Capitulo 1

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425

¿Donde esta el puto casillero?

¿En el quinto piso? ¿En el noveno? ¿Al infinito y más allá?

¡Eh!

¿Que hice yo para merecer subir tantos malditos escalones? Soy buena persona, se que no ayude a aquella anciana a pasar la calle pero ¡Vamos! La abuela podía sola, además tenia la presión del cambio de semáforo, seguro que eso la motivaría a avanzar y llegar viva al otro lado, se que llego tarde en ocasiones como esta pero eso no significa que la siempre sea así... Bueno, si, suele pasar seguido, pero lo que si no es culpa mía es que la clase del profesor calvo sea la primera todos primeros cuatro días de la semana, y que para colmo no te deje entrar pasados 10 minutos, eso no lo controlo yo, ni eso ni los infinitos edificios que hay en la universidad.

¿Cuantos más Dios? Descubrí, explore, pase, entre, subí y baje por tres malditos edificios y ninguno tiene la numeración que necesito.

¿Saben cuantos escalones subí?

Muchos. Muchos subí y baje. No más cardio para mi en la vida. ¿Oyeron?

"400"

Los ojos me brillan y mis piernas me agradecen cuando veo el bendito número al entrar. Tomo mi mochila negra con firmeza y camino decidida sin importarme las miradas curiosas de todos.

Maldita sea. Tengo que subir escaleras. Otra vez. Ya matenme.

La numeración termina con el número 424. La vida me odia, no existe señal más clara. Lo más triste es que tengo que regresar porque los casilleros están en la parte de atrás, lejos de las escaleras. Golpeó mi cabeza con la puerta de uno de los casilleros lamentandome y pensando de ante mano lo que dirá el querido profesor de física.

Suspiro, contengo el aire y suelto. ¡Vamos carajo! Corro hacia las escaleras chocando con algunas personas y subo de dos en dos los feos y pegajosos escalones, giro y sigo subiendo.

¿Huelen eso?

Huele a victoria... Al otro maldito lado del pasillo. Maldición. El destino no quiere que yo entre a tener conocimientos sobre los ángulos polares.

450, 449, 448... ¿Enserio? ¿Ahora están al revés? Ufff.

427, 426, 425... ¡Al fin! ¡Que hermoso! ¡Un casillero digno de decorar! ¿Que más puedo pedir? Es grande y un poco oxidado con algunos tornillos sueltos... ¡Cierto! ¡Que tonta! ¿Como olvidar ese sensual detalle?

¡ESTA AL LADO DEL BAÑO!

¡DE HOMBRES!

¡NO LE PUEDO PEDIR NADA MÁS A LA VIDA!

¡Amo esto! ¿Se nota? ¡LO AMO CARAJO!

Limpio algunas lágrimas imaginarias antes de dar la vuelta y dirigirme con todas mis cosas en la mano hacia el salón de física. En el piso de arriba. Llorare. Y esta vez sera en serio.

Giro estratégicamente por los pasillos hasta encontrar la puerta con el letrero de "Física" en la parte superior. Y por estratégicamente me refiero a dar vueltas al azar, y por letrero me refiero a una hoja de papel arrancada de alguna libreta con el nombre de la materia escrito con letra casi ilegible para que los nuevos no se pierdan. Probablemente los quiten en cualquier momento, es la segunda semana y están apareciendo mensajes subliminales como "Help me".

Me acerco a la puerta sosteniendo la carpeta con mis audífonos conectados al celular encima y los acomodo antes de tocar la puerta. Colocó un mechón rubio atrás de mi oreja cuando escucho la puerta abrirse.

-Tarde.- Dijo cerrando la puerta en mi cara antes de que pudiera decir que era mi primera semana aquí y por el retraso. De tiempo claro.

Me encongi de hombros y busque el pequeño mapa que mi tío se esmero en hacer en una servilleta para ir a su clase. Él daba la clase de psicología en la universidad y me dijo que lo podría buscar si mi vida dependía de eso. Y creo que este caso aplica.

El reloj del pasillo marcaban las 7:30 por lo que tenía la ligera sospecha de que ya estuvieran a mitad de clase. Subí mi pantalón de mezclilla negro mientras caminaba hacia el aula correspondiente de psicología, las botas resonaban en el pasillo por el pequeño tacón que tenían por lo que trataba de caminar lo más rápido pero de manera sigilosa para no llamar la atención de algún individuo encargado en vigilar que todos estén en clase.

Si es que había.

Sin tocar la puerta la abro encontrándome con la sorpresa que tenía seguro. Toque la puerta como la gente decente lo haría y esta se abrió por obra del espíritu santo.

Le sonrei a la atractiva persona que estaba enfrente mio, lastimosamente esa persona es mi tío. Incline mi cabeza hacia un lado en forma de saludo y entre antes de que me dijera algo.

Me acomode en las sillas del medio ignorando las vistas que había en mi. ¿Nunca vieron a una rubia natural o que? Bueno, si la raíz no se ve es rubio. Dejame. Es mi filosofía de vida.

Justo antes de que Henry, mi tío, retomara la clase la puerta volvió a sonar haciendo que la mirada de varios se quitara de mi bello cuerpo y se enfocará en los musculosos cuerpos de dos chicos. Ambos con ojos azules y aspecto intimidante, parecían rudos a más no poder, su forma de pararse ahí esperando respuesta a su pregunta sobre si podían pasar era una genial entrada y una muy buena primera impresión. Ambos vestían ropa oscura a excepción de uno que llevaba una camisa blanca y el otro una gris, todos unos chicos malos.

Deje de verlos embobada como todas las tipa del salón y solté una pequeña risa que tape con mis manos al ver su melena llena de rulos. Eso ya no es de niños mal. Su mirada recayó en mi y tuve que girar hacia la ventana para que no se enteraran que ellos eran la causa de mi diversión.

Controle mi risa cuando pasaron a mi lado pero me fue imposible y solté una carcajada tratando de mantener la boca cerrada, lo que causo un muy raro sonido que solo me hizo reír más, tuve que morder mi mano para controlarme ya que empezaba a descontrolarme al recordar su melena.

Las siguiente hora y media me dedique a hacer figuras geométricas al azar, ambos chicos se habían sentado atrás mio y la culpa había comenzado a surgir efecto en mi.

Demonios. Sabia que no me tenia que reír.

El dibujo se había mezclado con otras lineas de hace un momento, estas formaban a mi parecer una casa, como las que dibujaba de pequeña.

Desenrede mi cabello en un intento de no dormir, no era que la clase fuera aburrida, todo lo contrario, pero al llegar tarde y no prestar atención hacia eterno el tiempo.

Bostece y un salvaje papel choco con la ventana en la que estaba recargada. Desdoble el papel mirando hacia todos los lados discreta buscando a el responsable, aunque parecía que tenia un cartel en alto que decía "Hey, ¿Acaso fuiste tú quien lanzó esto?" Mire hacia atrás mio chocando con la mirada de los dos rulosos, gire hacia adelante sin quitar mi vista de ellos sin importarme que me vieran hacerlo.

Digo, es obvio cuando alguien no quita su mirada acosadora de ti. No me ha pasado pero supongo que si es algo obvio.

Gire el papel para verlo viendo al principio una palabra al revés.

Le di vueltas al papel y me di por vencida al no entender esa letra peor que la mía, era algo así como cursiva combinado con mayúsculas, sumándole que estaba al revés era imposible descifrarlo.

Busque el espejo que siempre cargo y lo coloque estratégicamente en la mesa para que no cayera. Alise una vez más el papel y revisando que estuviera bien lo puse en dirección en el espejo.

"Ayuda. S"

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