Las risas eran un poco exageradas. Pero de verdad me había reído con las locuras de Elle, era muy linda y un poco tosca con la realidad. Lo que la hacía muy graciosa para mi.
La puerta se abrió dejando ver a un William con cara de pocos amigos lo que se hacía ya costumbre y peor, yo era la que tenía que lidiar con él, mínimo, la señora Wagner. Los miramos un segundo mientras William entraba y caminaba por la alfombra rojo vino del piso. Blanqueo los ojos al verlo y sabiendo que me vendrá a fastidiar.
-fuera.- demandó, Elle me ojeó y asintió no muy convencida, pero luego de unos segundos de dudar se levantó. Me sonrió y recogió la botella ya vacía y las copas.
-me encantó estar contigo Tess.- sonreí y asentí dándole entender que yo también.
-a mi también.- musité con suavidad a pesar de que la respondí con la cabeza , junto a una sonrisa.
Esta se volteó y caminó hacia la puerta, abriendola y cerrandola detrás suyo sin esperar a ojear y mirar el presidente como si estuviera advirtiéndole de algo. Miré al piso un poco triste, era con la única persona que podía hablar como si fuera una amiga y ni siquiera tengo privacidad de algunas horas extras. Contuve un gruñido.
Subí la mirada mientras buscaba las sábanas con mis manos. Miré sus manos y luego fui subiendo, tenía una tela colgando de su brazo.
Lo miré a los ojos y este sólo me arrojó la prenda.
-pontela.- las miré y comprobé que era un traje de baño y una chispa de felicidad se encendió dentro de mi. ¿Tendrá piscina?.
Lo miré e intenté ocultar mi sonrisa lo cual funcionó. Me levanté y comencé a caminar hacia el baño con alegría pero una voz me paró.
-pero aquí.- demandó, volteé mi cara lentamente y lo miré mal sin agrandarme mucho la idea.
-ni lo sueñes.- murmuré de mala gana volteandome para seguir caminando pero este siguió hablando.
-ya te he visto desnuda cariño, eso ya no importa.-me volteé y este me sonrió.
-claro que si importa, por eso no lo haré.- mis ojos se cerraron un poco añadiendo firmeza a mis palabras.
-no te atrevas a desafiarme.- murmuró con grave voz, lo miré mal.- sabes lo que puedo hacer.- mi cara se suavizó y gruñí por dentro. Es un idiota.
-¿acaso me vas a tener amenazada con eso de por vida?.- pregunté de mala gana caminando hacia la cama y maldiciendo por debajo mientras este sonreía como un niño pequeño.
-si es necesario, si.- asintió, lo miré cansada y luego comencé a hacer lo que me ordenó. Que castigo.
Subí mi vestido corto por mi cuerpo y lo saqué por mis brazos, dejándome semi-desnuda ante él.
Alzó su ceja divertido.
-prosigue.- sonrió, yo rodé los ojos pidiendo a Dios que me mate ahí mismo. No podía creer que se aprovechara de mi así.
Llevé mis dedos hacia mi espalda y desabroché el sostén y con un poco de vergüenza lo deslicé por mis brazos hasta quedar con mis senos al aire frente a él. Él parecía estar disfrutando la escena y yo que me moría de la pena y la verguenza.
Recogí la pieza superior del traje de baño y me lo coloqué con paciencia, de amoldaron a mi copa perfectamente. Y proseguí con la tanga.
Dios, matame ahora.
Bajé las bragas por mis piernas y las dejé en el suelo, recogiendo la tanga y lo coloqué donde iba. Me quedaba muy bien.