Capitulo 1

360 8 2
                                    

  White Summer, Capítulo 1:
1963
Denisse's P.O.V:

-Despierta Denisse, ya vamos a aterrizar en unos minutos -me habló mi papá mientras me sacudía para tratar de despertarme. ...


Bostecé un momento, tal vez por el hambre o por el sueño, o ambos. Cuando terminé de abrocharme el cinturón de seguridad y estuve en mis cinco sentidos hable- ¿Se dura tan poco? -le pregunté a mi papa, mientras observa por mi ventanilla la vista de Londres ofrecía.


-Claro, Roma no está tan lejos de aquí -dijo guardando el libro que anteriormente leía en su bolso.


Agarré la correa de mi cámara, y fotografié el paisaje con distintos ángulos.


-¿No crees que ya tienes suficientes fotos? -me habló mi hermano desde el asiento que estaba detrás del mío.


-Nunca es suficiente -dije. Hice un zoom al ver una estructura a lo lejos que se me hacia conocida. El palacio de Westminster si no me equivocaba. Se alzaba con orgullo en toda su grandeza a lo lejos- además quiero capturar cada momento, ya que es la primera vez que viajo.


-Eso es una pérdida de tiempo -dijo mi mamá a un lado de mi papá. Rodé los ojos al escucharla. No entiendo por que es tan amargada y criticona con lo que esta relacionado conmigo.


Mi papá al ver que abrí la boca para soltar una grosería, tomo las riendas del asunto para dar por terminada la conversación.


-No lo entenderías Mariel -dijo con un poco de resentimiento que ella no llego a captar.


Antes mi papá era un experimentado fotógrafo. La fotografía era para él, mas que un oficio, era una pasión, un estilo de vida por así llamarle. Pero tuvo que renunciar a ello por petición de mi madre Mariel. Ella lo veía como un pasatiempo inservible. Era de mente muy cerrada, algo muy extraño en una profesora de Literatura.


La literatura era una de las pocas cosas que tenía en común con ella, además de un amor por las agujetas y la agujas, cortesía de mi abuela Leidy, que nos había pasado su interés por los puntos y los bordados. Pero fuera de eso, además del insoportable carácter que compartíamos, no coincidíamos en otras cosas.


-¿Ya te sientes mejor? -me preguntó mi papá una vez fuera de la zona del aeropuerto donde revisaban nuestro equipaje.


-Siempre y cuando no me hallan sacado un rollo, o mi juego de agujetas -dije arrastrando mis maletas a la salida.


-¿Y ahora que hacemos? -preguntó mi hermano Aldayan una vez que todos estuvimos afuera del aeropuerto.


-Nos dividiremos; tú vienes conmigo, y Denisse va con Emmanuel -dijo mientras colocaba sus maletas cerca de las de Aldayan. Ya con sus equipajes reunidos, los dos empezaron a hacer señas a los carros que pasaban.


Tome mi maleta mas grande, y la apoyé de forma horizontal en el piso y me senté sobre esta, apoyando mis codos en mis rodillas y sosteniendo mi cabeza con mis manos. La idea de mudarnos aquí no me había caído del todo bien, al contrario, me había bajado el ánimo en los pasados días.


-¿Qué te pasa? -me preguntó mi papá mientras se aproximaba a donde estaba.


-Me sigue sin convencer la idea de vivir aquí -dije. Exhalé un largo suspiro.


-Sabes que esto no lo hacemos por que queremos. Además, no sabes que te dará la ciudad; te daré un consejo, si lo tomas como que vas a empezar de nuevo, no te parecerá tan mala la idea -dijo con su mano apoyada en mi hombro.


-Ojalá sea como dices -dije. Me paré al ver unos taxis acercarse.


-Ya lo verás -dijo, y cargó mis dos maletas mas grandes, y yo cargue la pequeña y mi mochila. Caminamos al primero de los autos.


Mientras mi papa ayudaba al taxista a entrar su maleta y mis otras dos maletas, y fui a sentarme a los asientos de atrás del vehículo y entre mis otras cosas conmigo. Volví a encender mi cámara, y retomé mi acción de tirar fotos. Fotografié a las personas que pasaban por delante del Heathrow camino a su trabajo. A porteros. A las personas que encaminaban a sus hijos pequeños al colegio. A todos en general. En verdad no sabía por que lo hacia, ya que lo que veía no era nada nuevo para mi; tal vez solo lo consideraba mas atractivo por el cambio de ambiente.


-¿A dónde vamos? -pregunté a mi papá una vez que estuvo sentado junto a mí en los asientos de atrás.


-Al sur, específicamente a un suburbio llamado Epsom -dijo abrochándose el cinturón de seguridad.


-¿Esta muy lejos? -pregunté con mi vista y mi foco enfocados en la ventana.


-Un poco -me respondió.


''Pip'', ese desagradable sonido, a mi punto de vista, me indico que se le estaba agotando la batería a mi cámara, así que la apagué y la guardé en mi mochila. Al no tener nada que hacer, me dedique a mirar por la ventana, hasta que apoyé mi cabeza en el vidrio y poco a poco me fui quedando dormida.


______________________


-Vamos dormilona, ya vamos a llegar -me advirtió mi papá al tiempo que me sacudía un poco.


Abrí mis ojos luego de un largo bostezo. Me puse a observar el paisaje. Edificios y casas con un estilo rústico y rural, se hacían mas presentes a medida que el taxista disminuía la velocidad.


-He de admitir que es muy bonito, me gusta -le dije a mi papá. Él asintió un poco aliviado ante la idea de que el lugar se me hacia re confortable -solo espero que las personas también sean así -pensé. Él asintió un poco aliviado ante la idea de que el lugar me gustaba, por el momento.


El taxista fue desacelerando el coche, hasta que finalmente frenó. Casi como una reacción, me puse a inspeccionar cual seria el lugar donde probablemente viviría unos cuantos años.


-¿Cual es la casa? -le pregunté a mi papá a la vez que veía como él se desmontaba del auto.


-La que nos da el frente, cruzando la calle -.


Yo agarré mi sagrada mochila llena de manchas de colores psicodélicos, con un fondo negro, junto a mi maleta, y salí por mi lado del auto, luego de asegurarme que no venía ningún vehículo rodando por la vía.


-Hubiera sido mas seguro salir por la puerta que yo salí -me reprimió mi papá en uno de sus ataques de paranoia, bueno, no tanto así, pero ustedes entenderán.


-Ya que -dije mientras lo ayudaba a sacar sus maletas del baúl- ¿ya podemos entrar? -pregunté luego de un rato, ya que estábamos ahí parados, haciendo nada.


-Todavía no, hay que esperar a que Mariel y Aldayan lleguen, ya que no tienen copia de la llave -explicó.


-Bueno, eso no me gratifica del todo, ya que quiero cargar la batería de la Paloma -si, le puse nombre a la cámara, ya que se me hacía muy incómodo llamarle cámara.


-Pues si quieres, hazlo en la casa -.


-¡Pero Mariel todavía no ha llegado! -refunfuñe.


-Te equivocas, ahí vienen -me dijo. Miré en la dirección en la que tenía su mirada fija, para ver un taxi aproximándose a donde estábamos parados.


-Me imagino que es a ayudarla que vas -me dijo mi papá al ver que caminaba en dirección contraria a la que estaba el taxi.


-Emm... claro -dije mientras giraba sobre las suelas gastadas de mis tenis. Comencé a caminar con pasos de tortuga hacia el vehículo.


-¿En que te ayudo Mariel? -le pregunté a mamá una vez que estuve parada a un lado de la puerta de los asientos traseros.


-Con las maletas que están en el maletero -dijo mientras se desmontaba.


-Esta bien -dije en un suspiro, aunque no sabía para que lo decía si sabía que no se iba a molestar en esperar mi respuesta.


-Ven y ayúdame Aldayan -le pedí al ver que caminaba hacia donde mi mamá y mi papá estaban parados esperándonos.


-Yo no fui el que se ofreció -.


-Hijo de puta -susurré por lo bajo al ver que él seguía caminando. Empecé a sacar las maletas una vez que me sentí menos enojada-. ¡Por Dios! Mínimo empacaron piedras -me quejé al intentar sacar la segunda maleta, que al parecer era de el flojo de 18 años que tenía como hermano. Ojalá haya tenido que pagar mucho por sobre peso. Una vez que había terminado de, digamos que ayudar, a mi mamá y a mi hermano con sus cosas, caminé hacia ellos para entregárselas.


-Aquí están tu par de maletas -me indicó mi papá mientras me las pasaba- agarré sus cosas con gusto -le recriminó mi papá a Aldayan, él cual quería que le llevaran sus cosas, pero al final, él tuvo que llevarlas.


-Por fuera se ve bien, ¿no es así? -me preguntó mi papá mientras cruzábamos la calle.


-Sí, aunque el estilo que tiene, es algo extraño, pero por eso no deja de verse bien, hasta se podría se podría decir que es innovador -dije observando la casa de dos pisos.


En verdad debía admitirlo, me gustaba como se veía por fuera. En el segundo piso, se podía ver un ventana con unas cortinas negras, apostaría que era la habitación de mis padres, ya que mi mamá siempre había tenido una extraña obsesión con el negro, ya que siempre la había gustado decorar las cosas con colores oscuros, preferiblemente negro. La casa estaba pintada de blanco, y la división de los dos pisos, junto al techo, eran de color... negro. Y tenía un amplio jardín al frente, con varias flores y plantas, y cerca del costado izquierdo de la casa, había un Roble, que daba una sombra lo suficiente grande como para cubrir un cuarto del jardín del vecino. En conclusión, era una casa hermosa. Creo que podía acostumbrarme.


-Si, y lo mejor es que por dentro está aún mejor -dijo mientras introducía la llave dentro de la cerradura de la puerta, que también era negra.


-Waoh, en verdad se ve bien -dijo Aldayan parado desde el umbral de la puerta principal, observando la sala.


-Aunque todavía faltan varias cosas y muebles por llegar -dijo mi mamá mirando el trabajo que ella y mi papá habían estado haciendo las pasadas semanas con la casa cada vez que venían aquí a organizarla. No confiaban en que algún desconocido lo hiciera por ellos.


-Supongo que tendré que organizar la sala de nuevo cuando lleguen, ¿no es así? -preguntó mi papá mientras dejaba sus cosas a un lado del sofá.


-¿Qué comes que adivinas Emmanuel? -preguntó mi mamá a la vez que subía los escalones al segundo piso. Escuché como una de las puertas de arriba se cerraba de un portazo. Se notaba a leguas que el viaje la había puesto de muy mal humor.


-Bueno... -me dirigí a mi papá- ¿Cuál es mi habitación? -pregunté mientras volvía a agarrar mis maletas.


-Es la que tiene las paredes pintadas de azul, y los muebles blancos-.


-No suena mal -le dije.


A medida que avanzaba, la casa e iba gustando más. Las escaleras de madera, estaban alfombradas por una tela rojo vino, que se veían bastante bien con las paredes blancas, que tenían sus cornisas pintadas de un color marrón oscuro. En verdad no me gustaba, me encantaba, y más por el hecho, de que los cuadros que adornaban la pared de las escaleras, enmarcaban fotografías que mi papá y yo habíamos capturado. Eran algunas ocho en total, y las mayoría habían sido tomadas por mí durante los pasados años que convivimos en nuestra casa anterior, donde vivíamos con mi abuela y mi prima, antes de que a mi papá lo transfirieran de lugar por su trabajo de arquitectura; eso me alegro mucho, al menos a él le gustaba lo que hacía. Aunque no todo era de color de rosas, no sin la presencia de mi abuela Leidy en la casa. Ella había decido quedarse allá, por que de ahí era que estaba la comunidad católica a la que pertenecía, y por el mismo camino, era muy apegada. Además, no estaba dispuesta a abandonar su pequeño negocio que tanto esfuerzo le había dado colocar. En este, ella vendía cosas antiguas que ella y mi difunto abuelo, habían recolectado y coleccionado juntos desde pequeños. <<Ya las disfruté mucho, ahora le toca a alguien más>> me respondía ella cada vez que le preguntaba por que las vendía, si las amaba tanto. Pero no solo vendía eso, también vendía pinturas que ella misma había hecho, junto a bufandas o abrigos de lana y nylon que a veces tejía; a pesar de tener problemas en la vista. Era una persona muy inteligente y admirable, aunque a veces se le cruzaba los cables, y me llamaba por un nombre que no era el mío, pero lo que no se olvidaba nunca, era los cantos de la misa que se sabía al derecho y al revés. En verdad la extrañaría mucho.


En cambio, mi ''querida'' prima, Belén Giselle, o Satán, como prefieran llamarle, era otra historia. Esa chica era, prácticamente, todo lo contrario a mi, tanto en lo físico, como en lo espiritual. Ella era muy segura de si misma a la hora de actuar, y rara vez se arrepentía de lo que hacía, aunque le causara daño a las personas cercanas a ella, que tenían suficiente paciencia como para aguantarla; yo estaba en otro plano, me costaba abrirme a los demás, y era extremadamente tímida, y muy pensadora, algo que no me permitía arriesgarme, ya que siempre pensaba demasiado las cosas desde diferentes perspectivas, para terminar arrepintiéndome a la hora de hacerlas. Ella sabía mucho, tanto como en el ámbito sexual, como en otros, y sabía muy bien como manipular la gente a su antojo; sin embargo, yo era muy inocente, y las pocas cosas que sabía, las había aprendido observando mi entorno. Yo prefería leer un buen diario hasta quedarme dormida mientras el sol salía; y ella prefería beber cerveza hasta quedar con la voz afónica.


La diferencia en lo físico era aún más notoria. Yo tenía el pelo ondulado, por el cual no podía pasar un peine sin antes romperse un poco, y lo que era aún peor, era de color rubio platino, el cual odiaba, ya que a veces las personas se burlaban por que según ellos, se confundía con mi piel pálida, haciendo que me avergonzara mucho, y más cuando algún payasito, le da por preguntarme que si no me había molestado en tomar unos minutos de sol, para ver si cogía un poco de color. Sin embargo, ella tenía una piel ligeramente bronceada, con el pelo castaño oscuro, lacio, que le llegaba hasta los hombros. Si fuera un partido de baseball, el marcador sería 6-0. Obviamente iría perdiendo.


-Supongo que esta es -le dije a nadie en particular, cuando encontré una habitación que tenía las características que mi papá me había dado. Agarré las maletas y mi mochila, y las coloqué sobre la cama. Luego abrí las ventanas para que entrara algo de aire fresco, y me quite el abrigo que me había puesto por el viaje, quedando en una blusa de tirantes.


-Lo mejor será que me ponga a empacar -.


Jimmy's P.O.V


-Déjame dormir Robert, y por ahí mismo, déjate de joder -le regañe. Le había dado por venir a visitarme sin previo aviso, y quería mi atención.


-¿No me habías dicho que tus nuevos vecinos eran una pareja de casados? -preguntó parado a un lado del marco de la ventana.


-Si -dije mientras me sentaba, rendido, al ver que no se iba a ir.


-Pues al parecer tienen hijos -.


-¿Y eso me interesa por...? -en respuesta, el se encogió de hombros- mi papá es el que los conoce, no yo, dice selo a él -le dije mientras me quitaba las medias, con las que al parecer había dormido, y no me había molestado en quitar por el cansancio. Cuando estaba cansado, me entraba un mal humor, y mas cuando a Robert le daba por molestar, y más sabiendo que duraría un buen rato sabiendo lo imperativo que podía ser cuando se lo proponía.


-Mira -me dijo.


Ante su insistencia, me paré de la cama y caminé hacia la ventana. Miré en la dirección que Robert tenía su mirada, en una de las ventanas del segundo piso de la casa de al frente. En ella pude observar a una niña, por que eso era lo que parecía, un niña, que estaba organizando sus chucherías. Se veía frágil desde mi punto de vista, pero aún así, se movía de una manera que denotaba seguridad en sus pasos. Eso había picado mi curiosidad hasta cierto punto, lo suficiente para hacerme querer estar cerca de ella, para estudiarla.
   


White Summer.Where stories live. Discover now