No pares

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Acaricio el teclado durante unos segundos antes de presionar las primeras teclas. Las primeras notas de mi melodía, me la sabía con los ojos cerrados. Interpreto suavemente, dejando que la música llene toda la habitación. Noto a Alex contener el aliento y posa su barbilla en mi hombro de manera natural, contengo el aliento igualmente mientras sigo tocando. Sus brazos se cierran sobre mi cintura, le siento pegado a mí. Estoy sentada totalmente encima de él. Noto el roce de sus labios en mi cuello por un segundo y mis manos caen automáticamente, haciendo que la música cese con un parón de notas.

— ¿Por qué paras? — susurra él.

— No puedo concentrarme si haces eso. — digo aún con los ojos cerrados.

— No pares por favor. — pide él, sujetándome fuerte contra él, pero manteniendo sus labios separados de mi piel.

Continuo la melodía ahí donde creo que la he dejado, ni siquiera pienso en lo que toco, estoy tan concentrada en sentir cada respiración de Alex, que la música sale sola. Abro los ojos, le observo mirarme mientras sigo tocando, mira mis labios, completamente serio, sonrío sin poder evitarlo. Él sube las manos por mi cintura, y sube y sube hasta que llega a mis hombros. Me cuesta seguir el ritmo de la melodía cada vez más.

— No pares. — suplica en mi cuello sabiendo que en cualquier momento voy a parar.

Me concentro en seguir tocando mientras él tan lentamente que creo que es inhumano desciende por mis brazos poniéndome la piel de gallina. Suspira en mi cuello y yo suelto un pequeño gemido, casi inaudible, pero él lo ha oído. Estoy segura porque estamos tan cerca que es como si fuésemos uno. El besa mi hombro y sube por mi cuello, hasta casi mi oreja, me estremezco.

Dejo de tocar y me doy la vuelta poniéndome de pronto a horcajadas sobre él. Él pone sus manos en mis caderas pegándome a él y suelta un pequeño jadeo cuando nuestros cuerpos encajan allí donde no deberían. Sin dejar de mirarnos ni un segundo, acaricio su nuca con mis manos y aspiro el aroma de su cuello. Sus manos viajan por mi cintura, haciendo que mi camiseta se levante sin querer, o no. Mientras yo beso su mandíbula y su barbilla. Nuestros labios no están a más de un centímetro. Solo un poco más cerca y nos besaremos. Mi estómago duele de la impaciencia, mis demonios interiores discuten entre ellos. Amigos ya no es una palabra con mucho sentido para mí. Sin dejar de mirarme, coge mi cara con sus dos manos y se acerca peligrosamente a mí. De pronto algo vibra en mi bolsillo. Suspiro pesadamente y él recorre con sus dedos mi pantalón haciendo que suelte un gemidito de sorpresa, el ríe entre dientes y saca el teléfono de mi bolsillo. Ve el número y lo coge. Me siento mareada, esta tensión me mata por dentro.

— Estoy de camino. — dice. Estoy tan cerca de Alex que puedo ir a Óscar al otro lado del teléfono.

— No contestarías tú si estuvieses de camino. —le acusa Óscar.

— Lo siento, ahora mismo salgo. — dice Alex dedicándome una sonrisa. No puedo evitar sonreírle embobada.

— Si, porque tenemos que hablar sobre eso.

— Que sí. — dice. — cállate. — dice colgando, pone el teléfono en mi mano.

— ¿Sobre qué tenéis que hablar? — pido rodeando su cuello, ahora me siento con libertad de hacerlo, no parece molestarte.

— Seguramente querrá echarme la bronca. — dice rodando los ojos, sus manos me aprietan más a él, en mis caderas.

— ¿Por qué?

— Tiene miedo de que ya sabes... te haga daño. — dice y hay un deje triste en su mirada.

— ¿Daño?

Déjame amarte.Where stories live. Discover now