Cap. 4

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CHRISTIÁN


Han pasado días desde Ana y yo hablamos y ella salió enojada de la oficina, mentiría si dijera que no me siento enfermo por querer enviarla lejos pero es la única manera de protegerla de mi mismo.
Es que... Verla y compartir todos los días el mismo espacio y luchar para no tomarla y hacerla mía esta siendo casi imposible contenerme. En las noches, en la soledad de mi habitación me masturbo pensando en ella, y sé que suena putamente enfermo pero es lo que me provoca siempre.

Después de que llego a casa en las tardes, entro en mi despacho y enciendo la Mac solo para verla a través de las cámaras, cada día esta haciendo algo diferente y eso me desespera más, no poder compartir esos momentos con ella, todo se ha vuelto frío y distante entre los dos. No puedo seguir así

***

En la mañana siguiente llamo a Elena y quedamos de encontrarnos para un almuerzo, necesito con urgencia un consejo y ella es la adecuada.

Llego al restaurante donde ella ya me espera con su usual vestidura negra, esta tomando una copa de vino. Se levanta y me saluda con dos besos.

- ¿como estás Elena?

- Muy bien Christian. Pero tú no tienes buen semblante - ella siempre se preocupa de más innecesariamente pero se lo agradezco. - ¿que tal la señorita Steele?

- Es por eso que estoy así. Me siento culpable todo el tiempo por el hecho de que a parte de que la abandonaré en ese internado no le he dirigido palabra alguna. Por lo que se la pasa encerrada en la habitación con algún libro que saca de la biblioteca

Sí, soy patético y mal educado.

- La estás haciendo sentir como una intrusa Christián. Te estás haciendo ver como el malo aquí y sabes tan bien como yo que te atrae y tienes esta necesidad de cuidarla. - lo cual es cierto - Ya te lo dije, deja que las cosas sigan su cause.

- me atrae sí, pero no puedo dejar que las cosas sucedan Elena. Le llevo 12 años - sería un escándalo, me comerían vivo y la prensa se hartara de ello todo un año.

- ¿y que? Para el amor no hay edad.

Tiene razón maldita sea, o si no un ejemplo claro de ello son mis padres con la diferencia de 15 años y siguen tan unidos como al principio.

El camarero llega con nuestro pedido y comenzamos a comer, y mientras ella me habla de su último encuentro con su ex esposo y sus negocios, yo solo puedo pensar en la chica que tengo en casa y no aprovecho su compañía.

Desde que ella ha aparecido en mi vida y esta viviendo bajo mi mismo techo, éste se siente más cálido, con el ambiente de un verdadero hogar. Y no quiero que eso se acabe y vuelva a las tinieblas

- Oye, para ya. - la miro confundido a lo que ella me lo aclara - no estás aquí, ve a casa con ella. puedo escuchar los engranajes de tu cerebro trabajar a mil por hora.

- Eso no cambiará mi decisión de mandarla lejos. - espeto ya al borde del enojo.

- Lo que sea, pero tienes que decidirte.

Media hora después nos despedimos. Desde el coche llamo a mi secretaria para avisar que no volveré por el resto de la tarde y que Ross mi mano derecha se encargue de todo.

Todo en la casa esta muy silencioso cuando llego, y lo primero que hago es ir a verla, pero la habitación esta sola y hay un par de libros encima de la cama. No doy un paso más cuando escucho risas en la planta baja, conozco la de Gail pero ¿y la otra?

En la cocina están las dos desempacando el contenido de unas bolsas. Ella, mi diosa de ojos azules tiene una resplandeciente sonrisa plasmada en su cara y siento mi corazón oprimirse porque no soy yo el causante de aquello tan hermoso.

- Ana no tiene porque hacerlo

- pero quiero hacerlo Gail, como una forma de agradecerle lo que está haciendo por mí pero que sea un secreto de las dos.

- de acuerdo. Espero que el señor no se enoje

¿de que están hablando?

Me quedo entre las sombras para ver qué más hacen o dicen, sin embargo lo que veo a continuación no le ayudaba en nada a mi auto control.

Gail la deja sola y ella pone música a un volumen moderado. Comienza a bailar mientras cocina, sus caderas infundadas en unos cortos shorts se balanceaban de un lado al otro al ritmo de Beast Of Burden, mientras yo me quedo viéndola como idiota y con un problema en los pantalones.
¡Oh no!

Tengo que retirarme antes de que ella se dé cuenta de mi presencia y la haga sentir incómoda. Al retroceder tropiezo con una mesa alertándola de mi presencia. ¡mierda!



ANASTASIA


Me doy la vuelta al escuchar aquel ruido y abro mis ojos entre sorprendida y asustada.

- Señor Grey, lo siento yo... Solo... - le doy la espalda avergonzada esperando el regaño pero no llega

- No te disculpes Ana ¿que estas haciendo? - pregunta acercándose hasta quedar detrás mio. Está demasiado cerca y puedo sentir su respiración caliente en mi cuello afectando mis sentidos, mis piernas tiemblan como gelatina y podría desmayarme en cualquier momento.

- yo solo... quiero prepararle la cena. No sabía que había llegado ya.

Desde la pequeña rabieta que tuve en su despacho dudaba en que volvería a hablarme pero allí esta, tan cerca pero con su corazón en otra parte.

- está bien. Este fin de semana iremos a la cabaña para que traigas todo lo que necesites

- ¿en serio? - me doy la vuelta mirándolo a los ojos grises que me han enamorado, porque sí, ya estoy enamorada de este hombre mayor que aparece cada noche en mis sueños, donde me hace el amor una y otra vez.
- muchas gracias... Por todo. - Quiero y deseo tanto probar sus labios pero me contengo. Alzo mi mano y acaricio un poco su barbilla donde una sombra barba se empieza a notar

Es increíble lo que este hombre causa en mi sin conocerlo. Veo sus ojos oscurecerse como un par de tormentas llenas de deseo, pero tiene una lucha interna que se perfectamente cual es, la edad.

- Lo lamento no debí tocarlo

- no, no Anastasia, no lo digas, también lo deseo pero... ahora no puedo - admite

Solo asiento. Tiene razón, no podemos en este momento, soy menor de edad y no sería bien visto.

¿me desea tanto como yo a él?

Cuando Christián se aleja doy un suspiro y me concentró como puedo en hacer la comida. Pero luego pienso en que volveré a mi casa o a lo que quedaba de ella para buscar mis pertenencias más valiosas. Extraño los libros que eran de mi padre y estar rodeada de ese inmenso lago azul de agua salada y nadar de vez en cuando.

Termino con todo y lo sirvo en el comedor donde mi salvador ya esta esperándome y cenar juntos. Siento su mirada todo el tiempo mientras camino de un lado a otro sirviendo pero en cierto modo me agrada porque ya se que no le soy del todo indiferente y hasta que no tenga la mayoría de edad no me involucraré físicamente con él, porque sentimentalmente ya lo estoy, además tampoco quiero meterlo en problemas.

- Esta delicioso Ana. - me alaga

- Gracias. Me alegro que le guste

Minutos después me ayuda a recoger los platos y a dejar todo limpio en la cocina para no molestar a Gail. Ella nos dejó a solas para disfrutar el momento

En el salón principal nos detenemos, era hora de ir a descansar.

- recuerda, este viernes iremos a la isla. Y gracias por la cena

-Si señor. De nada

Se acerca peligrosamente a mi y mi respiración se detiene, deja un largo e intenso beso en la comisura de mis labios provocando esa sensación eterna de hormigueo y me envia a mi habitación flotando en una nube.

 Venus Seductora Where stories live. Discover now