No me fío de ti

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Llego a la habitación de Corina, sigue igual que el día anterior. Sigue igual rodeada de cables, sin moverse, sigue igual de inmóvil, su pecho sube y baja acompañado de un rítmico pitido. Siento una punzada de culpabilidad por haberla dejado sola toda la noche, no quería que cuando despertara no hubiera nadie con ella. Recuerdo que tengo que llamar a su familia y me empiezo a marear, no voy a ser capaz de hacerlo.

Estoy plantada allí delante de la cama mirándola, pero no me acerco lo suficiente, tengo miedo de romper la paz que parece que hay en ella. Tiene diversas magulladuras por su rostro y una venda en la cabeza.

— Iré a avisar al médico. — susurra Alex detrás de mí en mi oreja provocándome un escalofrío, asiento y él se va.

Me siento en la silla de la noche anterior y cojo su mano. Acaricio la cara perfecta de mi mejor amiga que ahora está más fría que de costumbre.

— Hola. — susurro haciendo una pausa. — Ahora... va a venir el médico a decirme qué es lo que te pasa. Y Dios Corina, espero que me diga que vas a despertar pronto, porque te juro que no puedo seguir mi día a día sin ti. — musito mirándola, ella sigue inexpresiva. — Te juro que voy a venir a verte cada día, quiero estar a tu lado cuando despiertes, porque sé que lo harás pero por favor, hazlo pronto. — hundo mi cabeza en nuestras manos.

— Elena. — oigo por detrás de mí, me giro, allí está Alex. Asiento al ver lo que quiere que haga.

— Ahora vuelvo. — le prometo a Corina besando su mano.

Alex me guía hasta un pequeño despacho, detrás de la mesa está la doctora rubia de la noche anterior, me sonríe al verme y me da la mano.

— Elena ¿verdad? — pregunta ella sonriendo mientras tomo asiento, Alex se sienta a mi lado. No puedo describir lo que me calma su presencia.

— Si. — digo.

— Soy la doctora Medina. — me recuerda. — ¿Estás mejor? — me pregunta.

— No soy yo la que está en una camilla inconsciente, así que sí, estoy perfectamente. — digo sin emoción en la voz. Alex coge mi mano y entrelaza nuestros dedos por debajo de la mesa. Me los aprieta en signo de reprobación. La doctora sonríe levemente.

— Corina tuvo un traumatismo craneoencefálico por culpa del golpe. — empieza, aparto la vista, no sé si podré mirarla y escuchar todo el tiempo.

— ¿Cuándo despertará? — pregunto yendo al grano.

—No lo sé. — dice con sinceridad — Puede que sean días, semanas... — dice. — o incluso en el peor de los casos, meses. — contengo la respiración, meses. — Los resultados no son demasiado clarificadores.

— ¿Y qué? ¿Qué podemos hacer? ¿Sentarnos a esperar? — digo nerviosa.

— Es lo único— dice ella haciendo una pausa. — ¿Alguien a quién podamos llamar? ¿Familia? — pregunta y yo me muerdo el labio.

—Yo soy su única familia. — digo y es verdad, ella es mi única familia y yo la suya. Noto que Alex me mira, pero evito su mirada. Había pensado que llamar a su madre sería buena idea. Pero ahora no me lo parece. No, porque sé cuál será su reacción.

— ¿Nadie? ¿Un tío, una tía...? — empieza.

— Sus padres. — digo. — Tiene a sus padres— hago una mueca.

— ¿Podrías darnos el teléfono? ¿O llamarles tú misma? — pregunta, suspiro y saco mi móvil.

— No creo que sea buena idea. — digo en un susurro.

Déjame amarte.Where stories live. Discover now