Capítulo 17.

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La coherencia está a tan solo un paso de la locura. Creo que alguien lo dijo. Tenía razón. La locura solo es juzgar a la razón. ¿Qué es estar loco? ¿Realmente alguien lo está? Si no es así, las mentes más coherentes del mundo, son tratadas como incoherentes.

¿El amor es también una incoherencia que debería ser cerrada bajo llave o debería tratarse de la coherencia más palpable de la humanidad? Si es así, puede que tenga que ser encerrada, o ser tratada como alguien igual al resto. El amor es la locura, la coherencia y la incoherencia unidas para hacer delirar a la mente humana. Todos la sienten, la sufren y no la entienden. Y, si pudiera elegir, sería la misma locura, para sentir el amor de la manera más fuerte posible. Llámame loca. Llámame incoherente. Llámame lo que de verdad soy: una humana.

¿Estoy enamorada de Louis? Pensé.

Sintiendo sus manos rozar la parte baja de mi espalda, siendo testigo de la delicadeza de su agarre y de la suavidad de su paso, podría jurar una y mil veces que Louis era mi locura, mi parte incoherente, la que no podía controlar. La que no quería ser controlada.

Estando solo a unos centímetros de él, teniendo mis brazos rodeando sus hombros, mientras nuestras frentes reposaban suavemente la una con la otra… me sentía bien. Se sentía natural, como si estuviera gravado en mí el hacerlo. Lo amaba. De una forma u otra, Louis lo había conseguido. No solo me gustaba o me atraía, sino que había robado mi corazón de infraganti, sin que me diera cuenta. Había sido astuto, preciso y, sin duda, con mucha paciencia. Como en un concurso de matemáticas, había encontrado la solución para llegar a la final y ganarla.

-         ¿En qué piensas? –susurró Louis-.

-         En ti.

Esa respuesta hizo que una risa nerviosa escapara de sus labios. Me dio una vuelta, suavemente, con movimientos precisos, haciendo que desenvolviera mis brazos de su cuello y, luego, los volviera a posar en el mismo sitio.

Louis definitivamente se ha estado entrenando. Pensé.

Por alguna razón, la idea de un Louis bailando solo por su habitación mientras practicaba todo tipo de bailes, me daba risa. Era una de esas cosas que nunca imaginaría hacer a Louis, como hacer malabares o comprender a Jake (ese era mi trabajo). Sentía que Louis se esforzaba para impresionarme, pero la verdad, Louis ya era impresionante en sí. Era infinito, eterno e inaudito. Sentía que, si pudiera, pasaría horas mirándole, contemplando cada uno de sus gestos, intentando comprenderle completamente.

Sabía que no lo comprendería del todo. Nadie lo haría. Pero el simple hecho de poder comprenderlo una milésima parte más que los demás, hacía que mi mundo cobrara un sentido algo más legible. Louis era un libro y, aunque tuviera páginas en blanco, podía conformarme con leer las que estaban impresas. Porqué esas eran las que Louis dejaba ver, las que me dejaba ver y, tenía la sensación de que, con el paso del tiempo, las páginas en blanco se irían llenando.

-         Cuando decidí venir a este estúpido baile, no me imaginé acabar bailando contigo –le susurré cerca del oído, pude oír cómo se estremece. Me gustaba causar eso en él-.

-         Si conseguimos avanzar tanto en una sola noche, creo que deberíamos repetirlo. Cada día.

-         ¿Hasta cuándo?

Me miró a los ojos. –Hasta que consiga comprenderte del todo.

-         Buena suerte –bromeé-.

Rio suavemente. Su risa me hizo reír. No sabía muy bien lo que hacíamos, lo único que sabía, era que, con esta música sonando por los altavoces del gimnasio, los cuales no reproducían del todo bien el sonido, bajo esas luces que, de vez en cuando, parpadeaban a causa del uso continuado y, sintiendo la respiración de Louis en mi cuello. Era mucho más de lo que hubiera pedido esta nuche. Más de lo que hubiera pedido en un año o en una vida. Y, si el destino me concedía estar un segunda más con Louis, con este ser tan maravilloso, yo simplemente se lo agradecería, ya que haría que mi vida cobrara un significado real.

Blue, Deep and Yours |Louis Tomlinson|Where stories live. Discover now