Las cartas de ambos bandos por fin se encuentran sobre la mesa, es momento de definir al ganador, por ello, ambos bandos preparan a consciencia sus ataques finales, enteramente conscientes de solo uno de ellos puede salir victorioso.
¿Quién consegui...
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Suspiré y tragué saliva mientras el sonido de lo que parecía ser un ventilador seguía su curso y es que aunque tú te detengas, la vida sigue su curso, vivimos en un mundo en donde se se gobierna sin corona y se gana sin gloria.
abrí poco a poco los ojos, me llevó mi tiempo ajustarme a la luz, creo que estaba en lo que yo bien llamaría un intento de habitación de clínica de lujo, tenía una aguja clavada en el dorso de mi mano, intenté moverme, pero mi cuerpo entero se quejó.
- oh, si fuera tú, no haría eso.
se me heló la sangre y a los pocos segundos se me congeló.
- ¿no entendiste la palabra, exilio?
Matías mira al techo y ladea la cabeza.
- más o menos, a decir verdad, estoy en el exilio, pero para tu mala suerte, viniste conmigo.
- ¿qué mierdas hago acá?
- te traje conmigo ¿o preferías que te dejara en el lago? dudo que pudieras nadar desmayado y con la cabeza casi rebanada.
- ¿cuánto tiempo ha pasado?
- 32 días para ser exacto, ya me estabas preocupando.
- si claro.
se sentó frente a mi y suspiró.
- yo no te traicioné.
ladeo la cabeza mientras intento sentarme en la cama.
- no sé qué pensar.
- sabes que sería incapaz de hacer algo así, no solo se trata de ti, Isaac, también se trataba de mi hermano, de Ainhoa, mis sobrinos, Eric, gente que amaba.
- las cosas dicen lo contrario y sabes que a las pruebas me remito.
- entonces déjame demostrarte que hay errores en lo que aparentemente es evidente, te traje acá y no con el ánimo de convencerte de que soy buena persona, me conoces, y sabes que no lo haría, no de esa forma, Isaac.
- no lo sé, no lo sé.
me froto la cara, la realidad es que no lo creo, tiene razón.
- no sabes lo que fue para mi después de ese accidente Isaac, verte tan mal, enterrar a mi hermano, el único que me aceptó tal y como era, nunca juzgó mis decisiones, por muy pendejas que fueran, siempre supo confiar en mi, como tú, él no estaba equivocado en confiar en mi, Isaac, y tú tampoco.
- ya te dije que no sé, sin embargo - me froto el rostro - tienes razón, vas a tener la oportunidad de demostrarme que la he cagado, y lo voy a aceptar públicamente.
