Episodio 4: Parte 4

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Punto de vista de Jack

-Yo... No, supongo que solo es un flechazo - mentí.

No quería apresurarme, sabía que si se lo decía lo iba a asumir, y si ella no estaba enamorada de mi o cambiaba de parecer acabaría destrozado. Tenía que asumir mi misión y no dejarme desorientar por una chica prácticamente perfecta por lo menos para mí.

-Pues para no estar enamorado... - dijo indignada.

No quise responder solo volví a dirigir mi mirada hacia el cielo pensando en si ella sería tan inalcanzable como la más lejana de esas estrellas.

Me sentía idiota por mentirle ya que obviamente se me notaba, pero en el fondo era la opción que respondía mejor a la lógica. Si hubiese dicho que sí no creo que ella hubiese dicho que me correspondía y si se diese el caso estaría aún más centrado en ella y menos centrado en mi misión. El destino del universo estaba en juego, el destino de billones de formas de vida...

-¿Ves esa constelación? - dije al ver la constelación de la osa mayor.

-Si.

-Mi madre me dijo que cuando se muriese iba a esperarme en el cielo y que un día seriamos como la osa mayor y la osa menor.

-Tu madre era muy romántica.

-Si, si que lo era - dije perdiendo mi vista en el cielo mientras pensaba en lo feliz que sería mi madre de estar conmigo para intentar ayudarme con Emma y mi amor por ella.

Punto de vista de Sarah

-No lo sé, ¿por qué no te gusta tu cuerpo?

-Bullying.

-Envidia - dijo serio y confiado - se llama tener envidia y miedo de lo irresistiblemente sexy que eres.

Me quedé sin palabras, no sabía que decir, no era capaz de pronunciar una sola palabra.

-Créeme eres hermosa, aunque estás algo delgada, deverias comer mejor.

-Ya...

-Pues no se hable más -dijo volviendo a cojerme boca abajo.

-SUELTAME - le gritaba mientras de daba golpes en la espalda.

-No no no - dijo medio canturreando de forma infantil y pícara.

Me llevó a la cocina y me prometió que si me quedaba quieta en mi silla y me portaba bién me daría un beso. Así que me quedé de brazos cruzados en la silla viendo como cojía cosas de la despensa y las introducía en la cocinera automática. Al terminar me trajo una bandeja llena de fresas con chocolate bollos de todo tipo, bombones...

-¿Tengo que comerme todo esto?

-Si, todo.

-No tengo hambre.

-Llevas sin apenas comer como poco desde que llegaste aquí.

-Pero no tengo hambre.

-Entonces tampoco querrás que te bese - dijo dando se la vuelta para irse, sabiendo que le iba a detener y a hacerle caso.

-Vale...

Me comí todo bajo la atenta supervisión del señorido buenorro. Una vez terminé se acercó a revisar que no hubiese hecho trampas y una vez seguro me besó.

-Bien, ahora va siendo tarde así que habrá que ir a "dormir" - dijo y me cogió como si fuera una damisela en apuros para luego tirarme a la cama empezar a sacarme prendas.

Punto de vista de Jo

-Vale...

Terminé toda la comida pero veía en sus ojos que no le bastaba.

-Come algo más.

En ese momento un pensamiento se coló sin permiso en mi mente, sin poder evitarlo mis ojos se desviaron hasta encontrarse con sus heridos labios.

-¡Jo!

-¿Eh?

-Al fin has vuelto de las nubes, ¿en que pensabas?

-En nada - dije mirando hacia abajo.

Entonces vi que en el plato había un cupcake de nata, chocolate y fresas.

-¿Y esto?

-Para agradecerte que no me mataras.

-Soy yo el que te tiene que dar las gracias, si no se lo hubieses impedido Dark me hubiese matado, aunque no sin razón.

Se cruzó de brazos y me miró seria ladeando la cabeza, pero no aguantó mucho porque enseguida se dibujó una sonrisa en sus rotos labios.

Sin ninguna razón aparente me abrazó con fuerza y empezó a llorar.

-¿Que pasa? ¿Por que lloras?

-Creí que te ibas a morir - dijo entre sollozos.

-Estoy bien.

-Lo sé por eso lloro.

-¿Me querías muerto?

-¡No idiota! Lloro de felicidad -  dijo apartándose para sonreirme.

Seque sus calientes y saladas lágrimas con mis manos y le sonreí de vuelta.

-Incluso llorando es preciosa - dije en alto, pero para cuando me di cuenta ya era tarde.

Esme sorprendida y algo colorada se apartó de mi y fue al fregadero para lavarse la cara.

-Ya es tarde, habrá que ir a dormir - dijo ya más calmada mientras se secaba la cara y se giraba hacia mi.

-Si.

-¿Te importaría si durmiese contigo? Es que suelo tener muchas pesadillas.

Una sonrisa se dibujó en mi cara.
-Claro, estaré allí para protejerte - dije con una sonrisa de satisfacción.

Descendiente de Albert Einstein: El Secreto Nuclear.Where stories live. Discover now