Capítulo 3

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Santiago y Mateo hablaban de cosas que para mi eran irrelevantes. Supuse que tenía que ver con asuntos que ambos vivieron antes de que llegaran a esta situación conmigo. ¿Qué habría hecho Mateo para que estuviera aquí? No vi la marca en él. ¿De todos estaba en el cuello? Y fue cuando comencé a maldecirme. ¿Cómo no me fijé en si Santiago tenía la marca en el cuello? Él no tenía el cabello largo ni nada por el estilo, debería estar ahí… y si la miraba seguro me explicaría que significaba.

Me detuve y esperé que pasaran por mi lado para poder quedar a sus espaldas y ver su cuello. Había una marca allí, pero otra marca en el brazo me llamó la atención.

— ¿Qué es eso? — pregunté, apuntándole al brazo.

— Un tatuaje, ¿Tú no tienes alguno? – respondió como si no importara. Mi abuelo me hubiera cortado ese pedazo de piel si descubría que tenía un tatuaje.

— ¿Y el de tu cuello? ¿También es un tatuaje?

— Sí, pienso hacerme otro en el pecho. — dijo levantándose la camiseta para que viera su torso bien formado. Seguro se ejercitaba mucho… ¿Estaba pensando en su abdomen? Moví la cabeza para aclarar mis ideas.

Me quedé sin palabras y eso pareció hacerle gracia.  Siguió caminando riéndose con Mateo.

—De hecho…— dije llamando su atención. Ambos voltearon para mirarme. — Tengo uno.

Me puse el cabello a un lado y mostré mi cuello desnudo donde supuse que debía estar la marca. Quise girarme y ver su expresión y cuando lo hice se lo veía tranquilo.

—Muy lindo. — dijo como si nada. — ¿Por qué lo ocultas detrás de tus dorados rizos?

Sin poder evitarlo me toqué el cabello…

—Porque…  Dime que significa este tatuaje.

—Tú te lo hiciste, deberías saber qué significa…

— ¿Qué significa el tuyo? — pregunté interrumpiéndolo. No iba a rendirme tan fácilmente, pensaba insistir hasta que me dijera qué significaba el mío.

—Este de aquí — dijo enseñándome el de su brazo. — es uno familiar, toda mi familia se lo hace. Y el de mi cuello es de los cuatro elementos.

— ¿Por qué te capturaron? ¿Por qué los están castigando aquí? — pregunté directamente. Santiago borró la sonrisa que tenía y tomó a Mateo y siguió caminando. — ¡Responde!

— ¿O si no qué? —dijo retándome pero no se detuvo para nada. — ¿Te irás?

Podía hacerlo y morir un poco más adelante. “Ante todo el orgullo” me dije a mí misma. Me crucé de brazos mientras ellos seguían avanzando. Tal vez Santiago no sabía a dónde estaba yendo, tal vez sólo se hacía el que sabía para que Mateo no se preocupara.

De todas formas los tres moriríamos adentro, ¿Importaba si uno lo hacía antes que otro?

— Bien. — gritó Santiago volteando para mirarme. Estaban ya lo suficientemente alejados, así que hablaba a gritos. —Lárgate.

Fruncí el ceño, pero le obedecí. Le di la espalda y caminé por donde habíamos venido. Sabía que encontraría a alguno de los cazadores si iba por ese camino, pero en ese momento no me importaba.

En unos minutos quedé sola. No escuchaba nada más que mi propia respiración y el viento que hacía mover las hojas haciendo que algunas cayeran.

—Sólo quiero saber qué significa. — dije hablándole al aire.

“Tal vez sólo te estás volviendo loca” volvió a hablar la voz de mi cabeza. “Tal vez sólo quieres pensar que tienes algo especial, ese algo que siempre has creído que tenías”

InaudioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora