Siete historias (o excavando en el pozo de la fantasía)

Agradecimientos y otras menciones

  Es curioso, pero precisamente esta sección es la más desagradecida. Si te olvidas de alguien, ese alguien no lo olvidará jamás; y si pones a quien no lo merece, serás tú el que te arrepientas siempre. Por eso he pensado en no meditarlo demasiado y poner lo que salga del tirón, así siempre tendré una excusa para las posibles reclamaciones.

  Quiero acordarme primero de mi hija Irina; este libro es por y para ella. Comenzó siendo una historieta corta donde tenía que ser la protagonista de un mundo de fantasía para intentar aliviarle un año escolar no muy agradable. Mi hijo Héber, que se ha casado y, evidentemente, marchado de casa mientras escribía este libro, me ha inspirado algunos retazos de las historias, y aquí es donde hago una mención especial a su esposa Samantha, que ayudó con la revisión. Por estricto orden alfabético, quiero dar las gracias de corazón a “los incondicionales” Edgar, Georgina, Merche y Sandra, a cual más maravilloso. Deben ser los lectores más rápidos del mundo; no habían acabado un capítulo que ya pedían insistentemente las páginas siguientes. Sin su empuje, apoyo, aliento y ánimo, las siete historias se habrían quedado en la oscuridad de un cajón. 

  Tengo la esperanza de que esta obra llegue a ser también un poco de mi sobrina Jessica, con la que espero compartir largas conversaciones sobre lo humano y lo divino.

  Isabel, que es como una multiusos, y su hija Isa con sus chistes, bromas y equivocaciones, me han dado material para otra infinidad de historias.

  Gracias a mi hermano José Luis (no se parece a ninguno de los trillizos… o tal vez sí…). Él y Ester me han ayudado con la logística. 

  Acabo con dos menciones muy especiales. A mi otro yo desde hace más de veinticinco años: gracias Felipe por existir. Y, por último, gracias a mi otro leal compañero: Nikon me ha hecho compañía durante horas, dormido y acurrucado a mi lado mientras yo esparcía palabras en un espacio en blanco.