Capítulo 2.

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Mi mente solo me mostraba la imagen de unos ojos azules.

Los de Louis, los de ese chico tan extraño pero, en mi interior, algo estaba desordenado: mis recuerdos.

Todavía no sabía si era cierto que ese chico hubiera sido parte de mi pasado. No lo recordaba. No estaba ni en los recuerdos de mi infancia ni en los más recientes. Era como si hubiera sido un fantasma en mi vida.

¿Era verdad que había sido parte de ella? ¿O mi imaginación me estaba jugando malas pasadas?

En cualquier caso, no lo podría descubrir sola, menos en una cafetería llena de gente gritando y diciendo estupideces todo el tiempo.

Mi cabeza estaba a punto de explotar cuando el timbre sonó, para recordarnos que las clases no habían acabado todavía. Por una vez, me alegré de que sonara ese espeluznante sonido. Necesitaba un poco de silencio para poner en orden mis pensamientos. Aunque faltaran otras tres horas antes de que pudiéramos irnos, me alegraba.

Las siguientes clases pasaron lentamente, no le presté mucha atención a nada a decir verdad. No podía concentrarme y no sabía la razón. Miraba las palabras y, de vez en cuando, las letras se movían de una forma extraña. No era algo que me pasara a menudo, pero era normal, aunque no tuviera dislexia ni nada por el estilo.

Era una cosa que me pasaba cada vez que no me podía concentrar.

Después de pasar dos horas así, por fin tuve un poco de descanso al tener la última clase libre a causa de la falta de un profesor. Me escabullí como pude antes de que alguien me viera y, como muchas veces había hecho, me fui a la cafetería.

Cuando los gorilas haciéndose los machitos desaparecían del lugar, era muy tranquilo. Era como un escondite secreto, ya que nunca ningún profesor miraba si había alguien allí. Además, la cocinera me dejaba pasar, decía que era algo reconfortante tener algo de compañía a veces.

Supongo que no aguantaba estar rodeada de chimpancés saltarines más de lo que la obligaban. A veces me preguntaba si tenían cerebro, aunque luego me preguntaba si tenían más de una neurona.

Me topé con varias personas que se habían saltado sus clases, no me importó mucho. Solo quería alejarme de todo el mundo. Al entrar en la cafetería, me llevé una sonrisa por parte de Martha, la cocinera. Era buena persona cuando la conocías lo suficiente.

-         ¿Cómo estas July? –me preguntó cuándo me senté, ella estaba barriendo la sala, aunque no lo tuviera que hacer-.

-         Muy bien, el profesor ha faltado, así que he venido un rato –le dije mientras sacaba un libro de mi mochila, “Cumbres borrascosas” en concreto-. ¿Cómo estás tú, Martha? ¿Jude entró en la Universidad de Colorado? –dije sonriente, Jude era su hijo, el cual iría a la universidad en enero, por problemas económicos-.

-         Yo estoy bien, Jude todavía no lo sabe, pero esperamos que sí –dijo riendo un poco-.  ¿Qué te traes con el chico nuevo? –dijo dándome una sonrisa traviesa-.

¿Cómo era posible que incluso ella lo hubiera notado? ¿Tan obvia era?

Me tensé un poco, era raro hablar de chicos con ella, pero no era algo que no hubiéramos hecho antes. La miré fijamente mientras pensaba qué contestar… aunque la respuesta no la sabía.

-         Solo estábamos hablando de cosas sin importancia –dije bajando mi mirada hacía el libro que estaba sobre la mesa-.

-         Tú nunca hablas con los chicos nuevos, menos si lo hace Kitty primero –dijo casi escupiendo el nombre de la chica, seguramente por haberla pillado unas semanas atrás dándose el lote con un chico el su cocina-.

Blue, Deep and Yours |Louis Tomlinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora