El Pasado (Sexta Parte)

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El beso se prolongó tanto como la respiración de ambos lo permitió. Era la primera vez que besaban de verdad, el primer beso de los dos había sido aquel día hacía meses, cuando fue el cumpleaños del joven Conde. Un día lleno de cosas tanto buenas como malas…
Cuando se separaron por fin, se miraron con una sonrisa complice idéntica en sus rostros, y Will tomó la mano del Conde. Sus dedos se entrelazaron, tomando una forma perfecta, incluso sus manos parecían haber sido creadas la una para sujetar a la otra por toda la eternidad.
-Vamos a jugar con Mischa en la nieve como siempre…- pidió Will antes de empezar a arrastrarlo fuera del cuarto. Hannibal sólo sonreía y se dejaba llevar por él, no había nadie que los viera tomados así de la mano y si alguien los veía ya sinceramente no le importaba. 
Aún así, Will lo soltó cuando llegaron a donde estaban las sirvientas cuidando de la pequeña Mischa que se veía claramente triste. No la dejarían salir sola y su hermano y su amigo no habían querido salir con ella, asi que cuando la encontraron estaba prácticamente llorando en los brazos de su nana favorita.
-Ven aquí pequeña…- dijo Hannibal y su hermanita enseguida corrió a sus brazos para abrazarlo. El joven Conde la levantó y le dio un besito en cada mejilla. –Saldremos a jugar en la nieve todos juntos, eso querías ¿No?- preguntó él haciendo que la niña enseguida sonriera un poco.
-Si… Pero Will no quiere…- dijo al fin Mischa mirando de reojo a Will, casi parecía asustada, su hermano mayor le había gritado un par de veces en la vida pero Will jamás. Siempre había sido cariñoso y protector con ella al igual que Hannibal.
-Bueno, pues cambié de opinión…- aseguró Will acercándose y acariciando el cabello de la pequeña condesa, le hizo algunas cosquillas hasta que la niña se echó a reír, abrazada al cuello de su hermano.
-¡Si, vamos! Como todos los años…- pidió ella mirándolos con toda la ternura de la que puede ser capaz una niña de esa edad.
Hannibal asintió con la cabeza, se abrigó, abrigó a Mischa y después empezó a abrigar de paso a Will como si éste último no fuera capaz de hacerlo por si solo.
-Oye… yo puedo hacerlo…- se quejó Will mirando para todos lados y asegurándose de que nadie mas estuviera viendo esos gestos. Pero allí solo estaba Mischa y parecía mas ansiosa por salir del castillo a jugar con la nieve que de ver lo que hacían sus “dos hermanos” como ella los consideraba en secreto.
-No digas nada, que solo quiero cuidarte.- le respondió Hannibal dándole un pellizco como hacía siempre que Will decía algo que a él no le parecía bien. Will sonrió y luego rió tontamente, al final Hannibal parecía seguir siendo el mismo de siempre. Todo lo que se habían dicho no había cambiado nada sus actitudes, solo había añadido otras, como los besos. Que Will esperaba que se repitieran.
No había terminado ni siquiera de pensar en esto cuando el joven Conde miró para todos lados y asegurándose de que seguían solos, tomó el rostro de Will entre sus manos y le dio un rápido beso en los labios. Will suspiró embobado, y Hannibal terminó de arreglarle el largo abrigo de piel que le había puesto encima de sus ropajes para que no se congelara afuera.  Esto incluía también guantes y sombrero que a los ojos Hannibal lo hacían verse sumamente tierno, pero para él todo era tierno en Will, todo era hermoso en él. Desde su sonrisa hasta el azul de sus ojos, desde su cabello ondulado y suave hasta la palidez natural de su piel o la manera en que fruncía el ceño y hacía puchero cuando se enfadaba, como si aún fuera un niño pequeño. 
Cuando salieron, al sonrojo en las mejillas de Will no parecio importarle demasiado el frío, así como tampoco se lo importaba a la enorme sonrisa del joven Conde. Mischa salió corriendo en primer lugar a empezar a formar bolas de nieve para tirárselas a sus hermanos aunque usualmente fallaba. No pasó mucho hasta que Will y Hannibal la imitaron pero mas que atinarle a la niña buscaban atinarse entre ellos, como alguna especie de juego de coqueteo. Las sonrisas y las miradas complices que cambiaban entre ellos lo hubieran dicho todo para un observador mayor que Mischa, pero la niña solo estaba encantada de ver lo bien que de pronto ellos parecían llevarse. Era todo como cuando recién los tres habían empezado a andar juntos.
Los últimos meses para ella habían sido tristes, Will y Hannibal se habían distanciado y luego Will había tenido ese accidente, pero cuando se recuperó se había distanciado aun mas de Hannibal, la niña no sabía porque, pero verlos asi de juntos ahora llenaba su corazón de alegría.
Entre tantos juegos, a Hannibal le tocó “morir” bombardeado con bolas de nieve por Will y por su hermana. –Por favor… Dejadme vivir…- suplicaba con voz melodramática que a Mischa le encantaba y le hacia reir.
-No tendremos piedad de usted, ni por su titulo ni por…-
-¡Ni por su belleza!- gritó Mischa, ya que para ella su hermano mayor era el chico mas guapo del mundo y Will no podía estar mas de acuerdo.
-¡Ni por su belleza!- acordó Will dedicándole una sonrisa juguetona a Hannibal que solo el joven Conde podría entender. Se fue acercando a él, de manera lenta, mientras Hannibal fingia no poder levantarse de la nieve.
-Por favor… Piedad… Unos ojos tan hermosos no pueden ser tan malvados…- suplicaba Hannibal, se estaban coqueteando con descaro disfrazado de bromas porque sabían que Mischa nunca repetia nada de las cosas que pasaban entre los tres. Eran los tres muy unidos, por que gracias al cariño que Hannibal había desarrollado hacia Will, la pequeña Mischa también había empezado a quererlo. Era su segunda opción favorita para cuentos o para dormir una siesta entre los brazos de alguien después de su hermano mayor, cuando era mas pequeña, y no había cambiado mucho en realidad.
-Los ojos mas bellos son los que esconden a los demonios mas horribles…- susurró Will poniendo una fingida expresión de maldad en su bonito rostro.
-Oh… ¿¡Acaso eres el abrazamozos!? Solo de esa manera tanta belleza y maldad se justificarían…- siguió retorciéndose Hannibal dramáticamente en la nieve para deleite de su hermana y vergüenza de Will.
Él mismo le había contado la leyenda de las “abrazamozos” cuando se contaban cuentos y fabulas el uno al otro de sus respectivas tierras.
-Que es un… abra… abrazamozos?- preguntó Mischa curiosa y con algo de dificultad al tener que pronunciar la palabra en castellano desconociendo ella ese idioma. Hannibal sonrió al oírla, viendo la oportunidad perfecta para seguirle coqueteando a Will.
-Te la contaré condesa, si convencéis a ese bellaco de que suelte su arma y me perdone la vida.- improvisó el joven Conde rápidamente. Enseguida Mischa tomó a Will de la manga e hizo que éste se inclinara para poder susurrarle al oído.
-Despues de que me lo diga, lo atacas por sorpresa igual.- conspiró la niña haciendo sonreir a los dos chicos que la entretenían, Hannibal fingió no escuchar ese susurro y Mischa fingió también aceptar el “trato”.
Se sentó en la nieve, al lado de su hermano y Hannibal empezó a contarle una de las tantas leyendas que había oído de la boca de Will. Aunque se suponía que se lo contaba a Mischa, no dejaba de mirar a Will que estaba de pie delante de ellos.
-Dice la tradición…- empezó de manera muy solemne el joven Conde. -Que las almas de las mujeres que mueren por asuntos de amor, bien siendo asesinadas o suicidándose.- hizo una pausa bastante particular en el punto del suicidio, esta vez mirando a Will no sin cierta severidad. - Regresaban a la tierra convertidas en “abrazamozos”. Estas criaturas adoptaban la forma de una fémina de gran belleza para así atraer a donjuanes incautos.- en esta parte Hannibal sonrió con sarcasmo mirando a Will, al notar que éste se sonrojaba con la parte de “fémina de gran belleza”, él no era una chica, pero lo de su supuesta gran belleza lo avergonzaba a mas no poder. -El desdichado que deambulaba en solitario buscando nuevas conquistas quedaba inmediatamente fascinado por la hermosura de este monstruo disfrazado de mujer y perseguía a la supuesta joven con intención de hacerla suya.- continuó Hannibal esta vez bajando mas la voz y volviéndola un susurro intenso y misterioso. Mischa escuchaba toda la historia fascinada, y Will también, entre avergonzado, incómodo y encantado.
-Entonces, el abrazamozos huía pero sólo en apariencia. En el momento en el que el hombre conseguía asir a la muchacha objeto de su deseo…- siguió Hannibal antes de tomar por sorpresa el brazo de Will y hacerlo caer encima suya, logrando que este soltara un pequeño grito, se miraron a los ojos, abrazados sobre la nieve mientras Mischa los miraba encantada con esta pequeña representación del mito que ellos dos hacían.
-Ésta se convertía en un horripilante esqueleto que envolvía con fuerza sobrehumana el cuerpo de su presa hasta hacerle enloquecer de miedo…- susurró Hannibal mientras Will lo abrazaba con una leve mueca para seguirle ese pequeño teatro. –Y  amor…- añadió el joven Conde lo bastante bajo como para que solo Will lo oyera.
-¿Entonces Will es tu “abrazamozos”?- preguntó Mischa entre pequeñas risas. –Pero si  elno es una chica y tampoco se convirtió en esqueleto… Aunque ese lobo casi que si lo deja convertido en uno…- siguió riendo la pequeña con toda su inocencia y haciendo reir a los dos mayores también. Jugaron en la nieve hasta que cayó la noche, armaron muñecos e improvisaron peleas como si aun fueran tan niños como la propia Mischa. Hacia tiempo que no se divertían tanto. Se revolcaron por la nieve tanto como sus energías lo permitieron, era en cierto modo una manera torpe de seducirse el uno al otro, y cada vez que Mischa no los miraba aprovechaban para darse un beso a escondidas. Cuando empezó a hacer mas frio, la pequeña tuvo que entrar de regreso al castillo, pero ellos dos se quedaron un rato mas allí afuera, tirados sobre la nieve y mirando como las estrellas empezaban a brillar como joyas en el firmamento nocturno ahora que este se había despejado. A pesar del frío no soplaba el viento, y la noche parecía en mágica calma. El cielo del anochecer se extendia frente a los ojos de ambos, colmado de infinita belleza y posibilidades.
Estaban solo tomados de la mano, pero cuando la pequeña se fue, Hannibal atrajo a Will mas hacía si e hizo que el otro joven descansara su cabeza sobre su pecho.
-Con que… Soy tu “abrazamozos” ¿Eh?- susurró Will entre pequeñas risas, remarcando esos pequeños chistes e indirectas que había habido toda la tarde entre ellos, ahora que estaban solos.
-Por supuesto… Eres la criatura mas bella que han visto mis ojos…- murmuró Hannibal con una leve sonrisa.
-¿Entonces tu tienes el papel de “Donjuan incauto”?- preguntó Will buscando un molestarlo un poco, pero el otro chico solo se rió.
-¿Acaso tienes alguna duda de ello? Soy hermoso e incauto, lo bastante como para irme atrás del fascinante hombre que me sedujo sólo con su mirada… Aun si eso me cuesta la vida…-
-Espero que no cueste la vida de nadie…- murmuró Will con el corazón apretado en un puño de solo pensar en que algo malo le pasara a él. –No digas esas cosas… Que haría yo sin ti? Nunca podría perdonarme que te pasara algo… Solo por mi culpa.- añadió al cabo de un momento, levemente molesto.
-Asi me sentí yo cuando te encontré esa noche herido en el bosque…- murmuró Hannibal
–Estuviste tan cerca de morir… Y fue mi culpa…No importa si fue tu decisión, igual fue mi culpa por ser un cobarde- susurró con la voz ligeramente rota solo por el espanto de esos recuerdos.
Will se incorporó levemente y besó con suavidad la mejilla y la mandibula del otro chico, acariciando su fuerte pecho.
-Tu también sufriste mucho y enfermaste por mi…- susurró Will entre beso y beso. –Estoy seguro de que estuviste muy grave y aun asi no te apartaste de mi lado… Pudiste morir… Pero te quedaste conmigo. Y haré lo mismo por ti…-
Hannibal sonrió un poco y besó los labios de su adorado Will por un momento antes de suspirar, acariciando su espalda. Estaban juntos en esto, no había marcha atrás.
Will se quedó en  silencio, disfrutando de ese momento de calma mientras miraban las estrellas. Pero al final necesitaba preguntarlo.
-Hannibal… ¿Qué va a ser de nosotros?- preguntó con voz timida, parecia una vez mas la misma voz de ese chiquillo que él había conocido hacia ya tiempo.
-¿Qué quieres hacer tu?- preguntó Hannibal a cambio.
-Yo solo quiero estar contigo para siempre…- suspiró Will abrazandolo con algo mas de fuerza.
-Entonces lo estaremos…-
-Pero… ¿Y tu novia?-
-Tu eres mi único novio…- susurró Hannibal sin dejar de acariciar su espalda con cariño. Will sonrió y se sonrojó mucho al escuchar esto, y el joven Conde le dio un beso en la mejilla tras sus palabras.
