Capítulo XII

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Jake

Tiffany y yo estábamos en la arena y empezaba a oscurecerse. Empecé a relajarme y me estiré a su lado. Debía estar medio dormida y me puso su pequeña cabeza encima del pecho. Empecé a acariciarle el pelo. No sé por qué, pero me atraía esa chica. Su sonrisa era increíble, en cuanto al brillo de sus ojos que se formaba cada vez que sonreía, no puedo explicar la satisfacción que me producía. Acababa de conocerla, eso era una locura, pero solo a su lado me sentía tranquilo. Desaparecían los miles de pensamientos que tenía todo el día en la cabeza, y podía preocuparme en ser feliz, y en verla sonreír.

Se acucurró en mi pecho y me abrazó. Seguro que estaba soñando.

-¿Cuánto crees que cuesta llegar a las estrellas? -preguntó con los labios en mi pecho. Sonreí.

-No sé. ¿Cuánto crees tú que me costaría besarte? -pregunté con tono malicioso. -me pegó con la mano en el brazo sin hacerme daño, al mismo tiempo que reía.

-No estropees el momento -dijo mientras seguía riendo. Le abracé fuerte y le di un beso en la cabeza.

-El Sol es el rey y la Luna la reina. -me miró con cara extrañada, no sabía de qué estaba hablando. Sonreí y continué con la historia- Están enamorados, aunque no se puedan ver, aunque la distancia entre ambos sea realmente preocupante, aunque sean polos opuestos. El hermano del Sol, la oscuridad, es envidiosa y retorcida. Se esconde en el horizonte y en el atardecer mata a su hermano. De allí la sangre que aparece del Sol, lo que nosotros llamamos puesta de Sol. Por la noche, cuando la Luna se entera de la muerte de su querido, estalla en lágrimas, que se suspenden en el aire a causa de la gravedad, lo que desde aquí vemos como estrellas. Tiene mensajeros, las gavinas, las cuales espían si el Sol sobrevivió al ataque de su hermano. El único espía que descubrió que el Sol renacía cada día, fue nombrado príncipe, el cual era, una gaviota con un anillo de corona. Dice la leyenda que el pájaro da la vuelta al mundo cada día, para asegurar a su reina que su querido Sol, sigue con vida. -la miré y parecía haber entendido mi intención al explicarle esa precisa historia. -Fin -dije con una sonrisa.

-Me sorprendes príncipe... -dijo suspirando. Su tono de voz cada vez era más bajo, hasta ser inexistente. La volví a mirar y dormía. La besé en la frente. ¿Dónde la llevaba? No sabía ni dónde vivía...

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Recuerdos prohibidos {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora