ti siempre te ha hecho feliz, pero que llevas un tiempo sin hacerlo... -respondió a modo de acertijo.

-¿Acostarme con alguien? –pregunté entre risas devorando unas cerezas.

Alex enmudeció y al instante estalló entre risas con mi comentario.

-No, se trata de algo más fácil y que tiene en aquella habitación. –respondió él señalando hacia la habitación donde se encontraba mi batería.

Yo no respondí ante su comentario. En lugar de eso miré en lo más profundo de mí buscando la respuesta adecuada, una respuesta que ya tenía, pero que tan solo tenía que encontrarla y escogerla sin temor.

-Lo he estado consultado con el cojín esta noche y... -dije seria en voz baja. Alex se encontraba paralizado esperando mi respuesta. –Creo que tienes razón. Debo volver a hacer lo que más me gusta en esta vida, que es tocar la batería. Avisa a Sarah y Christian y diles que el grupo está completo. Además tenemos habitación para ensayar.

En aquel momento Alex estalló de alegría y se abalanzó sobre mí mientras me abrazaba y me daba besos por toda la cara y cabeza.

-¡QUÉ GRAN NOTICIA, CAROL! ¡NO TE PUEDES IMAGINAR LO FELIZ QUE ME HAS HECHO! –exclamó Alex.

-Creo que puedo hacerme una idea. –respondí riendo debido a su reacción.

Los dos reíamos como críos. A pesar de todo lo que había pasado el día anterior hoy estaba realmente feliz. Alex me transmitía alegría, luz y felicidad, algo que no sentía desde hacía mucho. Por lo que, que él consiguiera provocarme tales emociones después de todo lo que estoy pasando lo valoro muchísimo. Me quedo corta con decir que es una persona increíble y única.

The Day That Never ComesWhere stories live. Discover now