Sin su consentimiento.

3.9K 184 36
                                    

Había pasado ya un mes de la muerte de mi madre, lloraba a diario, la extrañaba mucho, hechaba de menos sus comidas y abrazos.

Con papá ya no hablaba, iba y venía de su trabajo y cuando llegaba se sentaba en el sillón a ver la televisión mientras comía pizza o alguna hamburguesa. Siempre me debaja pero yo nunca comía, tenía demasiadas calorías.

Estaba tranquila en la terraza escuchando música con mis auriculares, cuando de pronto alguien me tocó el hombro, era papá, iba a romper el hielo que había entre nosotros dos y no de una buena manera.

-Tenemos que hablar Gabriela- Dijo papá, se notaba un tanto preocupado y mi cara de serenidad desapareció de mi rostro.
-Debe ser algo muy importante como para que quieras conversarlo conmigo-
-Escucha- Suspiró- Lamento darte tantas malas noticias y ya no quiero llevarme mal conti...- Lo interrumpí.
-¡Al grano papá!-
-Amanda, la recepcionista, está embarazada- Miró hacía abajo- Seré papá, tendrás un hermano-
-Ya no lo soporto, me voy de esta maldita casa-

Subí corriendo a mi habitación, agarré mi teléfono celular y llamé a mi tía, hermana de mi madre, que vivía en la ciudad.

-¿Puede venir a buscarme? Ya no puedo vivir aquí- Decía entre llantos.
-Tranquila Gabriela, iré de inmediato ¿Qué te sucedió?-
-Le cuento en el camino-

Heché toda mi ropa y zapatos en tres maletas, lo demás no importaba. Llevaba una foto de mi madre conmigo. Corrí hasta la casa de Alex con mis maletas, salí por la puerta trasera para que mi padre no me lo impidiera.

Toqué el timbre de Alex, abrió él y se quedó mirando mis maletas boquiabierto.

-Lo siento Alex, pero ya no soporto estar allí- Miré mi casa- Me voy- Agaché mi mirada.
-No lo hagas por favor- Se le cayó una lágrima a lo que yo me puse a llorar, nos abrazamos.

Le conté que mi tía vendría por mí y le prometí que lo visitaría cada semana. Él estaba triste. "Antes te tenía siempre y me encantaba" me dijo, yo nuevamente lo abracé. Lo iba a extrañar muchisimo.

Mi tía había llegado, era hora de irme. Abracé fuerte a Alex, él no me soltaba, le besé la mejilla y le susurré al oído "Nadie ni nada podrá impedir que seamos amigos, nuestra amistad jamás acabará". Tomé mis maletas y caminé al auto de mi tía.

Al subirme al auto de mi tía Alex se deepidió con su mano y luego entró a su casa con la cabeza abajo.

Mi tía me sonrió con tristeza y luego me dijo -Espera, vuelvo en un minuto- y ví como entró a mi casa.

Narrador.
La tía de Gabriela entró a la casa y buscó a su cuñado Poul, lo encontró en la cocina llorando, a ella no le importó el porqué solo le dijo "Me llevo a Gabriela".

-¿Qué harás qué? Estas loca Ana ¿Acaso no ves que es lo único que me queda?-

En eso entra Magdalena, la recepcionista, por la puerta trasera, llevaba algunas cosas para comer y besó a Poul.

-Veo que no- Dijo Ana, la tía de Gabriela y se marchó.

-¿Qué le dijiste a papá?- Preguntó Gabriela. 
-Que te traía a casa- Sonrío, pero su sonrisa era falsa, le había parecido muy mal lo que había visto dentro de la casa de Gabriela- Bueno, cuéntame porqué ya no soportas estar aquí-
-Mi papá engañó a mamá, eso tu lo sabes, pero ahora la tipa con quien la engaño está embarazada- Mi tía quedó boquiabierta. 
-¿Estas bromeando?- Miró a Gabriela mientras manejaba. 
-No, es verdad- 
-¡Es un maldito!- 
-Lo es- La preadolescente agachó su mirada.

Gabriela.
Fuimos escuchando música y cantamos nuestras canciones favoritas. Y cuando entramos a la ciudad pude reconocer todo, después de todo no había estado por mucho tiempo en aquel pueblo.

Entramos por una calle para llegar al condominio donde vivía mi tía y me pareció ver a un niño muy parecido a Sam caminando, pero no estaba segura si era él.

-Supongo que tendré que ir a la misma escuela que iba antes- Dije mientras que mi tía estacionaba el auto afuera de su hermosa casa.
-No sé, veré si hay mas colegios disponibles a esta altura del año porque no me gusta nada la idea de que vuelvas a ese colegio,  pero si no hay mas opciones tendras que volver allí-

Me daba miedo volver a mi antigua escuela, pero mas miedo me daba lo que me pidria ocurrir allí.

Salude a mi tío, Bernardo era su nombre, era un hombre sofisticado, se veía muy joven a pesar de tener 42 años, era divertido y a la vez muy simpático. Me ayudó a subir mis maletas al cuarto de huéspedes, que de hecho era muy grande.

-¿Cuál es tu color favorito Gabriela?- Preguntó mi tío.
-Calipso-
-Entonces mañana iré a comprar pinturas de ese color, quiero que te sientas a gusto con tu nueva habitación- Me sonrió y yo le sonreí de vuelta.
-Muchas gracias tío- Lo abracé.

Debíamos bajar a comer ¿Qué haría? ¿Como le diría que no quería comer si era mi primer día en esa casa? Entonces bajé y decidí comer, sabía que me costaría pero lo intentaría.

-¿Qué pasa? ¿Acaso no tienes hambre?- Preguntó mi tía mirando como yo apenas comía, había quedado satisfecha y ni siquiera había comido la mitad de la comida que me había dado mi tía?
-No tía, lo siento, no tengo hambre- Respondí.
-Está bien, si luego te da hambre me dices ¿ok?- Asentí con la cabeza.

Subí al segundo piso, luego de recoger los platos y vasos, entré a un baño y vomité la poca comida que había consumido.

-Estómago vacío otra vez- Sonreí luego de vomitar.

Me miré en el espejo que estaba en el baño, de hace mucho tiempo que no me miraba en uno. Me acerqué al espejo, me sorprendían cuan grandes eran mis ojeras y mi cara se encontraba muy pálida y mi pelo opaco, como si no me bañara.

Mi cuerpo...Gordo y grueso como siempre, grasa acumulada por todos lados, brazos, piernas, abdomen y cara. Y esa tristeza y esas lágrimas que se acumulaban cada vez que me miraba en un espejo y que salían, siendo libres por fin, ya no estaban atrapadas en un cuerpo donde nadie queria estar.

Me recosté en la cama de mi nueva habitación. Mi nueva habitación era muy lujosa y sabía que iba a quedar mejor luego de los pequeños arreglos que le haría mi tío Bernardo, ganaba mucho dinero en lo que trabajaba y era muy cariñoso con los niños porque mi tía jamás pudo tener hijos. Por lo mismo le daba lo que podía a los niños mas cercanos a él.

Me encontraba bien en esos momentos, no pensaba en lo malo, aunque mi tía me recordaba mucho a mi madre por sus gestos y miradas. Pero así podía sentir cerca a mamá.

¿Y papá? ¿Como se habrá sentido papá luego de mi huída sin su consentimiento? Y la mejor pregunta fue: ¿A mi que me importa él? ¿Acaso el pensó en mis sentimientos o en los de mi madre cuando nos estaba fallando y destruyendo a nuestra familia?

Definitivamente mis pensamientos se desviaban, pero me decía para mi "Aquí estás bien, no te preocupes"...

El espejo.Where stories live. Discover now