Un toque especial

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Carol estaba convencida de que aquel apartamento era el mejor que había visto nunca. Era realmente acogedor. Lo que más le llamó la atención fue la enorme cristalera que había en la pared que daba a la calle. Recorría desde una de las esquinas del piso hasta la otra. Aunque era de noche, Carol supo que sería un apartamento muy luminoso debido a esta gran cristalera que tenía.

Las paredes eran color pistacho. Dos grandes sofás, un sillón y una mesa bajita ocupaban el centro del salón. A la derecha se encontraba una barra que separaba la pequeña cocina del salón. No había puertas, tan solo aquella barra junto con dos taburetes.

Ella avanzó lentamente observando con detenimiento el sitio. Al caminar un poco se percató de la presencia de un pequeño escritorio y una silla frente a la gran cristalera. Continuó avanzando y se topó con una puerta. Los demás le siguieron y ella cuando la alcanzó la abrió.

La puerta daba paso a un corto pasillo. Desde la misma puerta justo a la izquierda se encontraba el baño. En su interior, una ventana translúcida estaba situada dentro de la ducha. En aquel momento pensó que estaba un poco mal situada, ya que la verían bañarse, pero luego se percató de que estaban en la segunda planta y el edificio de enfrente estaba lejos, así que nadie la vería. Además de que el cristal translúcido no dejaba ver con claridad. Un espejo quedaba justo frente a la ducha encima del lavabo.

Carol salió del baño y continuó andando por el pasillo hasta toparse con una puerta a su izquierda. La abrió y dedujo que era su habitación. James encendió la luz. Al fondo de la habitación se encontraba una gran ventana que ocupaba el ancho de la pared. Bajo ella una cama de por lo menos tres metros de ancho y unos tres metros y medio de largo. Le encantaban las camas grandes, poder estirar sus piernas y brazos sin que quedarse en el aire. Ella corrió hacia la cama y se lanzó en ella. Comenzó a hacer volteretas sobre ella mientras reía.

-¡Puedes hacer volteretas y no caerte al suelo! –exclamó ella como una niña pequeña mientras saltaba en la cama.

-Veo que te gusta. –contestó James metiendo sus manos en los bolsillos mientras le sonreía.

Ella asintió enérgicamente mientras daba saltos sobre el colchón.

-También puedes hacer otras cosas en ella. –dijo Lars sonriendo a James de manera perversa.

James no pudo evitar soltar una pequeña sonrisa al comentario que Lars hizo, pero Carol les interrumpió.

-Eso lo decido yo. –dijo ella con aires de superioridad bajando de la cama y pasando entre Lars y James sonriendo.

Salieron de la habitación y continuaron andando por el pasillo. Carol llegó a la siguiente puerta y la abrió. Estaba completamente vacía, pero era más grande que la anterior. Una ventana del mismo tamaño que la de su habitación era lo único que había. La moqueta azul del suelo de la habitación acompañaba el vacío. Ella miró frunciendo el ceño a James preguntándose que tenía esa habitación de interesante.

-Iba a ser una sorpresa, pero se ha retrasado un poco. Cuando llegue tu batería la colocaremos aquí. También pondremos varios sofás, colchones, cojines y almohadas. Aquí podrás ensayar con la batería y traer a quien quieras para que pase el rato cómodo. Realmente la habitación estaba pensada para que fuese de Pablo. Pero debido al cambio de planes pues he hecho un cambio en ella. Quería asemejarla lo más posible a las habitaciones que nosotros teníamos cuando empezamos. Los instrumentos, colchones… Ya sabes. Por si un día formas una banda, podréis ensayar aquí sin tener que pagar un local de ensayo.

Carol volvió a barajar la posibilidad de un grupo tras aquellas palabras de James. Allí podrían ensayar bastante bien, ella tendría su batería ahí y los demás traerían sus instrumentos. Se podía estar realmente cómodo, cuando no estuviesen tocando podrían relajarse en los colchones y en los sofás. Además si alguien necesitaba quedarse a dormir podría hacerlo allí sin problema.

The Day That Never ComesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora