Capítulo 52

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Sus ojos se abrieron de par en par, y sus labios callaron por casi un minuto. Mis mejillas quemaron mientras permanecía en silencio también. Casi sentí miedo de lo que respondería... ¿Y si me había apresurado ahora?¿Qué estaría pensando ahora? Rogaría por leer su mente en este instante, saber lo que piensa. Maldigo el momento en que he soltado aquello. Me veo obligada a, después de algunos segundos, soltar el aire que no me había dado cuenta que retenía.

Que el mundo se parta en dos y me trague, por favor.

—D-Daphne... Daphne, nena, y-yo... —balbuceó con torpeza, con las mejillas carmesí. Mordí mi labio con angustia, mirándolo con nerviosismo.

Suspiré, y me alejé.

—Bien, creo que no fue muy buena id...

—No, no. Daphne —detuvo mi mano en el cerrojo de la puerta principal. Lo observé, apenada, rogando mentalmente el que tan sólo dejase que recoja mi dignidad y el que me dejase ir a casa. Pero no fue así. Posó su mano sana con delicadeza sobre mi mejilla, puedo decir que incluso su rostro reflejaba cierta angustia—. Tú... ¿estás muy segura de lo que acabas de decir?

Muerdo mi labio de nuevo, y lo libero luego, sonriendo un poco. Logro asentir.

—Lo estoy, Harry.

—¿Muy, muy...?

—¿Quieres tú estar conmigo? Tampoco quiero sonar como una aficionada, necesitada, Harry —reí un poco, aunque creo que mostraba suficiente pena ya—. Sólo..., creo que es momento. Te quiero, Harry, y sinceramente pensé que sería tiempo de..., de hacerlo.

Él sonrió un poco, y suspiró. Se acercó a mí, mucho más, y atrapó mis labios como otras tantas mágicas veces. Su mano acunó mi mejilla, y las mías su cabello; basados en un tierno beso, aunque demostrando lo suficiente cuanto nos queríamos. Y deseábamos. Supe que Harry deseaba tanto este momento como yo, a pesar de lo nerviosos que podríamos encontrarnos por este encuentro. Sonrió sobre mi boca.

Caminamos despacio y entre pequeñas risas como podíamos, el chico con un brazo herido y mi pie vendado quizás eran la combinación más divertida que pueda haber. Me pide ayuda para que quite el nudo de la venda que sostiene su brazo herido, y aunque le digo que no debería, él insiste en que no podremos hacer el amor como se debe si su brazo se interpone.

—Estás loco —solté una risita, ruborizada, y ayudé a deshacer el nudo en su hombro. Él me miraba sonriendo y me hacía sentir nerviosa, bastante.

Subimos las escaleras entre tropezones, mi pie era la peor parte de esto, santo cielo. Llegamos a su habitación al menos cinco minutos después, creí incluso que sólo nos echaríamos a dormir en la cama después del desgaste que habíamos hecho tratando de no hacerme rodar por las escaleras entre los saltos que daba para llegar. Harry maldijo el que su muñeca y parte de la mano hasta casi el codo estuviese vendado, pues decía que no podría tocarme tanto cómo desearía.

No sabía si lo hacía a propósito, pero incluso refunfuñando, me hacía quedar más encantada con él.

Retrocedí hasta la cama, con él sosteniéndome despacio de la cintura.

Me recosté despacio en la cama, esta vez con los nervios de punta. Se acomodó con cuidado entre mis piernas, y noté también lo tenso y nervioso que se encontraba cuando acaricié sus hombros. Me miró a los ojos, y yo a los suyos, sonriendo tímidamente por no decir a punto de desfallecer en el momento.

NERD.Where stories live. Discover now