3 de febrero del 2004

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Suena el despertador. Hoy es diferente, me siento más activa, preparada para empezar el día. Esta vez no corro de un lado para otro, ya que no me quede dormida como ayer. Pongo la cafetera y me meto a bañar. Cuando me voy a vestir, pienso en el día anterior.

No siempre puedes ir tan desarreglada. Las personas piensan que siempre vas corriendo.

Pero eso no es mentira. Siempre voy corriendo y la verdad no me importa lo que piensen los demás.

Si pero, recuerda al chico del tren, recuerda cómo te sentiste cuando te diste cuenta de cómo ibas vestida. ¡No seas tonta Adriana!

Me ruborizo al recordar al chico del tren.

Pero, no creo volver a topármelo. Hoy voy a tomar el directo.

Ya que hoy si iba a salir temprano de casa.

Bueno tal vez a él no, pero a otros claro que sí.

¡Cállate!

Uy, yo solo opinaba.

Cuanto odiaba mi conciencia, pero tenía razón, no podía vestirme así todos los días. Tenía que cambiar un poco mi estilo, bueno, más bien conseguir uno.  Tome una blusa blanca,  una falda azul y unas botas. Sé que no es lo mejor pero es lo único "bueno" que tengo.

Tienes que salir de compras ¡ya!

Ay si no, y ¿con qué dinero? Tengo que pagar las cuentas.

Cierto

Salgo de mi departamento y camino a la estación. Llego justo a tiempo para tomar el directo. Estoy a punto de subir cuando una idea cruza por mi cabeza.

Y ¿qué tal si no te subes a este y te esperas al siguiente para poder ver a aquel chico?

No ¿Cómo voy a hacer eso? Voy a llegar tarde al hospital.

Eso es mentira. Ayer llegaste, casi derrapando, pero llegaste.

Ya dije que no, además es obvio que él ni siquiera se fijó en mí.

Cómo no se fijó en ti, si hasta te sonrió.

Si lo hizo, pero seguro fue de cortesía, como diciendo "buenos días".

Bueno nunca lo vas a saber si no lo intentas.

Como dije antes, odio a mi conciencia. Me aleje y lo vi cómo se marchaba el tren para esperar al siguiente. Llego puntual, me armo de valor y entro en el vagón para sentarme en el mismo lugar que ayer. Las personas suben y bajan en las diferentes estaciones, la verdad yo no sabía en cual él se subió ayer, así que estaba hecha un manojo de nervios. Después de un rato me tranquilice, pero, eso no duró mucho, ya que, cuando él subió y se sentó enfrente de mí de nuevo (que casualidad) , mi organismo estuvo al borde de un colapso nervioso.

Le dirigí una sonrisa, tal como lo hizo él ayer, pero, para mi sorpresa, él no me la devolvió, solo suspiró y apartó la vista.

Cierro mis ojos tratando de calmarme y no dejar salir las lágrimas que golpean para escapar. Todos los nervios que había pasado por nada, ni siquiera una sonrisa.

Tonta, tonta, tonta.

Cálmate.

¿Qué me calme? ¿Qué, acaso no viste su reacción? Lo peor de todo es que es tu culpa conciencia inepta.

Lo siento.

Tenías razón, no soy de revista, así que ¿para qué molestarse?

Mantuve los ojos cerrados hasta que la voz de mujer resonó en las bocinas anunciando mi parada. Me levante y prácticamente salí corriendo del tren.

11 de MarzoWhere stories live. Discover now