- Albert, ¿por donde entraron? – exclamó sorprendida la rubia.
- Conocemos una ruta menos trabajosa – respondió el rubio ayudando a Candy a salir de la poza.
- ¿De verdad! ¡Qué alegría verte! – apenas salió y lo abrazó efusivamente, provocando celos al castaño.
- ¡Gracias terroncito! – soltó una carcajada.
- ¿Terroncito? – repitió molesta.
- Bueno tú me dijiste que ya no te llamara pecosita, de algún modo te tengo que nombrar – señaló él divertido.
- Muy gracioso Albert – lo golpeo en el brazo.
- Albert deja de molestar a Candy, ¿cómo les fue? – preguntó Richard obviando que Albert y Candy se encontraban en medio de una riña familiar.
- A Candy se le terminó el aire – informó el castaño.
- Me lo imaginaba, los miembros de tu familia se dan su importancia – comentó Richard sonriendo al ver que terminando su comentario Albert fruncía el ceño.
- Calma Richard, que según recuerdo mi tío dejó que ganaras – le recordaron.
- Sí claro – bostezó Richard ante el comentario.
- Alguien sabe cómo me deshago de este problema – levantó la mano viendo que ellos seguían unidos.
- Ah ese... - Richard y Albert los observaron y después se observaron entre ellos dos.
- Sí este – exclamó desesperado.
- Bueno pues creo que Candy sabe cómo hacerlo – todos observaron a Candy ante este comentario.
- ¿Alguien puede informarme? – preguntó Candy molestándose un poco pues al parecer todos sabían menos él.
- Sí por supuesto, Candy – inquirió el rubio.
- Bueno cuando ellos se vayan cenaremos y pasaremos un rato aquí los dos solos, podemos platicar – sugirió ella.
- ¿Platicar? – gritaron ambos hombres asustando a los chicos.
- ¿Que tiene? – cuestionó la rubia.
- Eso es lo que menos tienes que hacer – le recordó su rubio tío.
- Albert, déjame en paz – le dirigió una mirada reprobatoria.
- Me pueden decir ¿de qué hablan? – preguntó Terry.
- Lo que Candy no quiere decirte es que después de un ritual que se hace, te tiene que b...- fue interrumpido por la rubia.
- Albert es necesario, no puede ser una sorpresa – sugirió ella.
- Bueno, pues mejor creo que nos vamos – refirió Richard.
- Candy dime ¿qué es lo que planean? – comenzó a cuestionar su actitud para con él.
- Espera y verás, Albert trajiste lo que te encargué – le susurró la rubia.
- La cesta está detrás de la roca dónde estás sentada, provecho – se despidió de ambos y comenzó a caminar.
- Albert no le digas eso, se lo va a tomar en serio – intentó bromear Richard.
- Suerte Terry, aprovéchate de esta oportunidad – recomendaron ambos.
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Un amor que no entiende de pasiones
RomanceESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Él, un millonario desde el nacimiento. Ella una hermosa y sencilla doctora. Él un Don Juan ha...