- ¿Puede usted guardar la compostura Sr. Clarke? Bien, prosigo... - pidió Hobes haciendo que Robert guardara silencio por la fuerza. Dado que la primera opción es la que ha sucedido primero, le solicito a la señora Candice White Grandchester que me proporcione la llave ubicada entre las espadas del broche heredado por su madre para abrir la caja fuerte aunada a la lectura de este testamento.
- Señora Candice, ¿dónde está? – cuestionó Adolph buscándola entre todos los que se encontraban mirándolo.
- ¿De qué está hablando abogado? Sí mi hija estuviese aquí, ¿no cree que lo sabría? – gritó enfadado Robert.
- Espera Robert, dice que es Candice White Grandchester, ¿hay algo que deberíamos saber William? – preguntó Adolph.
- ¡Esperen, esperen! – interrumpió en tono alto Hobes.
- ¡Basta, aquí está el broche señor Hobes! – Candy se levantó y quitándose el broche lo colocó en la mesa, ante la furiosa mirada de los hermanos Clarke y la asustada de Richard y Albert que observaban cada movimiento de ellos ante la acción peligrosa de su nuera hija.
- ¡Candice! – Hobes gritó su nombre.
- ¿Con que Candy Grandchester? Bueno Richard, creo que has tenido buen gusto después de todo – Adolph le sonrió cínicamente a Richard y libidinosamente a la rubia.
- Pero... ¿cuándo se conocieron? Te hemos seguido la huella desde hace cuatro meses, ¡no pueden estar casados! – exclamó Robert.
- Sólo se ha casado hace uno, lo conoció hace tres y medio – explicó Richard, sacando de su asombro a todos.
- ¡Tan pronto! Hasta hace poco estábamos con la costumbre de un año de noviazgo, ¿dónde fue que me perdí? – rebatió Robert.
- Saltamos de siglo, estamos en el siglo XXI no en el XVI, las mujeres Andley ya no somos tan...sumisas – explicó Candy mofándose de su "padre".
- Si te hubieses quedado conmigo, no serías tan respondona – reclamó Robert, observándola y reconociendo algún dejo de Violet.
- Si me hubiese quedado con usted, hubiera muerto hace mucho tiempo y de cualquier manera hubiese robado el dinero de mi madre, señor – Candy le aclaró una verdad que él recordaba mucho, haciendo que Albert sonriera.
- ¡Soy tu padre! – exclamó Robert.
- Eso es lo que usted cree, mi nombre de soltera es Candice White Andley Duff – respondió en son de burla.
- ¡Mentira! ¡Eres una Clarke Duff! – gritó mientras se ponía colérico por ese atrevimiento.
- Tú sólo querías el dinero que aportaban para la dote de mi madre, los Grandchester proporcionaron esa dote, pero no tenían por qué hacerlo, eres un estafador y un vividor – la rubia le gritó unas cuantas verdades a Robert haciendo que ambos se acercaran aún más, rostro contra rostro.
- ¡Maldita seas! Las mismas creencias de tu madre, siempre creyéndose más que los demás, sin interesarles que gracias a que me uní a ella su apellido recobró significado, los Duff no son gente buena, ¿lo sabías? – preguntó Robert con saña.
- Tampoco los Clarke lo son, sólo son ¡basura! – respondió la rubia en son de burla.
- No te vas a atrever a insultarme, ¡eres una malagradecida! – exclamó Robert, sumamente enojado.
Pero antes de que Robert se atreviera a golpearla en el rostro una figura se encontró entre ellos para impedirlo.
- Será mejor que no se atreva a poner una mano en mi esposa o lo lamentará – espetó un furioso Terry.
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Un amor que no entiende de pasiones
RomanceESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Él, un millonario desde el nacimiento. Ella una hermosa y sencilla doctora. Él un Don Juan ha...