EL HOMBRE DEL METRO

45 0 0
                                    



Mi nombre es Nicol, soy una chica de cabello oscuro y piel clara, me dirijo entre semana a la universidad en el Metro de la CDMX, me despierto muy temprano en la madrugada para llegar temprano a clases; por tal motivo casi siempre encuentro el metro casi vacío.

Un jueves como de costumbre me encontraba esperando el tren, ahí vi a una chica que llevaba unos auriculares colgando del cuello, se veía tranquila, por alguna razón sentí un escalofrío cuando me volteo a ver, era como si me estuviera avisando de lo que estaba a punto de hacer, aunque algo me decía, que en verdad no era a mí a quien estaba viendo, sino a alguien más. De la nada salto a las vías y en seguida el tren le paso encima.

Ver eso me impacto demasiado, recuerdo que grite muy asustada, imaginándome como había quedado arrollada por ese vehículo tan pesado.

—¡Oigan alguien se arrojó a las vías! — exclame preocupada por aquella chica.

Pero lo que más me sorprendió, fue que la gente me volteo a ver como si estuviera loca por un momento, y luego cada quien regreso a lo que estaba haciendo, como si lo que hubiera presenciado no tuviera la mayor importancia. recuerdo que solamente un señor trato de ver que había debajo del metro, pero solo por un instante.

—¡Una chica se cayó a las vías! —volví a gritar.

De nuevo, nadie me hizo caso, fui con el señor que se había asomado, y le comenté lo que había presenciado, a lo que él me aseguro que él no había visto a nadie con esas características. Sinceramente no lo pude creer, yo no estoy loca no pude habérmelo imaginado, y se lo dije.

—Señorita, seguramente usted vio a una fantasma —me dijo con seguridad.

—¿Una fantasma? —cuestione —pero si se veía de carne y hueso

—Se sorprenderá de lo que ocurre en estos túneles —comento dándome a entender que lo que yo había visto no era nada.

Yo no supe que responder, simplemente me encogí de hombros y voltee a ver a los túneles, pensando que más cosas escondería aquel lugar, y el ridículo que había hecho.

—Le recomiendo que se vuelva a formar, ya va a llegar el otro tren, de seguro no quiere llegar tarde a clases.

—Si tienes razón, gracias.

No tardó en llegar el siguiente metro, y aborde en él.

—"Que clase de cosas es lo que orilla a una persona a arrojarse a las vías" —Durante el viaje me concentre en buscar respuestas a esas preguntas, cuando reaccione ya había llegado a donde debía transbordar.

—Te sorprenderá saber que cuenta la leyenda que la gente no se arroja, así como así, sino que hay un ente que los empuja.

Me dijo un chico algo apuesto, a decir verdad, traté de alejarme a paso apresurado lo más que pude de él, a través del túnel, ya que no me inspiraba confianza en el modo en que me había hablado, pero volvió a alcanzarme.

—Disculpa, soy Dante ¿Tu eres? —dijo jadeante

—Nicol—dije cortante, y volví a alejarme.

—La chica que se suicidó, yo también la vi—me hablo desde varios metros atrás, y me detuve en seco, esperaba que no lo hubiera dicho solo para llamar mi atención.

Me regrese a donde estaba él.

—¿Cómo era? —le pregunte con espeto.

Me la describió a detalle de pies a cabeza, incluso menciono los auriculares, yo me quede con la boca abierta, no podía creer lo que acababa de escuchar, me hacía sentir que no estaba loca y festejaba todo eso por dentro, pero fingía estar todavía enojada.

—¿Entonces dices que es probable que alguien la empujo? —le cuestione, recordando lo primero que me había dicho.

—No dije que alguien, sino algo.

—¿A qué te refieres?

—A que en el metro hay algo oscuro, un ente que se ocupa de estar arrojando gente a las vías, nadie sabe porque lo hace, algunos dicen que es el mismo demonio que reclamando almas para el infierno, otros que es un grupo de hechiceros que llevan a cabo sacrificios humanos, pero muy pocos los han visto.

Me empecé a reír porque creí que me estaba jugando una broma, no pude contenerme.

—¿Me tomas como a una niña?

—Por supuesto que no, solo digo que si algún día te topas con aquello no te va a dejar en paz hasta que lleve a cabo su cometido, te puede hostigar por horas o hasta por días, y cuando menos lo pienses terminara con tu vida.

Trate de ponerme seria, pero no podía borrar me mi boca la sonrisa incrédula, en serio, quería poner atención, igual y era cierto.

—¿Cómo sabes eso? ¿tú ya lo has visto?

El chico se encogió de hombros, soltando un suspiro de alivio, de pronto se mostró cansado, y le note por primera vez las ojeras.

—Estaba en el tren donde estábamos, a decir verdad, me viene persiguiendo desde hace días, y hoy no quería tomar el metro, pero no tenía dinero para el taxi, y la ruta no pasaba, así que no tuve de otra, esa cosa, no me ha dejado dormir, en mis sueños me persigue y me arroja a las vías—la voz se le empezó a quebrar—. Ya me estoy desesperando, y no quiero morir, de verdad que no quiero morir —comenzó a temblar, y a mirar a los alrededores.

Detuvimos la marcha, ese chico me había comenzado a preocupar, si eran alucinaciones lo que tenía o no, para él era un peligro evidente.

—Tranquilo ¿Si? Respira hondo—trate de decirle en un tono relajante — ¿has investigado como librarte de él?

El chico asintió muy rápido.

—Sí, se lo tengo que contar a otra persona, en estos túneles; su cuerpo es como una sombra, no le puedes ver las facciones, pero puedes sentir su brillante e intensa mirada; a veces viste de traje, y otras lleva puesta una túnica café; aparece de repente, la mayoría de las veces cuando menos te lo esperas.

Me sorprendí cuando dijo eso, y el miedo recorrió mi cuerpo, ese maldito posiblemente me contó lo que le pasaba para librarse de ese lente. De pronto me sentí molesta tenía ganas de golpearlo, sobre todo en ese instante que mostró una victoriosa sonrisa.

—Espero que tengas suerte —me dijo y se fue corriendo, como si su vida dependiera de ello.

Yo por estar en choque solo vi cómo se alejaba hasta camuflarse entre las demás personas.

—"Tranquila, solo quería jugar contigo"— me decía a mí misma para no sentir miedo, no obstante, notaba como mis manos comenzaban a sudar, y mi corazón palpitar de prisa.

Llegue a donde debía de abordar el siguiente tren, entonces muy próxima a las vías note que la chica del principio me miraba con lastima, como si supiera que me fuera a pasar algo malo, y entendí quería advertirme del chico.

Llego un tren y la fantasma se volvió a arrojar a las vías, ya no sobresalte cuando lo hizo. El tren se fue, dejando al descubierto el hombre del que me habían advertido, al otro lado de las vías, tal y como lo había descrito, luciendo un traje negro, y donde debían de estar los ojos, dos puntos brillantes que me helaban. Por un gran rato no pude moverme, creí que me desmayaría no podía dar crédito a lo que veía.

Ha pasado una semana y no puedo deshacerme de esa cosa, siempre que viajo en el metro me vigila muy de cerca, ahora comprendo la desesperación del chico y sus ansias de pasar la maldición a otra persona, lidiar con esa cosa hostiga, te hace querer esperar el momento en que te vaya a hacer algo, pero simplemente no lo hace, solamente te observa, esperando el momento.

Por eso necesito contarle esto a alguien; y tu mas te vale que no leas esto mientras viajas en metro, porque puede puede que ahora a ti te persiga.

Relatos e historias de terror.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora