La vida sigue.

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Epílogo:

Asistieron pocas personas al funeral de Gabriela, no era de muchos amigos, tampoco tenía una gran familia, pero a pesar de todo habían personas que la querían mucho.

Alex entró en una horrible depresión, terminó con su novia porque no hacía más que pensar en Gabriela, miraba el vacío todo el tiempo, se encerraba en su pieza, hablaba muy poco con sus padres. Debido a eso asistía dos veces a la semana a psicólogo y psiquiatra, gracias a los expertos pudo superar la pérdida de su mejor amiga luego de dos años, pero sin ayuda no lo hubiera podido hacer.

A Sam le parecía extraño que Gabriela no asistiera a la escuela por lo que decidió ir a visitarla a la casa de su tía, ya había pasado un mes de que no iba y a pesar de que ya no hablaban, él aún se preocupaba por ella, aún la quería.

-Hola ¿Está Gabriela?- Dijo Sam al instante de que la tía de Gabriela abriera la puerta.

-¿No...No lo sabes?-

-¿Qué cosa?-

-Gabriela murió hace aproximadamente un mes- Dijo mirando el suelo.

-No...No lo creo- Se le espacó una lágrima la cuál limpió rápidamente.

-Lo siento Sam, es duro para todos- Se abrazaron.

Sam no hacía mas que sentirse un maldito idiota, le había hecho demasiado daño a Gabriela y por lo mismo ella dejó de hablarle. Para lidiar con el dolor que sentía, comenzó a cortarse y a utilizar drogas, pero su madre actúo a tiempo y lo llevó a un centro médico para que su hijo se rehabilitara.

El tío y la tía de Gabriela sentían que su casa se sentía muy vacía sin Gabriela, la extrañaban demasiado y a pesar de sentirse culpables de muchas cosas decidieron seguir con sus vidas y no estancarse en el sufrimiento, sin embargo muchas veces se consolaban. Gabriela les enseñó que con un hijo hay que ser atentos y responsables, se sentían listos para ser padres y comenzaron el proceso de adopción. Finalmente adoptaron a un niña, el nombre que eligieron para ella fue Gabriela.

El padre de Gabriela estaba de lo peor, estaba muy callado todo el día y miraba seguido por la ventana con la esperanza de que Gabriela llegara a visitarlo, pero era imposible, ella ya no estaba. Pasó el resto del embarazo de su novia así, pero cuando su hijo nació, nació una razón para seguir adelante. Cuando su hijo fue creciendo él siempre le hablaba de Gabriela, de lo hermosa y fuerte que era, y a pesar de que él jamás conoció a su hermana, sentía de alguna u otra forma que la había visto y la amaba de una forma inexplicable.

A pesar de que todos tenían culpa por no haber ayudado a Gabriela a tiempo, pudieron superarlo, seguían amándola de la misma forma en que la amaban cuando estaba en vida, pero no había porque estancarse en la tristeza y el dolor porque Gabriela estaba mucho mejor y tuvo que pasar bastante tiempo para que pudieran entenderlo.

FIN...

El espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora