Capitulo 39 - El hombre de mi vida

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— Sí. Puedo reservar una habitación maravillosa en el hotel que desees, podemos cenar antes, pasear por la playa ... Quiero que sea especial. Te mereces lo mejor mi amor. ¿Qué me dices? ¿Vamos?


— Gracias Rodrigo, pero estoy con un terrible dolor en el cuerpo. Creo que es la tensión. - Ella dijo, fingiendo.


— Muy bien, voy a llamar a mi masajista amor. En media hora se va a estar completamente relajada.


 —Rodrigo mi cabeza, me duele tanto. Es un dolor insoportable ...


— Amor, desea que llame a un médico? Mejor, te puedo llevar al médico.


— No, no es necesario. No sólo es el dolor de cabeza o dolor en el cuerpo Rodrigo ... el problema es ...


—¿Qué te pasa, mi amor? - Le preguntó. Parecía realmente preocupado.


                                                       Silvia lo miró. Era un buen hombre, tan atento. ¿Por qué no podría amarlo? Debido a que no se sentía atraída por él? Pensó.


— El problema es un dolor de muelas. - Dijo, no quería herir sus sentimientos con la verdad. - Duele mucho.


— Vamos ahora a mi dentista. Es muy bueno.


—  ¡No! - Dijo, alterada.


—¿Porque no?


— Por que asisto al mismo dentista durante años y solamente confio en él para cuidar de mí. Lo voy a llamar y hacer una cita para mañana.


— ¿Y el dolor?


— Bueno, me manipuló un remedio para el dolor, y este medicamento da mucha somnolencia. Así que no voy a ser capaz de ir a cualquier parte. No porque no quiero ...


— Todo bien mi amor, yo creo en ti. No se preocupe. Habrá otras oportunidades. Pues bien, ahora tengo que ir.


— Todo bien. Voy a tomar mi medicina y voy a la cama.


                                            Se acercó y la besó suavemente en los labios, y luego se dirigió a la puerta y se fue.


— Uf! Fue cerca... - Dijo, cuando él finalmente se fue.


                                                 Silvia se levantó para ir a su habitación, cuando Nana entró en la sala.


— Silvia mi hija, yo no me siento bien. - Ella dijo, apoyándose en una de las paredes.


— Nana! ¡Ay Dios mío! ¿Qué sientes? Sientate aquí. - Silvia pidió desesperadamente.


Loco AmorWhere stories live. Discover now