-¿Entonces no vas a casarte?- preguntó Will al cabo de un momento.
-Aun no se que riesgos… Son los que tomaremos si escapamos juntos… No quiero que te pase nada malo… Pero de algo puedes estar seguro… No te dejaré, nunca. La única persona a la que siempre querré besar de ésta manera será a ti… No lo dudes… Pase lo que pase eso siempre será asi…- susurró Hannibal. Will asintió, recostado contra su pecho y ambos se quedaron disfrutando de la paz del momento por un buen rato mas hasta que tuvieron que separarse y regresar al castillo para cena.
A duras penas comieron algo los dos, estaban en el estado en el que cualquier adolescente de cualquier época se encontraría ante su primer amor correspondido. Llenos de miedo, impaciencia, deseos y sentimientos entre hermosos y perturbadores. Ignoraron a todo el mundo durante la cena, solo mirándose el uno al otro a hurtadillas. Claramente los sentimientos y las emociones que experimentaban no les dejaban usar muy bien el don del disimulo, porque el Gran Conde se dio cuenta de esas miradas y se removió inquieto en su asiento. Pero… No. No lo creía posible… Aunque la manera en que Hannibal había cuidado de Will cuando estaba convalesciente…
El Gran Conde suspiró tensamente y después sacudió la cabeza para si mismo, lo que los muchachos tenían solo era cariño fraternal y una fuerte amistad. Posiblemente solo cambiaran miradas por estar tramando entre ellos alguna de las travesuras a las que todos los jóvenes de esa edad se entregaban cuando encontraban a un compañero de juerga.
Cuando la cena terminó, Hannibal y Will subieron a sus habitaciones casi corriendo, compartían una misma ala del castillo con varias habitaciones, aunque al principio habían dormido en la misma habitacion e incluso en la misma cama, luego Will había empezado a dormir en un cuarto separado. Pero ésta noche no lo haría. Hannibal lo agarró de los hombros y le besó la mejilla, colocado a espaldas de él.
-Creo que ésta noche sería bueno que volviéramos a dormir juntos como en los viejos tiempos… Hace frío y es una buena manera de combatirlo…- sonrió Hannibal con seguridad y sarcasmo haciendo temblar a Will de una manera muy evidente. No se imaginaba que podía pasar si ellos dos terminaban juntos en una cama otra vez, o mejor dicho claro que se lo imaginaba. Y demasiado bien.
-No puedes engañarme… La idea… Te pone tan nervioso como a mi… ¿O es que acaso el majestuoso Conde Hannibal Lecter lll ya tiene experiencia en los brincos y los juegos del amor?- preguntó Will volteándose a mirarlo con una sonrisita muy confiada y sujetándose a su cuello con ambos brazos, no sabía de donde había sacado el valor para decir esas palabras pero el sonrojo en sus mejillas lo delataba. Y la manera en que Hannibal tragó saliva con fuerza lo delató también.
Sonrió nerviosamente, intentando recuperar la compostura que Will acababa de quitarle de un plumazo.
-No creas que es solo la experiencia la que hace al maestro…- murmuró Hannibal al fin, acercándose para que su respiración se deslizara suavemente por la garganta de Will mientras lo tomaba de la cintura. –Te recuerdo que siempre fui muy bueno en todo, incluso en las cosas que hacía por primera vez…-
-Oh, lo se…- murmuró Will animandose a darle un pequeño beso en los labios a su conde. El Conde le siguió el beso, haciéndolo mas lento y mas profundo, consiguiendo meter un poco su lengua en la boca de Will. Se apegaban el uno al otro con todas sus fuerzas, casi hasta hacerse daño, deseando fundirse en uno solo. Se separaban de los besos únicamente para decirse lo mucho que se amaban y que estarían juntos para siempre sin importar nada mas. Era normal para la época dormir siempre sin ropa, aun en invierno,  asi que no dudaron demasiado en empezar a desvestirse el uno al otro, dejando caer las prendas al suelo.
