Capítulo 42

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La puerta del hospital general de París se abrió con lentitud. El anciano que entró en ese momento apenas podía caminar apoyándose en su bastón. Avanzó despacio hasta la recepción donde varias enfermeras y secretarías tenían mucho trabajo. Una de ellas, muy joven que no tenía mucho de haberse graduado, vio al señor entrar. Mientras más se acercaba llego a un punto donde el anciano apenas podía caminar. Pero se apoyó en el mostrador. La enfermera le sonrió.

—Buenas tardes, buena mujer, podría decirme dónde puedo encontrar a mi hija —pidió el anciano con voz trémula—. La trajeron esta mañana, fue atropellada por un camión.

—Déjeme revisar, ¿cuál es su nombre? —preguntó la mujer con una amplia sonrisa.

—La ingresaron como una desconocida —dijo el anciano con una gran sonrisa—. Tiene una cicatriz en el brazo derecho. Su nombre es Sally Seeker.

Pero la enfermera ya no pudo contestar a lo que le estaba diciendo el anciano. Su mirada se había perdido en la pantalla de la computadora donde buscaba la información. El anciano suspiro y giro la vista hacia ambos lados del pasillo esperando que nadie se hubiera dado cuenta de lo que estaba pasando.

—Bien Wayzz, no era necesario que hicieras eso —dijo el anciano.

El pequeño kwami de tortuga se asomó por el cabello de la enfermera. El maestro Fu lo observó enojado. No le agradaba que su kwami utilizara sus poderes para conseguir las cosas. Cierto, estaban en una misión secreta y no podían revelar su identidad. Pero eso no justificaba utilizar los poderes más impresionantes que tenía Wayzz.

El kwami solo suspiro pero se dirigió hasta la computadora y comenzó a buscar. Un minuto después Wayzz le susurraba al maestro Fu la habitación donde se encontraba la persona que venían a visitar. Fu tomó un pase de visitante de la recepción, se lo puso y se dirigió al ascensor.

Mientras subía hasta la tercera planta del hospital se topó con una doctora de cabello negro amarrado que leía un archivo. A Fu no le interesó demasiado pero la mujer parecía muy nerviosa. Ambos bajaron en el mismo piso pero mientras la mujer fue hacia la derecha, Fu camino hasta la habitación que visitaba. Abrió la puerta para ver a la chica del accidente. Esta parecía asustada de verlo.

— ¿Fu? ¿Có-cómo me encontró? —preguntó la mujer con miedo. Su mano derecha estaba enyesada así que uso la izquierda para tratar de cubrirse de aquella persona.

—Cambiarte de nombre no ayudo mucho —dijo Fu cerrando la puerta de golpe y asegurándose de que no pudieran abrirla—. ¿Sally? Que ridículo nombre, Christie es mejor.

— ¿Qué hace aquí Fu? —preguntó la mujer con voz temblorosa.

—Calma, Christie —dijo Fu sentándose en una silla cercana—. No vine a reclamar nada, aunque si hay mucho por reclamar.

—Yo no robe ese libro —dijo Christie enojada. Ya habían peleado por eso muchas veces.

—Pero guiaste al ladrón hasta mi —regaño Fu. La señora Agreste no quiso contestar.

Christie Agreste, aunque ahora respondía al nombre de Sally Seeker, observo al hombre y se dio cuenta de algo más. Fu era una buena persona pero desde que había sucedido aquello hace más de veinte años era obvio que le guardaba rencor. Y no era por lo del libro perdido.

—Usted no viene por el libro ¿cierto? —aclaró Christie enojada. No confiaba en ese anciano.

— ¡Que lista eres! —Contestó Fu riéndose con burla—. Tu hermano siempre ha creído que estás loca, al fin y al cabo tu madre era esquizofrénica.

—Mi familia no te interesa —interrumpió Christie.

—Tienes que irte —ordenó Fu.

—No tengo que hacer nada de lo que usted diga —corto Christie. Trató de levantarse pero estaba muy débil por la cirugía y la anestesia.

Días Lluviosos ||Miraculous Ladybug|| #ChangerMLBFandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora