Capítulo 3. [Discurso]

908 51 1
                                    

Al día siguiente me sentía algo mareada al estar desayunando, era como si hubiera tomado mucho y hubiera tenido una increíble fiesta anoche, pero no era así. Me sentía fatal y no tenía ánimos de nada.

De pronto, mi celular se encendió al mismo tiempo que vibró y la foto de mi padre se podía observar en la pantalla del mismo móvil, suspiré pesadamente, decidiendo entre si contestarle o hacer como que estoy ocupada o tal vez aún dormida.

—Señorita, ¿no va a contestar? —Dijo como con temor en su voz, como si yo fuera un tipo de persona peligrosa.

No le contesté a Claudia la cocinera, solo mostrándole la palma de mi mano en señal de que estaba dispuesta a contestar. Tomé el celular y con un último suspiro, contesté.

— ¿Sí?

—Esmeralda, ¿ya sabes lo que te vas a poner? ¿Si recuerdas que hay una fiesta importante a la que debes ir, cierto? Te tengo una noticia, darás el discurso inicial.

Y entonces escupí el jugo.

— ¿Qué?

—Cielo, ¿no estás feliz? Deberías de estarlo, es decir... tú querías más que nadie esta fiesta, ahora puedes ser feliz, pues darás el discurso.

—Papá, no... no puedo. —Declaré mientras cerraba los ojos, tratando de encontrar algún tipo de salida.

— ¿Qué me estás diciendo, Esmeralda?

—Pues lo que oyes, no quiero dar ese estúpido discurso.

Y hubo un silencio terrible, a lo que carraspeé un poco y mi papá al fin habló.

—Esmeralda, si te he dicho que darás ese discurso, es porque lo darás.

—Pero papá...

—Pero nada, te veo en un par de horas en mi oficina o tal vez deje la hoja del discurso con la secretaria.

Y colgó.

¿Qué se suponía que debería hacer en estos momentos?

Me recargué en el banco en donde estaba sentada muy tensa, y observé a Claudia tratando de encontrar una solución.

— ¿Pasa algo, señorita?

Y guardé silencio, mientras buscaba con desesperación el contacto de Samanta, y marqué sin pensarlo dos veces.

— ¿Todo está bien? —Inquirió Claudia mientras me miraba con preocupación.

— ¡Esmeralda! —Chilló Samanta al otro lado de la línea, haciéndome desesperar.

—Samanta escucha muy bien, mi papá me acaba de decir que tengo que dar el discurso de bienvenida o algo así, ¡¿qué haremos?!

— ¿Qué? ¿Cómo el discurso de bienvenida? ¿Qué es eso?—Dijo totalmente desorientada.

—Samanta, es un discurso dando las gracias a todos los que están presentes en el lugar por estar ahí, en realidad la fiesta se realiza con el motivo de que otra gran empresa se relaciona con la de papá, así que se menciona eso, se dice el nombre de la empresa y el otro dueño de la mencionada empresa pasa y da más agradecimientos.

— ¿Cuántas veces dijiste empresa? —Bromeó, a lo que rechiné los dientes, empezando a desesperarme aún más de lo que estaba anteriormente.

—No me vengas a fastidiar ahora, Samanta, porque te juro que te reviento la cara cuando te vea. ¿Qué no te importa? ¡Ese día estaremos ya en Grecia! Dios mío, me volveré loca.

Amor árabe©Where stories live. Discover now