"Siempre tu amigo"

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Me despierto enredada entre las sábanas, no me cuesta recordar el día anterior. Siento esa sensación de anticipación e impaciencia en la barriga igual que en la mañana de navidad cuando eres pequeño. Pero cuando abro los ojos no veo lo que esperaba ver; no hay nadie en la cama conmigo, no puedo evitar sentirme decepcionada y caigo de nuevo contra el colchón. Esperaba encontrar a Alex allí. A Alex abrazándome. Qué ingenua que soy, Dios mío. El sol se cuela por la ventana, no tengo ni idea de la hora que debe ser, decido levantarme y me siento en la cama, mirando el resto de la habitación, el sol calienta mi espalda y se siente agradable.

¿Qué pasaría ahora? ¿Me llamaría? ¿Volvería a besarme o simplemente había sido para él una noche para divertirse? ¿Por qué se había marchado? Y lo más importante, ¿cuándo lo había hecho? Me estaba empezando angustiar, no me había prometido nada, no había exigido nada tampoco. Sabía que confiaba en él, pero no si podía hacerlo. De momento no me había fallado. Suspiro y justo me doy cuenta de que, en la pared de enfrente de la cama, esa plácida pared de la cual soy fan número uno, hay algo amarillo.

Entrecierro los ojos y me levanto en seguida dirigiéndome allí. Hay algo escrito en un post-it amarillo.

"Lamento haberme ido justo en la mitad de tu sueño, estaba muy, muy interesante. Te juro que quería quedarme para seguir viéndote babear, pero he tenido que irme. Te llamaré para explicártelo luego.

Siempre tu amigo, Alex".

No puedo evitar sonreír encantada. Dios, como fastidia leer la palabra "amigo" viniendo de él. Claro que yo soy la primera que la usaba, y claro que ha querido tomarme el pelo poniéndola, pero fastidia igualmente.

La opresión que sentía en el pecho se ha ido un poco, al menos sé que se ha tenido que ir por alguna cosa especial, no porque se hubiese levantado y hubiese querido irse. Y además había tenido el detalle de escribirme una nota para que no me preocupara.

Lo de ayer noche había sido... increíble. Increíble se quedaba corto. Había algo en mi interior, algo increíblemente irracional que le creía y confiaba en él de una manera casi ciega; pero había otra parte un poco más pequeña que desconfiaba de Álex. Odio los rumores, porque me he visto involucrada en ellos, pero hay tantos de él...

Me había dicho que era diferente, pero lo que no tenía claro es si eso se lo decía a todas. Si simplemente hacía un papel o si simplemente lo decía de verdad. Miro otra vez el papel pegado en mi pared favorita e intento decirle a mi parte desconfiada que, si está mintiendo, está haciéndolo muy bien.

De repente mi móvil suena, corro hacia él y veo un número desconocido para mí.

— ¿Sí? — intento que mi voz suene despreocupada.

— Soy yo, ¿te he despertado? — pregunta él al otro lado de la línea.

— No, me acabo de despertar.

— Juro que he esperado todo lo que he podido para llamarte. — dice bajando la voz, y yo sonrío.

— ¿Dónde estás? — pregunto recostándome entre los cojines sintiéndome como una niña de catorce años.

— En la casa de mi tía. — dice él. — Han tenido un problema y me han llamado. Siento haberme ido.

— No es nada. ¿Están bien?

— Si... — dice él no muy convencido.

— ¿Y tú?

— Si. — dice más convencido. — Estoy muy bien. — Hace una pausa. — Elena... — empieza.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora