Capítulo 11

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Nota al final, no ignoren.
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Revisé cuidadosamente cada una de las marcas de leche en polvo que se encontraban en aquella repisa, ninguna me parecía tan adecuada como la que le daba a Sarada, mordi mi labio frustrada. Revisé la lista de despensa hasta que una pequeña risita llamó mi atención, baje la lista y fije mi mirada en aquel pequeño y adorable rubio ojiazul que me miraba risueño, mi corazón dio un vuelco y me fue imposible no sonreír como idiota.

-Oh Boruto, has robado mi corazón...

Pase mi mano entre los suaves cabellos rubios mientras sus hermosos ojos seguían mis movimientos, haciendo un ruidito extraño note que estaba sacando burbujas de saliva, saqué una toallita de mi bolso y limpie su boquita haciéndolo reír.

-¡Encontré los pañales!-mire a la rubia-Maldita sea, una odiosa anciana intento quitarmelos-gruño dejándolos en el carrito-Ese fósil ni con un milagro podría tener hijos

-Tal vez eran sus nietos-sonreí

-¿Con esa cara? Me sorprendería que siquiera estuviera casada

-Eres muy cruel, Ino

-Sería el mismísimo Diablo con tal de darle todo lo necesario a este hermoso Diablillo-pellizco la mejilla del menor

-Será mejor hacer esto rápido antes de que sea la hora de comer de Boruto

Tomé el bote de leche que me pareció más adecuado y lo metí en el carrito, avance por los pasillos comprando lo que hacia falta para cubrir las necesidades básicas de un bebé, pagamos las compras y fuimos hacia la parada de taxis para tomar uno, pero justo al llegar dos autos de color negro y vidrios polarizados nos taparon el paso, dos hombres bajaron del primer auto y se acercaron a nosotras.

-Buenas tardes-hicieron una reverencia-¿Es usted Tachibana ___-san?

-¿Quién pregunta?-murmure

Con lentitud y una fría mirada me coloque frente a Ino, quien llevaba a Boruto en brazos, buscando protegerlos. El varón sonreía alegremente y abrió la puerta trasera del primer auto, eleve una ceja incrédula.

-El señor Hyuga desea hablar con usted y nos ha enviado

-¿El Señor Hyuga?-frunci el ceño

-Así es, el heredero del Clan Hyuga

-¿Y qué desea el señorito heredero conmigo?-retrocedi-Lo siento, pero esta tarde tengo planes y no me apetece gastar mi tiempo en reuniones no previstas

Empuje levemente a Ino para que avanzará pero el otro sujeto con rostro serio se interpuso en nuestro camino, miré con desagrado al más pequeño y este soltó una risita falsa para luego borrar su sonrisa y mirarme de forma gélida.

-Insisto en que debe acompañarnos, Tachibana-san...-miré a la rubia quien se veía asustada-Sólo usted

-Ino, vuelve a casa...

-¿Qué? No...

-Ino-la miré molesta-Lleva a Boruto a casa-me acerqué a su oído-Llama a cualquiera de los Uchiha en mi agenda... por favor, saca a Boruto de aquí..

-Bien...-tragó duro-Ten cuidado...

-Estaré bien-sonreí falsamente al más pequeño-Después de todo, sólo es una inocente plática con el señor Hyuga

-En efecto, Tachibana-san

Una vez que me asegure de que Ino subiera al taxi junto al bebé y se marcharán, subí al oscuro auto frente a mí, ignorando la sonrisa triunfal y aliviada de los varones. El auto arrancó en silencio mientras que trataba de controlar mi nerviosismo abrazandome a mi bolso. Cuando el auto se detuvo me di cuenta que estábamos frente uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad, maldije mentalmente y antes de que me abrieran la puerta logré activar la ubicación en mi móvil. Bajé del auto siendo seguida por medio ejército,  una hermosa mujer nos recibió sonriente para luego guiarnos hasta el tercer piso, que tal como me temía, seria exclusivamente para mi reunion con el castaño. Avance lentamente con las piernas temblando como gelatina, analice la enorme sala en busca de mis opciones de escape, ninguna lo suficientemente buena para lograr salir ilesa.
En el centro del enorme salón se encontraba una pequeña mesa adornada con velas, unos cubiertos elegantes y brillosos, dos sillas y un casaño enfundado en un traje tradicional, su cabello largo estaba atado a las puntas con una pequeña cinta café, su mirada estaba perdida en la copa de vino en sus manos. Viéndolo desde la distancia podría verlo atractivo, lamentablemente mi opinión sobre él era mala. Cuando sus ojos cayeron en mí sonrió satisfecho.

Papá SolteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora