Capítulo 13

1.1K 114 71
                                    

¡Por fiiiiin! Se han acabado las clases... que alivio. No más exámenes, no más profesores dando la tabarra, no más trabajos y no más deberes... de verdad, ¡parece qué les da algo si no mandan deberes! Todos los malditos días, ¡qué pesados!

Y en cuanto a las notas... bastante bien, así que puedo disfrutar totalmente del verano y no recibiré bronca de mi madre.

Y no solo eso, ¡hay más! El entrenador Evans está planeando unos días de concentración, aún no se sabe donde, pero sin duda será genial. Ya os podéis imaginar la reacción de Arion cuando el entrenador lo mencionó, parecía que fuese a vomitar arco iris. Cuando lo acompañé a su casa no paró de hacer suposiciones de adónde podríamos ir y los tipos de entrenamientos que haríamos. La verdad, me alegra verle tan feliz.

Salí de mi habitación, me apetecía ver un poco la televisión, hacía ya bastante tiempo que no me sentaba en el sofá y disfrutaba de un par de horas de relax... pero no llegué a cumplirlo. Llámalo destino, casualidad, infortunio me atrevería a decir, pero otra vez escuché ese hombre que llaman "mi padre" hablar por teléfono.

-¿¡La semana que viene!? ¿No es demasiado precipitado?

Ya estaba hablando otra vez del mismo tema... no lo entiendo. ¿A qué se refiere? ¿Estaría hablando con ese tal Armand Félix?

-¡Claro que quiero trabajar en su empresa! Sin embargo, me parece una decisión muy repentina...-siguió hablando a través del teléfono- Cierto, lo hemos comentado estos dos meses... muy bien, señor... la semana que viene entonces.

A ver, a ver, a ver... puede que no sepa completamente lo que se trae entre manos... pero sin duda no me gusta la pinta que está tomando esto.

~*~

-¡Víctor, a cenar!- gritó mi madre desde la cocina.

No lo respondí. Ella sabía perfectamente que no iría a cenar hasta que mi padre se fuese de la cocina. Cuando él ya no estuviese en la mesa cenaría yo. Los anteriores días lo hice y ella lo aceptó, pero hoy no. Entró en mi cuarto con el ceño fruncido, pero no era de enfado, sino de desilusión. Lo podía notar en sus labios ligeramente apretados, en sus ojos con un brillo de tristeza y en sus hombros caídos.

-Víctor, tu padre tiene que hablar con Vlad y contigo. Ven a cenar, por favor. Es importante.

Iba a replicar, pero no pude. Sencillamente no pude. Se notaba su disgusto, se la veía tan triste, tan apagada... no me pude negar. Muy a mi pesar acepté y me senté al lado de Vlad. Hoy para cenar había filete de ternera, así que la cosa era seria... mi madre solo la preparaba cuando sabía que nos íbamos a llevar un buen disgusto.

-Chicos, esto no es fácil de decir- comenzó a hablar el hombre cuarentón que se sentaba a la cabeza de la mesa- pero, aunque ahora os cueste aceptarlo, aunque ahora no veáis por qué esta decisión es buena para todos, de veras que es lo mejor... Nos mudamos a Alemania.

-¡¿QUÉ?!- gritamos Vlad y yo a la vez, solo que mi hermano permaneció sentado y yo me levanté de repente, pegando a la mesa con las palmas de las manos y tirando la silla.

-Lo que habéis oído. Mañana empezaréis a hacer las maletas, nos vamos la semana que viene.

-¡Ni hablar! ¿¡Tú quién te crees!? Te piensas que puedes destrozar esta familia, y no, no digas nada- ordené cuando vi que abrió la boca para replicar- porque aunque tú no lo veas, la has destrozado, ya nada es como antes, pero no desde que Vlad volvió a casa y tú cometiste semejante acto, sino mucho antes, poco a poco, la has ido destruyendo con tu avaricia y egoísmo. Y ahora, después de todo lo que has hecho ¿te piensas que puedes decirnos que la semana que viene nos vamos de Japón? De nuestra casa, donde hemos crecido, donde tenemos a nuestros amigos y familia, nuestros recuerdos... ¿Te piensas que mamá puede dejar su puesto de profesora así como así? ¿A sus niños, a sus compañeros de trabajo? ¿¡De verdad eres tan egocéntrico como para pensar que puedes hacer con nosotros lo que se te antoje!? ¿Que puedes decirnos así, por las buenas, que nos vamos a un país desconocido? ¿Qué lo abandonemos todo?

-Víctor, es por vuestro bien. Alemania os abrirá un montón de puertas que aquí no podréis conseguir.

-Es por nuestro bien...  ¿o por el bien de tu cartera? Nos abrirá muchas puertas a nosotros... ¿o te las abrirá a ti? Ahora no vayas de buen padre y buen marido, es algo que tú jamás has sido ni serás.

-Estoy de acuerdo con Víctor en unas cuantas cosas papá. No puedes decirnos que nos vayamos del país de un día para otro.

-Tenéis una semana para asimilarlo. Os guste o no, nos vamos a Alemania.

-¡¡Pero serás cab...!!

-¡Víctor! Controla esa boca, soy tu padre, me debes respeto y obediencia. Ve a tu cuarto, esta conversación ha terminado.

Miré a mi madre. Estaba sentada, con la cabeza gacha y pude deducir que conteniéndose las lágrimas.

-Mamá, ¿no vas a decir nada?

-Víctor, yo no...

-Ella no tiene que decir nada. Es mi decisión y se llevará a cabo.

-¡¡Papá!! Te estás pasando de la raya. ¿Cómo que ella no tiene que decir nada? ¿Acaso es tu esclava?- Vlad alzó la voz. Nuestro "padre" se asustó.  Si Vlad gritaba la cosa se podía poner muy fea. Mi hermano es una de las personas más tranquilas que te puedes encontrar, pero si se enfadaba no habría quien le detuviese. Sí, el pacífico Vlad podría llegar a golpear incluso a su "padre" si hacía falta.

-Como he dicho antes... esta conversación ha terminado. Nos vamos a Alemania y punto.

No me olvides {KyoTen}.Where stories live. Discover now