Will sintió vergüenza de las cicatrices que habían quedado por toda su piel pero Hannibal las acarició con sus dedos y las beso una a una a pesar de que eran muchas. Terminaron desnudos sobre la cama, besándose con ansias y aun algo de pudor. Era la primera vez que recibían caricias asi y que las prodigaban también. Todo era una confusión de sudor, pasión, amor y calor que los enloquecia hasta robarles el aliento. El joven Conde no dejó ni una sola parte del cuerpo de Will sin que sus manos recorrieran y sus labios besaran, y Will se sintió tan querido, tan amado que sin darse cuenta unas pequeñas lagrimas de felicidad fluyeron de sus ojos. Hannibal estiró una mano y las secó con sus dedos, deslizando sus labios lentamente por el pecho del otro chico hasta llegar a su abdomen suave y plano. Besó, lamió e incluso mordió muy despacio algunas zonas de la piel de Will, dejándose guiar completamente por el instinto. Y estaba claro que era el camino adecuado, porque la respiración de Will estaba muy acelerada y entre sus piernas su miembro comenzaba a ponerse más y más duro.
Hannibal bajó aun mas con sus besos, separando las piernas de Will y sujetándolo de las caderas con algo de fuerza mientras lamía y mordía el interior de sus muslos, demorándose un poco, mas por la duda de hacer algo como esto que para provocar a Will aunque también lo hacía y de una manera que volvia loco al joven.
Al final Hannibal no se resistió mas y sujetó  el miembro de Will con su mano, rodeándolo suavemente y empezando a masturbarlo. Su compañero jadeaba con el rostro completamente rojo y los ojos cerrados, nunca en toda su vida pensó que podría sentir un placer como este y mucho menos de las manos del joven Conde.
Hannibal lo observó disfrutar, complacido, antes de acercar sus labios de manera tentativa al miembro de él. Le dio un pequeño beso que hizo que Will tuviera que contener un fuerte gemido que quería salir de su garganta, y conforme con el resultado, Hannibal dejó deslizar su lengua por la intimidad del otro joven, de manera inexperta pero aun asi terriblemente excitante para Will.
Apretó un poco su mano sobre el miembro de Will y sus labios también sobre la punta, haciendo que el otro chico ya no fuera capaz de contener ningún sonido. Los gemidos que salieron de sus labios sonrojados y húmedos eran la música mas deliciosa para los oídos del joven Conde, y dado que el sector del castillo que ellos habitaban era enorme, no tenían que tener mucho temor a ser escuchados.
Al oírlo gemir asi empezó a masturbarse también con una mano libre, ansiando liberar toda esa presión acumulada. Will jadeó al verlo hacer esto, sintiendo que por ser la primera vez iba a correrse incluso mas fácil que en el río, aquella tarde de verano.
Sujetó a Hannibal de los hombros y lo separó de su entrepierna solo para darle un beso en los labios, mordiéndolo un poco. Enredó sus dedos en el cabello dorado de él que volvia a ser suave y perfecto como siempre y tiró con un poco de fuerza, acallando los gemidos de ambos en ese beso.
Hannibal estaba entre las piernas de Will, pegados el uno al otro íntimamente, compartiéndolo todo. El amor, el sudor, los besos, la saliva… Todo. Nada de lo que pudieran tomar el uno del otro parecia ser suficiente. Sus miembros estaban en estrecho contacto, pero pronto ambos se empezaron a mover suavemente, sintiendo el caliente roce y la friccion entre sus erecciones que los llenaban de placer. Hannibal bajó su mano y apretó sus miembros juntos, masturbandolos y provocando más gemidos que escapaban con rapidez de la boca de los dos. Sentir el sexo del otro contra el propio era una experiencia tan nueva y placentera, tan deliciosa. Pasaron solo escasos momentos hasta que  Will se aferró con fuerza a la espalda del joven aristócrata y ya no pudo aguantar mas tanta excitación. Empezó a correrse con fuerza, sintiendo como su semen lo salpicaba a si mismo y también a Hannibal. Al verlo venirse asi, Hannibal tampoco aguantó mas, silencio todo sonido con otro húmedo beso y llegó al orgasmo encima de Will, mientras las esencias de ambos se mezclaban encima del abdomen del ojiazul.
Hannibal no quería salir de encima de él, o mas bien no podía. Nunca en toda su vida había sentido algo tan intenso, el placer había aturdido sus sentidos y sus capacidades y a Will le pasaba algo similar. Ambos estaban pegados de esa forma, dándose calor y con las mejillas pegadas la una a la del otro en tanto sus cuerpos seguían entrelazados sobre esa cama.
Paso un buen rato hasta que por fin pudieron regresar a la realidad y se miraron a los ojos con una sonrisa antes de darse un beso, los corazones que latían a la par, las cosquillas inundando los estómagos, la comprensión y la confianza a cada mirada… Lo tenían todo el uno en el otro.

El Conde Lecter.Where stories live. Discover now